La casa estaba llena de nomenclaturas pero carente de química de vida. Las paredes sumergidas en un olor a orina flotando por encima de una cabeza gris y tímida. El corazón latía pero no había señales de vida porque la vida es más que órganos y tejidos, es ver el sol ponerse cada día, es marcar el compás del ritmo de la vida y bailar a la par. La casa se convirtió en un hospital, en recinto de enfermedad, en asilo de dolencias y esperanzas que acababan reducidas a naufragar porque por más que se quiera llegar a la orilla el cuerpo grita no puedo más. La muerte se volvió asible, en algo que se podía alcanzar. en un olor tan familiar que ocupaba un lugar en el sofa; la vida se había relegado al pasado, a un portaretrato, a una fotografía en espera de continuar su relato. Pero como toda historia tiene su final, el de esta llega en la hora más oscura, en la víspera de un nuevo sol, de un nuevo amanecer, en la víspera de un nuevo canto de los pájaros, de un nuevo día para soñar en más días. La muerte blanca ahí acostada, la vida varada, el corazón que ya no palpitaba, la mirada extraviada, fijada en ese momento que a todos ha de llegar: el momento del último aliento. Pero la vida no acaba aquí, sobrevive en el recuerdo, en aquellas fotos amarillas y que en su polvo inhalamos mejores momentos, sobrevive en la gente, en los lugares que nos vieron pasar y dejar una semilla que germina con el tiempo y que en la ausencia nos alimenta con sus frutos. La vida no se trata de un inicio y de un fin, de vivir y morir, de hacía dónde nos dirigimos, se trata de ese camino que andamos y que en su andar nos lleva a lugares inesperados, a encontrarnos, a extraviarnos, a construirnos, a destruirnos, a dejar ese legado por el cual seremos recordados.
lunes, 27 de noviembre de 2017
jueves, 16 de noviembre de 2017
La vida al final
Quizás la vida no sea nada al final,
solo polvo y cenizas
o un saco de huesos
que los gusanos y el tiempo consumirá;
pero hay quienes dicen
que vamos al más allá,
a un lugar lejos de lo terrenal
donde nuestras almas descansan en paz,
una utopía que cualquier mundano
no dudaría en aceptar,
si el cielo estuviese más alcance
y no fuese solo un ideal
de lo que esperamos
cuando la muerte nos alcance.
¿Es ese el poder del miedo,
del miedo más ancestral
o de la fe de la humanidad?
Porque al final todo lo desconocemos,
incluso cuándo nuestra vida ha de acabar.
jueves, 2 de noviembre de 2017
Día de muertos
Anteriormente había estado en contacto con la muerte. Me había tocado estar del otro lado del escenario; de quien acompaña la perdida, no de quien la vive. La diferencia ahora es que el golpe mortal se recibe directo; no hay metros ni casas de distancia de intermedio. Y lo más notorio de la muerte es el vacío que deja, un vacío que se percibe en un cuarto inhabitado, en un rastrillo abandonado, en una blusa colgada, en un par de zapatos acomodados, en anillos y demás accesorios huérfanos de manos que engalanar; un vacío que no se llenará cuando llegue de trabajar, que no se llenara cuando llegue de Moroleon tras comprar, o más tarde en la noche cuando llegue con sus amigas de pasear, es un vacío que permanece por el resto de la vida y que jamás abandona por más de que uno vaya llenando otros espacios.
Pero aquí el problema no es la muerte. La muerte es de todos. La muerte es tan natural y necesaria como la vida. Acá el problema es lo poco que se habla de ella. Sobre todo en un país vinculado con la muerte como es México. Irónico que en el país de los muertos, que celebra la muerte, que convive con ella diariamente, esta no aparezca en sus conversaciones cotidianas, no se contemple como una realidad que a todos ha de llegar, no se prevea la vida después de la muerte tanto en lo emocional como en lo material/burocrático. Porque una cosa es ver la muerte en los noticieros, en los periódicos, en cualquier red social o medio digital, imágenes que suelen ser por lo regular impactantes, shockeantes, y otra cosa es hablarla concienzudamente, aportando información vital y necesaria y no únicamente salpicada de morbo.
Simplemente me pregunto cuántas personas conversaran sobre la muerte ya sea con sus familiares, amigos o en grupo más allá de una festividad o momento en particular. Cuántas personas sabrán cuál es el deseo final de la persona allegada (¿será ser incinerada? ¿Será que sus órganos sean donados? ¿Sera que sus pertenencias tengan cierto destino o destinatario?) o cuántas personas planificaran su muerte en el sentido de contemplar gastos funerarios, testamento o seguro de vida; así mismo, cuántas personas sabrán del proceso post-muerte que tiene que ver con lo burocrático, con los tramites institucionales que no paran y siguen generando costos. Porque déjeme decirle que quien fallece descansa en paz pero el tren de la vida no se detiene.
Pero no únicamente estos temas relativos al testamento o seguros son los que se debieran tocar con anterioridad sino también lo emocional y cómo sobrellevar el golpe de la muerte, un golpe que si bien es cierto dejará una cicatriz de por vida y que preparado o no sacudirá, no es algo que no se pueda superar pero para ello se necesita más que la conciencia de que vamos a morir. Para ello se necesita hacer de la muerte algo más vivo, acercarla más a la mesa y no solo verla como una fecha en el calendario o un futuro distante que solo llega en la vejez. Advertir sobre el impacto de la muerte puede disminuir sus secuelas en gran medida.
Mija: serás recordada por tu sonrisa, por tu amabilidad, por ser incondicional, altruista, por ser gran compañera, hermana, madre, amiga mas no recordada como el producto de un método que quita toda vida. Descansa en paz, descansa en color como siempre fuiste y serás.
martes, 24 de octubre de 2017
La muerte es de todos
Murió un gusano. Su cuerpo fue encontrado en pleno asfalto. Fue velado entre hormigas que se alimentaban de él. Murieron 50 hormigas coloradas sepultadas en la tierra. Se encontraban congregadas alrededor del hormiguero cuando el pie de doña Esther los aplastó sin cuartel. Se encontraba recogiendo la ropa de la lavada del día de ayer. Una hoja murió. Se le vio caer del árbol amarilla, lejos de aquel verde color vida. A su muerte se le suma la de más de 100 hojas que alrededor del tronco yacen sin vida; una tragedia de temporada. Se estima que sus cuerpos serán incinerados. Se murió Martinica. Una perrita chihuahueña de ladrido agudo y ojos saltones. Murió ahogada por un hueso de pollo que se salió de la bolsa de basura. Una mujer fue asesinada anoche. Su cuerpo fue encontrado en un remolque. Una más para la estadística y la indignación social. Un hombre murió ese mismo día. Su cuerpo fue encontrado en una esquina. En su cuerpo llevaba una manta que decía: la violencia gobierna estos días. Un recién nacido murió. El cordón umbilical le asfixió y le quitó toda esperanza de vida. Irónica jugarreta de la vida donde la única certeza es la muerte.
sábado, 26 de agosto de 2017
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Si algo he aprendido con el paso del tiempo, es del poder que tiene la psicología; y no únicamente en el estricto sentido de un consultorio y la relación terapeuta/paciente sino también en otros ámbitos de la vida social. Lamentablemente dicho poder no está en consideración de todos pues la psicología no es una materia debidamente apreciada, no es abrazada como por ejemplo la medicina aun y cuando lo corporal y lo mental estén atado.
Así que cuando veo que de psicología surgió todo esto, me pregunto dónde está esa misma fuerza en otras cuestiones de la vida; dónde está cuando surge una catástrofe; dónde está para modificar conductas sociales, de esas que nos perjudican como país; dónde está para cambiar la mentalidad de las personas; dónde está para hacer buen uso de lo que sentimos; dónde está para erradicar esas otras problemáticas de la vida (como la violencia, las adicciones, la salud mental).
Yo escogí la carrera de psicología tras haber leído a Sigmund Freud. Claro está que no sus obras completas sino estratos de ellas en un libro recopilatorio. Desde entonces, conceptos como inconsciente o asociación libre, entre otros, llamaron mi atención. Quería saber más sobre la materia, quería saber más sobre psicología. Mas en ningún momento imaginé el impacto que puede tener en la gente para moverlos de forma tal que se formen ejércitos (porque la psicología pocas veces llega por lo social, suele llegar más por lo laboral, lo clínico o lo educativo). Un poder que ya quisiera cualquier candidato electo en campaña.
La psicología, como cualquier otra ciencia, es una herramienta que brinda respuestas, soluciones, bienestar, que ofrece mejoras a la vida; no lo opuesto a eso. La psicología no es una herramienta que se utiliza en contra de quien me la hizo, de utilizar su poder como una alternativa de la violencia, una violencia maquillada por fines científicos o cuantitativos. La psicología no es un juzgado de lo penal o un arma blanca al que la gente pueda acceder para obtener justicia (o ajusticiar) cuando se le plazca.
Sí, en cierta medida la violencia es parte de la psicología, así como de la vida misma en sus más sutiles o explicitas expresiones. Basta con recordar aquel experimento (muy grabado en mi) de la prisión de Stanford donde gente común y corriente acabó siendo completamente diferente a como había llegado, a como eran ellos en realidad (todo ello gracias a las modificaciones contextuales que hicieron los experimentadores para plasmar sus condiciones y así llegar al resultado esperado).
Esto me hace preguntarme si los propósitos de la ciencia son nobles más allá de la estirpe de sus acciones, más allá de una violencia que sería condenada bajo otros contextos pero que bajo este científico no es condenado con la misma severidad. Al final, la gente cree que es por el bien de algo y como la figura de autoridad lo dice, la gente lo cree y no chista pues una causa positiva tendrá. Dudo que alguien preguntase: ¿cuál es el inconveniente de dejar la violencia en manos de humanos o cuál es el perjuicio psicológico que se podría causar?
Como lo dije antes: la psicología, la ciencia, no es un medio de justicia, la psicología no es un medio al cual uno pueda acercarse para que las injusticias del mundo se resuelvan (para eso existen otras instituciones, otros medios, que lamentablemente suelen fallar al hacer justicia). En el tiempo que lleve la materia de psicología comunitaria, por ejemplo (una materia donde el psicólogo no es el último eslabón hacía la justicia sino uno intermedio que ayuda a que esta se realice, algo así como la salud mental en el individuo), nunca, entre los tantos motivos que había para manifestarse, vi el de "tuve un conflicto con un compañero"; los motivos eran otros, cuestiones que admitían la insurrección mas no nimiedades como una fricción que a cualquiera puede pasar.
En tal caso, la maestra al frente del caso y a quien le atañe la clase, por haber sucedido en su espacio y por habérsele informado, debe llamar a un dialogo entre ambas partes que disuelva el conflicto, no a ser partidaria de una versión por cualquier vínculo o afinidad existente. Una revolución, una manifestación, es tan grande como sus motivos y hacer acá algo tan grande de tan pequeño motivo, no habla de la importancia de la causa, sino de la intensidad con que la vivió la persona (acá es donde entra la importancia de la inteligencia emocional y de la adecuada resolución de conflictos que atañe evidentemente a la psicología).
Para mi la psicología no es una prisión, no es una tortura. La prisión y la tortura son medios del hombre; medios, por cierto, bastante cruentos y que dan fe y legalidad de ese otro lado oscuro que poseemos todos (más allá de cualquier credo). La psicología, en cambio, aunque también creada por el hombre y con su lado oscuro también, su objetivo no es el de causar estragos en el ser humano, sino ayudar, cooperar con una mejora de modo que en el camino también triunfe el terapeuta.
Pero todo lo que veo es gente instruida y condicionada, gente que hace lo que se les ordena sin cuestionar nada, gente que marcha al compás del ritmo impuesto, gente que busca ser el medio a un mejor yo pero que en realidad acaba fragmentándolo en su intento.
Seguir es sencillo porque la decisión crucial no es nuestra. En cambio pensar es un ejercicio mucho más complicado que involucra lo que creemos, lo que sabemos, lo que pensamos, es un proceso mucho más completo y mucho más nuestro. Y la psicología, la ciencia, no creo que quiera que la gente no piense pero si el no pensar y obedecer ayuda a sus intereses, todo sea por el bien de la empresa.
domingo, 20 de agosto de 2017
Bien o mal...
La gente buena será más que la gente mala pero la gente mala tiene una trascendencia que los buenos no. Desde narcos y demás figuras, sus actos tienen una resonancia que perdura más allá de la estirpe de sus acciones. Si alguien ayuda a cruzar la calle a una señora no tendrá la misma repercusión que si alguien dispara una pistola; y ese es el problema de nuestra sociedad: las buenas acciones quedan eclipsadas por las malas acciones.
De hecho, pregúntese a usted mismo cuántas de las cosas buenas que hace en un día, en una semana, en una vida, tienen la misma repercusión de las cosas malas que hace porque éstas suelen notarse y recriminarse cuanto antes y con intensidad; en cuanto que las buenas suelen tener un impacto escueto o de plano pasar desapercibidas por completo.
En esa eterna batalla entre el bien y el mal, lo bueno y lo malo, da la impresión de que el mal o lo malo suele ganar más seguido pues su peso tiene un impacto mucho más hondo sobre nosotros ya sea condenándolo o imitándolo o ensalzándolo o viralizándolo. Mientras lo bueno no suele impactar con la misma contundencia febril, con la misma celebración o imitación, no suele ser reforzado de la misma forma que lo otro, que su contracara.
Quizás si las cosas buenas de la vida fueran tan bien recibidas, lo malo no tendría impacto tan sonoro, pero también esta en nuestra naturaleza esa tendencia de caer en lo perjudicial, de acentuar las cosas malas de la vida, de dar a lo negativo una importancia mayor. Cuantas cosas positivas habrá habido de Sodoma y Gomorra pero lo único que sabemos es que fue destruida por su indecencia.
jueves, 17 de agosto de 2017
Esa maldita costumbre de ser libre
Aquí no había sitio para la privacidad. Las camas contiguas, el hedor a sudor y orina, testículos aquí y allá, el tabú de la desnudez. Aquí nadie sueña porque aquí nadie duerme, aquí la tragedia de la realidad se impone contundente. El lugar donde la fe y la enfermedad convergen, donde la gente reza anheladamente, los pulmones del credo. La sangre en el suelo, el insomnio en el aire y la esperanza intacta de volver a casa. Quién sabe qué es peor: los malestares del cuerpo o lo deplorable de los aposentos. Aquí la vida es gris y anodina, insípida como el sazón de su comida. Una mujer intenta caminar pero la aguja en su cuerpo se lo impide; esa maldita costumbre de ser libre. Una cucaracha se mueve libre por los suelos mientras la gente duerme sobre los escaños, soñando que están en un paraíso abstracto donde los vivos suben cuando están penando. Y a la puertas del paraíso, el apremio, el apuro se apodera del lugar, la gente corre de aquí a allá, los sollozos aparecen sin cesar, una fuerza inexorable aprieta sin asfixiar, la muerte ronda en aquel lugar, su arribo es inminente, su aliento gélido congela hasta el más valiente. Los llantos aparecen, la muerte ha dado su estocada final, ha tomado la vida que tarde o temprano se habría de llevar. Y la gente allá abajo, entre cafeína y tabaco, en la eterna espera habitual, no tiene la menor idea de que tan cerca la muerte ha pasado. La vida y su ironía; ese tren que no se detiene.
miércoles, 16 de agosto de 2017
¿Igualdad?
Este es el país de los pasadizos. Donde no es necesario avanzar todo el camino para llegar a algún sitio. Y aquí nadie sale excusado porque todos hemos sido beneficiados de las bondades de un sistema que permite dar cabida, dar entrada a personas relativas o con quienes se tiene un vínculo sin necesidad de pasar por sus escollos.
¿Es esto igualdad? En días donde dicha palabra surge tan ávidamente, habría que preguntarnos qué tan seguido damos uso de ella: cuando igualdad es que ambas partes tienen el mismo derecho y posibilidades de alcanzar o lograr algo sin hacer especial acentuación en alguien especial por la relatividad o cercanía que se tenga.
Claro, ha habido gente que ha llegado a puestos de tal forma y que han rendido de buena manera pero aquí no pongo en entredicho la capacidad de la persona para desempeñar un puesto sino que otras personas como ellos también cuentan con la misma capacidad y derecho para desarrollarse en tal lugar. Igualdad es dar oportunidad a que el otro se desempeñe y evaluar por medio de dicho desarrollo no por medio de privilegios que tengan que ver con parentesco o cercanía.
Hablar de igualdad es, tomando como ejemplo algo reciente, que hombres y mujeres tengan el mismo trato, las mismas oportunidades y no ser sopesados cada uno en basculas aparte, con escalas diferentes, como si uno fuera distinto del otro, como si cada uno pudiera alcanzar distintas cosas, como si fueran nomenclaturas diferentes, como si estuvieran en escalafones aparte; así como un hombre puede generar violencia, una mujer también; así como una mujer da vida, el hombre también; así como la mujer merece respeto, el hombre también.
Pero vamos, si el diálogo es una utopía; que decir de la igualdad que es vecina contigua. México es también el país de los conceptos incompletos que solo llegan a la teoría pues para que estos se lleguen a realizar en acto hace falta más que palabras, hace falta una educación mucho más profunda que permita convertir dicho combustible verbal en actos manifiestos, en resultados palpables.
Al parecer, aquella frase de Bielsa tiene repercusión no solamente en lo futbolístico, en el terreno de juego, sino en otros ámbitos de la vida donde el juego se desarrolla al filo del reglamento, entre lo legal y lo ilegal, entre lo correcto y lo incorrecto, donde nadie sale sancionado pues todos lo hacen (o quienes son sancionados lo son por lo incorrecto o quienes lo hacen no son sancionados pues son intocables).
martes, 11 de julio de 2017
5051
Es simple. Tú haces tu vida como cualquier otra persona. La rutina habitual, el ritual cotidiano. Un día sales de la escuela y tomas el camino x para llegar a casa. Como anteriormente lo has hecho. De repente, un día te das cuenta que suceden cosas extrañas: ves coches estacionados, gente en la esquina o en cualquier otro lugar; pero eso lo puedes ver cualquier otro día, un día no es suficiente para dar aval. El problema viene cuando lo ves con más frecuencia, cuando pasan los días y vas viendo más y más de lo mismo, cuando lo que podría ser una casualidad se torna una cotidianidad.
Desde la persona que lo ve, él no sabe quién es quién (aunque la otra persona sí sepa quién eres). Él solo ve ciertos eventos con frecuencia que le parecen sospechosos, le parecen extraños, le ponen en estado de alerta, le activan eso que llaman paranoia. Aparte, si vienes de un ambiente tenso, de presión, de rigor, pues evidentemente dicha paranoia se intensifica. No sabes si el de enfrente está contigo o contra ti; tú únicamente sientes que algo anda mal. Para esto tomen como ejemplo, a quienes van a la guerra. Al estar allí, en ese lugar sin tregua, el peligro es latente, no sabes si el colono de enfrente es amigo o enemigo; tú únicamente estás alerta ante alguna situación de peligro.
Derivado de eso, suele venir lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático; donde dicho evento deja secuelas en la persona, pues el impacto de este deja una sensación de peligro, de inseguridad, llegando a quitar el sueño en la persona o poniéndola en depresión pues el recuerdo del evento permanece en ella (para una representación más clara de dicho trastorno, véase la película "American Sniper"). Y créanlo o no, dicho suceso afecta a muchos. No es necesario ir a la guerra. En este mundo caótico esa clase de heridas pueden presentarse y alojarse en nosotros.
Derivado de eso, suele venir lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático; donde dicho evento deja secuelas en la persona, pues el impacto de este deja una sensación de peligro, de inseguridad, llegando a quitar el sueño en la persona o poniéndola en depresión pues el recuerdo del evento permanece en ella (para una representación más clara de dicho trastorno, véase la película "American Sniper"). Y créanlo o no, dicho suceso afecta a muchos. No es necesario ir a la guerra. En este mundo caótico esa clase de heridas pueden presentarse y alojarse en nosotros.
Pero bueno, si tenemos una pistola y en su interior se encuentra una muestra de piel y sangre de la persona que empuño el arma, derivando con esto en una prueba de ADN que da con su identidad, ¿es esto suficiente para dar con un culpable? No, lo que tenemos es únicamente un sospechoso. Y este se le suelen ver de dos maneras: como el principal sujeto a seguir del caso o como parte de un escenario mucho más amplio. En lo que leo, el personaje que se presenta como el dueño del ADN, su nombre se presenta en más del 90% de la historia, elaborándose planes y escenarios alrededor de él, pero en términos de una historia, de una novela, de narrativa, es valido tener algo así, al tipo malo que es buscado, hace al lector engancharse, tener una referencia, pero de igual forma es bueno saber que no siempre ese tipo malo (por más de lo que haya hecho en el pasado) es responsable de lo que se le acusa, que hay otros personajes alrededor igual o más trascendentes que este. Como en un rompecabezas, las piezas son muy importantes.
martes, 27 de junio de 2017
Diálogos
—¿Puedes creerlo? Hacen tanta campaña en contra del sobrepeso, de los daños a la salud causados por la obesidad, de lo letal que puede llegar a ser dicha problemática y nadie se activa para combatirla; en cambio, haces campaña para que la gente se subleve, he inmediatamente la gente se apunta, casi casi que toma las armas para tomar las calles o cualquier otro medio.
—Lo que pasa es que vivimos en un país de antecedentes revolucionarios. Aparte de que el nuestro es un país constantemente golpeado, dañado, así que cuando se trata de manifestarse, brotamos ipso facto; en el inconsciente colectivo tenemos algo de Villa o Zapata.
—¿Y dónde está el diálogo?
—Diálogo es una palabra elevada. Y no por su pronunciación o significado. Sino por lo complicada que es llevarla a cabo en un país que generalmente habla por medio de la violencia o donde otros suelen hablar por ellos o donde de plano no quieren hablar. He aquí un factor para que exista un déficit de democracia.
—Uno ve en la televisión que invitan al diálogo pero da la impresión que aún estamos muy verdes para ello, que aún somos un tanto cavernícolas, un tanto arcaicos para hacer buen uso de dicho método y llegar a un cambio. Somos como alumnos de primaria a quienes la palabra nos hace preguntarnos "¿y ahora qué hacemos con esto?", se mira como supongo miró al fuego la primera persona que lo descubrió: con asombro pero a la vez con precaución.
—Pero lo peor es hacer mal uso de dicho instrumento. Primero se dialoga, después se actúa; no a la inversa. Por medio del intercambio verbal es como llega el cambio, al saber qué es lo que piensa la otra persona, qué es lo que requiere, qué es lo que siente, antes de siquiera echar manos a la obra; después esa obra se convierte en proceso que por lo regular está más plagado de daños que beneficios. ¿Y por qué? Porque fue cosa de uno, no de dos; porque el diálogo se suprimió.
—Otra palabra altamente pronunciada en este país: proceso. Cada seis años lo encaramos y hasta hoy de esos procesos no he visto ningún beneficio. De igual forma pasa en el fútbol, liga o selección, donde proceso es la palabra en cuestión, la palabra a la que se le invierte todo, pero resulta dando nada o muy poco. Y lo peor de todo es que la mayoría de esos proyectos no llega ni siquiera a la o; apenas vas por la erre y ya acabaron.
—Si nos ponemos a enumerar las innumerables problemáticas de este país, nos llevaría innumerables hojas, innumerables horas e igual estaríamos en el mismo lugar. Por eso la temática suele ser un deja vu porque siempre da la sensación de que ya habíamos hablado de eso. Mejor dime, ¿qué dice la psicología?
—Pues nada, que el otro día estaba en sesión y un paciente me insultó.
—¿Y qué hiciste?
—Me metí a clases de box. Uno también tiene derecho a descargar sus pulsiones.
—Y a guardar silencio y a un abogado.
—Seguro. ¿Puedes creer que en este circo de nosotros depende la prudencia? Al final somos la misma persona aunque en un sentido más estricto, no.
—Lo mismo pasa con los policías, por ejemplo. De ellos se espera que se aplique la ley, que sean ejemplo, pero en ocasiones suelen resultar de la misma hechura que los criminales realizando homicidios o actos de corrupción.
—La única gran diferencia es que el psicólogo no tiene tal importancia en la sociedad. Nosotros somos más actores secundarios que protagonistas. De nosotros se espera que lo de arriba funcione de maravilla mientras lo demás alrededor es una pesadilla.
—Por lo pronto, invierte todas esas pulsiones en el saco porque mientras no tengan los psicólogos leyes que los protejan de un "derechazo en defensa propia", llevas las de perder.
sábado, 24 de junio de 2017
Interrogantes
¿Por qué me escogiste a mi, de todas las personas en este lugar? ¿Fue por mi cara? Quizás dijiste: "este parece extranjero. Quizás de Veracruz. Tiene ese color de costa, de puerto, no como la gente de aquí que tiene un aire de refinería". ¿O fue la barba? Quizás dijiste: "este parece centrado. Si algo nos dice el bello facial es que entre más cantidad haya, más asertiva es la persona. Así que en una ciudad de lampiños, el velludo es rey". ¿O fue porque estoy del lado del sol? Quizás dijiste: "este está en plena fotosíntesis. Así que si me le acerco y le pregunto, quizás sobreviva en esta ciudad asfixiante". Quizás fue que estoy a lado del puesto de migadas y el olor te atrajo; quizás fue que viste a la chava de enfrente y como te dio pena hablarle, me escogiste; quizás fue que al buscar a quién preguntar, abrí mi refresco y el ruido del gas te hizo voltear; quizás, quizás, quizás pero por algo me escogiste. Donde quiera que haya opciones para elegir, ninguna elección es tomada a la ligera.
miércoles, 14 de junio de 2017
704
Vivo en una calle donde viven aproximadamente 50 personas de las cuales menos de diez de ellas conozco su nombre. Estudio en un salón de 30 personas donde solo conozco el nombre de uno. Vivo en un país que me oculta cosas y que mueve sus cordeles sin que me entere. Soy parte de un estado abandonado tomado por el crimen organizado. Tengo televisión abierta en mi televisor repleto de novelas y películas dobladas al español. No me ofrece nada pero me desconecta del mundo exterior. El tiempo se me escurre como el sudor y el sol allá afuera está cada vez peor. Las redes sociales son nuestros parques. Ahí no hay que preocuparse del calentamiento global o de cualquier otra inseguridad acechante. La vida se ha vuelto intrínseca. La gente vive para sí. Y la palabra que más he escuchado es comunidad, ¡qué calamidad! ¿Cómo llegar al cambio así? ¿Con qué esperanza encaramos el futuro? Mientras me encuentro en lo oscuro de mi habitación, no encuentro mejor descripción de la gente: un individuo en medio de un entorno que lo abruma y que recurre a él como única alternativa.
domingo, 11 de junio de 2017
Escuela Pública
Si sucede algún tipo de conflicto, ¿a quién recurrir? Claro, se podrá decir "pues son adultos, que resuelvan sus cosas como tal", pero te sorprendería la cantidad de adultos que no saben hacer frente a dichas problemáticas. A lo largo del pasillo hay carteles de qué hacer en caso de incendio, de algún desastre natural, pero no de qué hacer en caso de emociones; estamos totalmente desprevenidos para tal evento. Cuando nos sucede algo así solemos actuar con la furia de un volcán. Y tal reacción tiene sus contras. Digo, está bien manifestar lo que uno siente y no ocultarlo bajo una sonrisa o un "todo está bien" o algo extremadamente positivista, en pocas palabras, ser fiel a lo que se manifiesta, pero en ocasiones solemos rebasar todo límite.
Y refugiarse en las personas no es para mi algo conveniente. Al menos no en el sentido de esperar que ellos apaguen el fuego. Una cosa es acercarse para hablar y otra para que esa otra persona hable por ti. En uno buscas un lugar donde depositar tus palabras, alguien que te escuche, similar a lo que hace quien se acerca con un amigo o con quien va a una iglesia; en el otro, alguien que esté de tu bando, que luche también tus batallas.
A veces me da la impresión que las personas mal interpretan el papel del otro, del semejante y se cree que es ese hermano de batallas que debe pelear con nosotros cualquiera de ellas, por más insignificantes o anodinas que sean; y no es así, esa otra persona está para ser apoyo en causas que beneficien el uno al otro, no que únicamente beneficien a uno. ¿En qué cambia mi vida, por ejemplo, el inmiscuirme en una problemática, en fricciones entre dos personas? En nada. En cambio, me ayudaría y mucho, una donde se construyan puentes peatonales o se pavimentaran calles. Eso es comunidad. Eso es un bien para la comunidad. Algo que a todos afecte y que a todos involucre en sus beneficios y perjuicios; no en una disputa del tipo "ella dijo, él dijo".
lunes, 5 de junio de 2017
Qué pasaría...
¿Qué pasaría si el arbitro no existiera y la justicia quedara en manos del jugador?
El arbitro es el equivalente a la justicia. Pero incluso en la vida cotidiana, la justicia no puede estar en todas partes ni dar gusto a todos al igual que el silbante del partido. Los errores llegan, y las maldiciones también. Así que, imaginen que un partido se juegue sin el colegiado y que el futbolista, con todo lo que representa estar en la cancha, sea el cargado de emitir justicia. La figura imparcial, neutral del arbitro desaparecería y con ella, también, ¿la justicia?
Porque da la impresión que el futbolista es solo futbolista, únicamente dedicado a mover la pelota, a tirar gambetas, a meter balones al angulo, mas no en términos del buen desarrollo del partido en lo referente a la justicia, porque al fin de cuentas, es tan importante a la hora de hacerla que un arbitro; éste, solo toma la decisión, la decisión que nadie toma, tomará o tomaría.
Y en la media cancha, hay un balón dividido, dos jugadores se barren, y como no queriendo, uno le pega al otro y viceversa. ¿Ambos jugadores se levantarán y dirán: me equivoque y se amonestaran o se armará un toma y daca entre los jugadores? Lo más probable es que se arme un cónclave de empujones. El Fair Play se olvida. Sino pregúntese, ¿cuántos penales se hubiesen tirado afuera una vez marcados?
La jugada puede ser cualquiera. Muchas se pueden presentar. Desde un penal que no era (tome por ejemplo la famosa jugada de Robben) hasta un offside. La cuestión es: ¿está el jugador preparado para ser su propio juez, está el jugador preparado para ser el juez de un partido, está el jugador preparado para influir en ese proceso llamado justicia? ¿Está el jugador listo para ser algo más que jugador? Y lo mismo va para allá afuera del rectángulo; allá donde la vida cotidiana transcurre.
viernes, 2 de junio de 2017
El amor
Era una toalla colgada de un mecate. La dejaron ahí para secarse. Pero un día la tormenta llegó y arrasó con ella. La toalla se estremecía de aquí a allá sin poder hacer nada. Los vientos eran mayores que su voluntad férrea. Al día siguiente, la toalla estaba parcialmente ennegrecida. La tierra se fundía con el agua. Días después, cuando el viento volvió, la toalla eventualmente cayó, se fundió con la tierra humedecida, prestamista de su color. En la actualidad, aún se puede ver aquella toalla, endurecida por el lodo, con la apariencia de una piedra, esperando a ser salvada pues se ha convertido en algo que no era. Esa toalla era el amor.
jueves, 1 de junio de 2017
Audiencia de la audiencia
—Ves a esa muchacha de ahí, yo le dí matemáticas.
—¿Ah, sí? ¿Estuvo buena la clase?
—Sí, fueron fracciones.
—¿No se comportó reacia? Ya ves que luego las matemáticas son tediosas.
—No, hasta eso fue bastante cooperativa y dispuesta.
—Quién iba a pensar que las matemáticas tuvieran ese efecto.
—Te sorprenderías de los saltos que ha dado el estudiante. Ya no es como antes. Ahora todo es más liberal, no hay tapujos para las matemáticas.
—¿Ya vieron el nuevo vídeo que subieron a Facebook?
—No.
—Bueno, no es un vídeo tal cual. Es el live streaming de la pelea entre dos alumnos de la escuela y al tiempo que es transmitida, estudiantes como no estudiantes, comentan de dicho evento. Algo así como el Chávez vs Canelo pero sin saber quién va a ganar de antemano.
—¿Y los maestros?
—Dando calificaciones. La educación ante todo.
—Extraño los tiempos donde lo insignificante era insignificante. Ahora lo insignificante es masivo. Vivimos bajo una lupa que todo lo sobredimensiona.
—Lo que pasa es que tú nunca jugaste Mortal Kombat. La gente está teniendo una descarga de nostalgia. La sangre llama.
—¿Ya vieron los comentarios? "¿Desde cuándo hay brasileños en esta escuela?", "Hoy el ganador es el de los chicharrones", "¿Sky transmite esto?", "¿Es este juego compatible con mi Xbox One? Los gráficos son muy reales", "Los rudos, los rudos, los rudos... y el Atlante", "¿Esto cuenta como educación física?", "#NoEraKnockOut".
—Somos la audiencia de la audiencia.
—Ese brasileño perdió porque no movió las piernas.
—Ni los brazos. Era un tronco.
—¿Cuántas personas vieron esto?
—100. En horario de clases.
—Y si tocó una clase con el tirantes, el salón entero, te lo aseguro. Ese maestro enseña química como una boa; te asfixia.
—Podemos estar en presencia de la nueva sensación online. Pero nada como aquel topless.
—Aquel topless todavía me trae regresiones de la infancia.
—Ahora cuando lleguen a casa y les pregunten qué aprendieron en la escuela, dirán: "que el box es más que trompadas". Porque arrogancia sería decir que no se aprendió nada. Siempre se aprende algo.
—Bueno, pero lo que ahora necesito es recordar. ¿Dónde deje el canuto?
—En el hormiguero.
—Y mi humanidad por los suelos. Ya me odian las hormigas.
lunes, 22 de mayo de 2017
Morbo
Un día, me encontraba mirando hacía una ventana tratando de dilucidar qué figura se encontraba reflejada. La miraba y la miraba tratando de encontrar una respuesta pero la curiosidad era mayor. Así fue como descubrí el morbo. Palabra tan pequeña pero tan significativa. Basta con encender la televisión o comprar el diario o iniciar sesión en Facebook o mirar pornografía o escuchar una conversación ajena. El morbo, en este presente tecnológico, en este presente sin fronteras, al alcance de celulares y cámaras, de todo y nada, donde un choque de automóviles es portada o donde un accidente es material de cualquier cámara, convierte a dicha palabra en oro puro, en aceite que mantiene corriendo los engranajes.
Basta con poner como ejemplo el programa sobre ovnis que conduce Jaime Maussan que aun y con toda su evidencia, no logra arrojar certezas sobre si existe o no vida en otros planetas o siquiera saber si lo que se ve son objetos extraterrestres pero aun así la gente lo ve y lo sigue, siempre y cuando les alimente la curiosidad. De la misma manera, aquellos programas que hablan sobre prácticas ocultas, eventos paranormales, programas tipo talk show y demás, generan un gran morbo en los espectadores más allá de no otorgar ninguna respuesta o algo de utilidad al espectador.
Otro ejemplo es como en la actualidad cualquier persona con celular es una persona armada, literalmente. Es un camarógrafo sin licencia, es un reportero clandestino. Y con la facilidad que dan las redes sociales para subir cualquier tipo de contenido, dicho material puede llegar a grandes audiencias y por ende llegar a alturas insospechadas, a volverse viral en un santiamén; aun y cuando el contenido informativo o siquiera reflexivo sea nulo. Recuerden que la actualidad lo que se busca es consumir, así que sea bueno o malo, falso o cierto, provechoso o no, igual va pa' 'dentro, a las fauces de las masas.
Un ejemplo más es la sexualidad (que abarca desde el sexo hasta la orientación sexual). Al ser este un tema tabú, el morbo parece venir ligado por obligación. Basta con recordar aquellas clases de sexualidad en la universidad donde el maestro hablando de homosexualidad, compartiendo anécdotas de consultorio, no entregaba nada concreto sobre la temática o información de utilidad pero tenía al salón atento sobre lo que hablaba. De igual manera, basta recordar aquellas platicas sobre sexo, quién es gay y quién no, masturbación, pornografía y demás tópicos similares por las que todos alguna vez hemos pasado y que generan una gran expectativa en sus receptores.
Así que en estos tiempos donde la gente quiere estar entretenida mas no informada, en estos tiempos donde lo prohibido es sumamente tentativo, en estos tiempos donde la curiosidad no necesariamente mata al gato sino que lo vuelve más fuerte, el morbo es una pieza importante para que las cosas prevalezcan tanto en lo informal de la vida cotidiana como en lo formal de otras empresas.
Lecciones
Lección 1: Tu negocio será tan grande en proporción a la gente que invierte.
Desde una empresa, pasando por un equipo deportivo hasta una banda de música, los inversores son clave para el éxito. Y por inversión no necesariamente me refiero a dinero sino también a presencia, fidelidad, como la de un aficionado a un equipo o a un artista/banda en particular; esa energía de la que habla el psicoanálisis, esa inversión humana que inviste a las cosas.
Lección 2: Si lo que vendes es global, por más de que esté mal, venderás.
Aquí pondré dos ejemplos: los carteles de drogas y el bullying. Los primeros aparte de tener una gran organización de igual manera tienen un mercado que demanda el producto y que hace que su negocio llegue a muchos lugares. El segundo es un mal que acontece en todo el mundo y del que todo el mundo está harto de él habiendo organizaciones dedicadas a su erradicación y concientización de la problemática así que cuando surge algo afín a, suele tener aceptación por la gente. Recordemos que el mundo es un gran mercado y si hay necesidad de algo o demanda por algo, el producto vende como pan caliente.
Lección 3: El consumidor se mueve por dos cosas: propaganda y afiliación.
La primera es la manera en la que se vende el producto: los medios, las formas, las palabras, todo lo que rodea al hecho de hacer llegar el producto a las personas de modo que las personas hagan clic con él. Lo segundo no hace referencia únicamente al hecho de que el ser humano busca ser pare de algo, de algo que le dé valía, que le proteja, que le dé pertenencia, que le dé afecto sino también al hecho de que ya pertenece a un grupo, a un entorno y éste facilita aún más la afiliación a otro (es más fácil ser parte de algo si tu amigo o alguien conocido o afín lo es).
Lección 4: Los sentimientos son hilos conductores.
La gente dice que es humana porque siente. No, sientes porque eres un ser vivo. Y precisamente lo que las personas ponderan con vehemencia es precisamente esa telaraña que al mismo tiempo que sirve como resguardo, es trampa que sirve como medio para adquirir alimento a otros.
Lección 5: Eres libre de creer/comprar lo que quieras pero igual lo eres de consultar/indagar.
Lo que nos hace humanos es la capacidad de pensar, analizar, razonar y en muchas ocasiones dicha capacidad la delegamos por aquella que más problemática y volátil es, de la que menor uso sabemos hacer (porque créame, hay un déficit de inteligencia emocional); si así como nos arrojamos a ella, nos arrojáramos a esa otra capacidad más pensante definitivamente no fuésemos tan propensos de caer en esa red. De igual forma, estamos acostumbrados en la actualidad a que otros piensen por nosotros, a que las decisiones sean tomadas por otros, a ser sobre-estimulados y por ende avasallados.
sábado, 22 de abril de 2017
715
7
Yo abajo decía: ese avión luce como mosca.
Alguien arriba decía: esa casa luce como hormiga.
Humanidad relativa.
Y así nos vemos cada día,
unos desde sus volvos,
otros desde sus despachos,
sin importar que todos somos del mismo plato;
somos abono,
somos tierra,
somos polvo,
somos suelo,
ese que unos andan a pie
y otros volando.
Desde el cielo todo se ve más fácil,
desde abajo todo se ve con anhelo.
1
Cuando se habla de perdón,
nos ponemos de rodillas
pero el perdón está más arriba.
Cuando se habla de respeto,
nos quedamos callados
pero no todos toman el silencio
con el mismo agrado.
Cuando nos hablan de ser humano,
nos preguntamos
quién es ese pagano
que predica lo opuesto
a lo enseñado;
lo de hoy ya no son las rodillas o el silencio,
lo de hoy no es el perdón o el respeto,
lo de hoy es el ser desértico:
aislado, acalorado, cruento;
una promesa de oasis
entre lo desierto.
5
¿El amor es la esperanza?
No, el amor es lo que se espera
pero mientras esperamos
nos conformamos con el fuego de la hoguera,
ese cuyo fuego arde a base de humanos
que en busca de lo eterno
perecen en las llamas de lo terreno,
en sus vicios, en sus miedos, en sus deseos.
¿Alguna vez se ha preguntado
dónde va toda esa gente?
No al cielo, no al infierno
sino al olvido de la gente;
pues lo que el fuego consume tan pronto
no vale la pena el recuerdo;
por eso esperamos
por algo auténtico y verdadero.
lunes, 10 de abril de 2017
Afasia
Afasia es un pueblo pequeño, de tan solo 10 casas y 20 habitantes, austero, vacío la mayor parte del tiempo, adulto, casi viejo, sumergido en su silencio interno y en la calma terrenal que desde la llegada de una pistola fue corrompido desde adentro.
Era un día nublado, presagio, quizás, de lo que vendría, cuando aquel señor barbado, desaliñado, dejo caer a la entrada de mi casa dicho instrumento extraño, desconocido hasta aquel momento. La curiosidad por mi corrió mientras que una maldición a lo lejos se oyó: "nada es igual cuando en tus manos se posa". La voz de a poco se fue perdiendo pero aquella oración y su estruendo perduró en mi por mucho tiempo.
En mis manos, aquel objeto sobresalía por sí mismo. Era de un color plateado como el metal mismo. Brilloso. El sol, que entre nube y nube se asomaba, se reflejaba sobre ella, dejando encandilada mi vista; un punto negro se posaba en la frente del único vecino allí presente, cuyo rostro permanecía impávido. "Al parecer, hoy es un buen día para recibir regalos", pronunció, al tiempo que seguía su camino hacía su casa.
Lo siguiente fue llevar la pistola a la mesa redonda, justo en el medio del pueblo, donde el destino de las cosas se decidía. Los habitantes de a poco se fueron acercando, congregando, algunos sorprendidos, otros entusiasmados por el nuevo objeto arribado. Pero solo uno abrió la boca y señaló al objeto por su nombre; a partir de ese momento supimos lo que era más no lo que vendría. "Eso era lo que llamaban arma", dijo el inquilino senil de Afasia al tiempo que concluía "y nadie salia vivo de ella".
El pueblo decidió que el arma en esa mesa se quedaría y que solo bajo circunstancias especificas se tomaría, el arma era un medio para lograr algo, como una pala, pero incluso los objetos más insignificantes podían causar estragos en nuestro suelo. Quien tomara el arma debía de saber de la responsabilidad entre sus dedos. No solo lo afectaría a él sino a quienes se encontraban entre él.
Cuando 15 días se cumplieron desde que el arma llegó aquí, un día sin que nadie lo pudiera prevenir, el arma no estaba más en la mesa. Lagg apuntaba el arma a Clem mientras profería "nunca más volverás a poner un pie en mi casa". El rostro de Lagg se mostraba árido e inexpresivo en contraste con el rostro sudado y preocupado de Clem. El miedo y el enojo se encontraban frente a frente y fue, precisamente, la frente de Clem, quien salpicó el suelo verde de ese liquido rojo.
Nadie lo podía creer. El cuerpo sin vida de Clem yacía allí enfrente de una audiencia sorprendida, despojado, recostado en una alfombra verde mientras la sangre segupia su cauce hacía un nido de hormigas. Analogía de quien es superado ante una circunstancia que le supera inmensamente. No hay manera de que la palabra tragedia se evadiera tanto aquí como allá.
Meses después de la muerte de Clem y el exilio de Lagg, pues su casa se infestó de hormigas que no dejaban de picotearlo día tras día, en respuesta a la perdida de su hogar, tomando su casa como locación para su nuevo hormiguero, uno donde se dejaba ver la chimenea entre tanta tierra. Era de noche y contaba luciernagas en el cielo cuando, una sombre en la distancia se acercó a la mesa, la ausencia de luz era el camuflage ideal para cualquier animal y humano.
La pistola se alzó de la mesa y se balanceó a la par de la silueta que despues de unos metros se detuvo en la casa de Elle, al tiempo que se adentraba a ella, dejando la puerta abierta asomando la luz de una vela, quieta, postrada en el fondo. Un silencio continuó a la secuencia dejando como único sonido la entonación de un grillo que añadia suspenso a una noche de por sí misteriosa; de pronto, una detonación se escuchó, iluminando brevemente su interior, dejando ver una cabellera larga y una nariz pequeña y chata; era Elle.
Algunas velas surgieron aquí y allá, congregándose a las afueras, estremecidos por aquella detonación sorpresa. Minutos después, un ruido prolongado y constante se escuchó, era Elle arrastrando a su esposo Pe, dejando una estela de sangre en el interior que la luz de la vela dejaba ver. Elle camino y camino, ignorando a los presentes, hasta perderse en aquel oscuro horizonte pronunciando únicamente: "eres mío y de nadie más". Desde esa noche, nunca más se supo de Elle, ni del cuerpo de Pe, ni de Tina, que entre lágrimas y sollozos, dejó su casa esa misma noche.
Un mes después de tan trágico evento, el pueblo se preparaba para recibir a su coronado, el miembro más valioso de la comunidad cuyo esfuerzo y dedicación constante es redituado. La persona en cuestión era Ro quien había vencido a Zu el viernes pasado tras haber deliberado que aun y cuando la simpatía era importante, la autoridad lo era más; pues cualquiera puede llevarse bien con cualquiera mas no cualquiera puede liderear a alguien. Aunque las objeciones no se hicieron esperar, aquella era una comunidad democratica.
Ro y Zu subieron al estrado, decorado con los colores de la comunidad, verde y morado, y con la bandera de aquel viejo faisán devorando un mango ondeando en lo más alto. Ambos tomaron sus respectivos lugares y Ro se levanto para ser coronado; con la alegría en el rostro y listo para decir algo, una detonación prorrumpió a sus espaldas, dejando a su cuerpo sin vida en una caída libre de la cual no se levantaría jamás. Unos se llevaban las manos a la cabeza, otros lloraban desconsoladamente pero nadie recordaba ya que aquel día, era el día para celebrar el triunfo de la democracia.
Aún en el shock del impacto de la pistola, Zu gritó y el pueblo volteó al estrado, la pistola estaba en su cabeza; ella era ahora la victima de su propio atentado. Un silencio se posó de la nada, nadie lloraba, nadie susurraba nada, toda atención estaba en aquel momento urgente. Pero nada podíamos hacer, aquel dedo indice estaba destinado con un propósito, la siguiente bala se reservaba para ella. El martillo cayó y con él no solo el cuerpo de ella sino también nuestra esperanza, la esperanza de que se puede llegar a ser mejores.
Son las 12:00 de la noche y escribo esto en silencio, aislado en mi cuarto, con un poco de luz como testigo y con la pistola a un costado de la mesa, pues la última bala es para mi. Este pueblo no fue el mismo desde que esa arma llegó aquí y me siento responsable por ello. No es que mi muerte solucione algo pero al menos quitara ese gran peso sobre mi. Si algún día alguien lee esto, no se deshagan del arma solo denle el uso correcto.
jueves, 6 de abril de 2017
5, 4, 3, 2...
La psicología comunitaria es una materia de la psicología cuyo enfoque es, como el mismo nombre lo dice, el grupo, la comuna, el todo; contrario al enfoque tradicional de la psicología que se centra en el individuo en vez de centrarse en el entorno que le rodea. Su objetivo es el de dar a dicha comunidad las herramientas para ser auto-suficientes y saber afrontar por ellos mismos las situaciones que se presenten en su entorno. Algo así como el padre que enseña a su hijo a abrocharse las agujetas para que este no recurra al padre con frecuencia cada vez que necesite abrocharse las agujetas.
Lo que tenemos ahora se puede llamar comunitario porque cuenta con un gran número de personas mas no estrictamente porque deje algo bueno a su comunidad. Basado en lo que uno ve, no en lo que sabe, justamente como empezó todo esto, lo que uno ve son gente que sigue ordenes, repitiendo palabras especificas, paradas en las esquinas como halcones o en cualquier otro lugar donde la calle se los permita, persecuciones, qué lugares visitas, por dónde vas a pasar, la invasión de la privacidad, de la vida personal, la violencia desenfrenada hasta tal punto de involucrar y herir a gente ajena, la criminalización de alguien que no es un delincuente.
Todo eso qué deja de bueno, cuál es el beneficio que deja a la gente el ser parte de todo eso, ¿son ellos mejores como individuos miembros de una comunidad? ¿Es su comunidad mejor que antes? ¿Son sus familias, vecinos, amigos mejores que antes? ¿Es la ciudad donde viven un mejor lugar para vivir? Recuerdo cuando la institución que apoya todo esto desde un inicio, robó a sus alumnos miles de pesos con una rifa falsa; ¿dónde estaban todos ellos, los mismos de ahora, en aquel momento corrupto? O cuando el crimen organizado tomó las riendas de la ciudad dejando a sus habitantes petrificados y encerrados en sus hogares; ¿dónde estaban todos esos mismos actores sociales unidos por una misma causa?
Desconozco el panorama completo de lo que se hace, qué se dice de mi, cuál es su justificación, el modus operandi alrededor, pero aún más desconozco los motivos por los cuales la gente lo hace si lo que hace no trae un beneficio directo a la sociedad sino a un grupo determinado. Aplaudo la unión, pero aborrezco sus medios y motivos.
martes, 4 de abril de 2017
Palabras
Si cada palabra que sale de mi boca es una agresión, ¿entonces para qué hablamos? ¿Para qué convivimos? ¿Para qué estamos aquí reunidos? La vida se nos va ir en disculpas, se nos va ir en disputas, se nos va ir en revoluciones. De todas las palabras por las que estoy aquí, en ninguna estuvo en mi la intención de herir pero la gente tiene una fe tan grande en lo que siente que se avienta a su vacío sin pensar dos veces. Si el humano fuese un perro, sería como aquel que vive a lado del viejo árbol: mordería por cualquier cosa, no sabría distinguir entre quién camina y quién pisa. Pero vamos, el humano es más que el instinto y todos lo sabemos. El humano es un animal de intereses. Así que no son solo las palabras el motivo. Las palabras son el subterfugio de algo más escondido.
lunes, 3 de abril de 2017
Ético
En psicología, hay algo llamado código ético, derivado de lo moral, del bien y mal hacer, que en pocas palabras es confidencialidad, o sea, el hacer buen uso del poder que tiene el psicólogo por sobre la información personal del individuo/paciente y en la cual recae una gran responsabilidad sobre el especialista de no divulgar tal información que el individuo con confianza deposita en este.
Así que, aquí tengo el expediente de fulanito, un psicótico esquizofrénico-depresivo limítrofe, que solo por el diagnóstico suena intimidante, suena cabrón, suena a una clase de antagonista creado por Marvel. Ahora imaginen que divulgo, yo como psicólogo, dicha información por mis propios motivos personales; ¿estaré haciendo bien? ¿Son mis motivos mayores que la integridad del sujeto? ¿Existe un motivo más grande que la persona? Dicha decisión puede provocar desde que el avance que se lleva con el paciente se desvanezca hasta provocar que su vida se ponga en riesgo ante un posible suicidio o daño a su persona. La privacidad es muy importante no solo en términos de cotidianidad, sino también en términos de vínculo terapéutico, de profesión; ya que la nuestra no es una que se distinga por divulgar información personal (cual chisme de vecindad), y si así lo fuera, la popularidad del psicólogo sería menor de lo que es ahora.
Lo sé, lo sé, todo esto suena muy moral, del buen hacer, y allá afuera es un desmadre, cada quien hace lo quiera, pero precisamente por eso de quien más se espera, como el psicólogo, es quien menos puede fallar. Más allá de que el sujeto esté mal, no puede haber dos errores en un mismo escenario; y más cuando la otra persona se supone que es la correcta. La gente nos ve como seres superiores (del tipo que responde respuestas y soluciona problemas) y somos quienes menos margen de error tenemos, de quien mayor expectativa hay. Del otro lado no, pues ese está "dañado", ese está "mal", de ese no se espera demasiado. Una vez más: información es poder. Y dicha información en manos de las personas equivocadas, en manos de un gran número de personas, manoseada, compartida de aquí a allá, no es lo ideal para el profesionista mucho menos para el individuo/paciente y su respectiva mejoría.
Apre(h)ender
Un maestro llega y te dice que por los próximos 4 años te pondrá un cigarro encendido en tu brazo para que sientas. Yo creo que el proceso enseñanza-aprendizaje es eso: 50/50. Tú como maestro enseñas, yo como alumno aprendo. Somos equivalentes. Somos igual de importantes. Así que mi pregunta sería por qué no me enseña qué hacer con mis sentimientos porque de antemano sé que sentiré. En ocasiones, no se suele aprender nada de lo que se enseña porque se presupone que lo que se enseña es lo que se necesita, cuando las necesidades pueden ser otras totalmente distintas.
Se hacen planes, se hacen programas para enseñar a la persona algo para acabar resultando que lo que se enseñó no dejo nada en la persona. Quienes enseñan siguen una línea, una línea que busca cubrir cierto terreno, terreno seleccionado de antemano; se busca cubrir lo que se puede, no transmitir lo que se necesita. Y aquí es donde ese porcentaje equilibrado se suele decantar totalmente a quien enseña pues es lo que te ofrece lo que hay aunque poco termine por ser de utilidad. Por eso, ahora tiene sentido aquello que me dijeron de que el sistema abierto era el mejor ya que da a quien aprende la medida de lo que aprende (aunque también habrá que señalar que estamos acostumbrados al sistema tradicional en el que el maestro y alumno están presentes 5 de 7 días a la semana y dicho sistema abierta se suele tomar más a la ligera y sin el valor que se merece).
Al ser parte del grupo de los que aprenden, me gustaría decir que el problema no es aprender sino qué es lo que se aprende. Si lo que se me va a enseñar es el dolor, por el simple hecho de causarlo, en una búsqueda de venganza, de desquite, lo que se aprenderá será equivalente a nada. Enseñar no es únicamente "ten y siente" o "ten y lee" o "ten y haz esto"; es acompañar en el proceso, es instruir en el camino, parecido a sembrar una planta que se riega y se cuida desde que es semilla. Un proceso mutuo.
viernes, 31 de marzo de 2017
Entropía
El mundo es un lugar jodido. Todo mundo sabe usar una computadora pero pocos saben dar uso a sus sentimientos. Cuando se le preguntó a una persona por qué tallaba un árbol con singular frenesí, este respondió "porque siento", como si sentir fuese suficiente razón para hacer lo que se hace. El humano es un bicho raro. Se jacta de que siente, castiga a quien no lo hace, pero qué hace este con lo que siente; por lo regular, invertir para perder. Y ese árbol, todo rasgado, con cicatrices por todos lados, con corazones mal tallados y letras en pésima caligrafía, bien representa toda esa entropía, todo ese alboroto, toda esa ebullición interna que se invierte mal. "Lo bueno es que los árboles no sienten", dijo quien no respira.
Mute
Si tuviera que identificarme con alguien en este momento, me identificaría con el personaje interpretado por Paul Dano en "Miss Little Sunshine", un adolescente en una familia disfuncional que utiliza su silencio a manera de protesta, a manera de inconformidad. Una manifestación tan estridente como cualquier palabra, créamelo. Sino tome como referencia ese otro filme llamado "Paranormal Activity", la primera de sus entregas, un filme de terror que en lo personal me gustó porque no hace uso exagerado de elementos estridentes sino que su ingrediente principal es el silencio, ese silencio que construye de a poco en nosotros el terror y que es de igual forma valiosísimo para el género. De la misma manera, "The Tree Of Life", un filme sin tanto dialogo, mucho más visual, que en lo personal me resultó hermoso más allá de que el público asistente en la sala —y algunos otros más allá afuera— no la hayan encontrado interesante, llegando a catalogarla como aburrida; y, por último, esa otra película —por ver— llamada "Hush", del género de horror, que da uso del silencio como elemento principal (de hecho, el título del filme en español es llamado de tal manera).
El silencio es un elemento de peso, de eso no hay duda al respecto, es vital en la vida como en el cine, mucho más en estos tiempos modernos donde todo es ruido, donde todo es estruendo. Lamentablemente, cuando alguien opta por el silencio es condenado al ostracismo, dado prácticamente como muerto, como no existente, como un cero a la izquierda cuyo valor es nulo. Si no le hablas a tu pareja, no la quieres; si no le hablas a tus amigos, no los valoras; si no participas en clase, tu calificación es menos; sino hablas eres un retraído social, lo más cercano a un asceta. Hoy, entre más ruido haya, nos sentimos más como en casa, nos sentimos en nuestro hábitat natural. Por eso ir a lugares donde el ruido se encuentra ausente, tales como ranchos o zonas arqueológicas, o cualquier zona apartada o recluida, es una experiencia única, una sensación de tranquilidad, de paz, que no muy recurrentemente se vive en nuestros días.
El silencio es un elemento de peso, de eso no hay duda al respecto, es vital en la vida como en el cine, mucho más en estos tiempos modernos donde todo es ruido, donde todo es estruendo. Lamentablemente, cuando alguien opta por el silencio es condenado al ostracismo, dado prácticamente como muerto, como no existente, como un cero a la izquierda cuyo valor es nulo. Si no le hablas a tu pareja, no la quieres; si no le hablas a tus amigos, no los valoras; si no participas en clase, tu calificación es menos; sino hablas eres un retraído social, lo más cercano a un asceta. Hoy, entre más ruido haya, nos sentimos más como en casa, nos sentimos en nuestro hábitat natural. Por eso ir a lugares donde el ruido se encuentra ausente, tales como ranchos o zonas arqueológicas, o cualquier zona apartada o recluida, es una experiencia única, una sensación de tranquilidad, de paz, que no muy recurrentemente se vive en nuestros días.
De igual forma, guardar silencio o estar en silencio requiere de una gran disciplina; disciplina que en otras culturas es necesaria para meditar, para trascender, para encontrarse como persona. Pero tal pareciera que la sociedad donde vivimos, la sociedad occidental, no requiere encontrarse a sí mismo; quiere ser encontrada, quiere ser formada, quiere ser moldeada por otras manos, por otros refractarios. Si damos uso de aquella frase "somos lo que comemos", por ende somos lo que consumimos, somos lo que hablamos, somos ese ruido ajeno que se apodera de nosotros.
miércoles, 29 de marzo de 2017
Pandora
En todo país existen dos tipos de leyes: las tácitas y las explícitas. Las últimas se encuentran escritas en esas grandes hojas de papeles, pergaminos del bien actuar social y las primeras son esas leyes que aunque no escritas, son adheridas por el medio social, por medio de la gente, no oficiales, no legales, pero que rigen el actuar de un cierto grupo.
Así que me encuentro en Facebook, y como siempre, uno se puede hallar lo que sea, la red social es una caja de Pandora. Y entre las tantas cosas que brotan surge el descontento, el enojo, la indignación, ante temas sociales como la violencia. Por un lado tenemos al tipo que es absuelto de sus cargos y la ebullición de la gente ante la resolución de su caso pues las leyes han decidido dejarlo en libertad. Por el otro, tenemos a un grupo de personas que unidas lincharon a otra por sus actos cometidos, sin juicio de por medio, todos en complicidad de acto. Pregunta: ¿por qué en dos actos de violencia, en uno estalla la indignación y el descontento, y en el otro no? ¿Es la diferencia el aval social? ¿El hecho de que en uno las leyes actuaron y en otro las personas intervinieron? Porque ambos actos son igual de alarmantes. Si me lo preguntan, el hecho de que otras personas lo hagan tiene un peso importante para su aprobación al igual que para eso llamado moral pues la carga de culpa ante acceder a semejante acto es menos ya que existe una justificación de por medio, un por qué lo hacemos; misma que existe para liberar al otro pero que deja un malestar social ante el acto que no ha sido castigado, que no ha sido aprobado por todos.
Yo en lo personal creo que las leyes en este país son pésimas, la justicia en este país es pésima, el sistema es pésimo, pero si me dan a escoger entre tener un juicio o quedar en manos de personas fuera de juicio, escojo la primera; al menos allí queda la certeza de que serás escuchado, de que lo que tienes que decir cuenta igual que lo del otro lado (más allá de que el veredicto final pueda ser justo o injusto pues se sabe de personas inocentes que han sido procesadas).
Si la respuesta a todo es la violencia, ¿por qué tanta indignación? Al final del día, todos dan uso de dicha herramienta bajo sus propios motivos sin importar que violencia, justificada o no, genera más violencia.
Teatro en casa
I
Era un perro negro. De esos que dicen traen mala suerte. Acostado en la acera de enfrente. La señora dueña de la casa lo ve sospechoso. Lo ve como si algo anduviera mal. La señora se acerca sigilosa y con una escoba lo toca. El perro responde gruñendo, molesto. Y así, en ese toma y daca, que aumenta por minuto de intensidad, transcurren los siguientes siete minutos hasta que el animal, negro como el asfalto, suelta una mordida y deja a la señora herida. La señora, con la suficiente sangre para llamarse humana, no la suficiente para donar, entra a su casa. En los siguientes minutos un grupo de personas llega y con la señora como líder, le dan una paliza al animal que lanzaba mordidas para defenderse de la arremetida pero ocho piernas a diestra y siniestra pueden más. Si el animal es la representación de lo instintual, de lo irracional, ¿dónde quedamos?
II
Era una mujer de camisa azul y un tipo de playera negra. Ambos sentados en los polos opuestos de la banqueta. Ella lo miraba, él lo miraba. Ella sonreía, él sonreía. Él tipo saca su celular. Tipea. Ella responde con celeridad. Los labios no se mueven. Sus dedos son todo el lenguaje; la clave morse de la actualidad. Los celulares vuelven donde estaban y entre ellos reina un silencio descomunal. Ella luce enojada. Él mira el abismo del asfalto. Ambos siguen sin decirse nada. Incluso la hoja de papel que sostiene en sus manos son palabras inmovilizadas, plasmadas, como ellos. Volteo al cielo y luce gris, quizás sea el agua acumulada o Dios tiene atorada una lagaña. En cualquiera de los casos, la no está acá abajo. Todo continua opaco. No llamen a esto la mejor historia de amor jamás contada.
viernes, 24 de marzo de 2017
Viral
De hecho, el modelo que siguen es el de una fiesta. Se invita a cinco personas y a la vez cada una de esas personas invita a más personas, teniendo así el doble, triple o cuádruple de las personas iniciales. Pero de la misma manera que en otros escenarios, el número no es validez de algo bueno o de algo de calidad. Tome por ejemplo a las grandes televisoras. Años y años en el negocio, en la vida diaria de millones de mexicanos y no por eso significa que ofrezcan un producto en beneficio de la sociedad, de las personas o ya siquiera un producto bueno, digno de disfrutar. Las televisoras únicamente entregan un producto y las personas lo reciben pasivamente sin cuestionar o analizar. A la gente dale algo que seguir y lo seguirá. Dale algo de qué hablar y hablará. Dale una tendencia y la adoptará. Sino pregúntenle a los miles de artistas, diseñadores, productores o empresarios cuyos productos, cuya materia prima, fueron y son adoptados por la gente otorgándoles jugosas ganancias. Y ese es el escenario en el que ellos se mueven y en el que no es necesario ni siquiera obligar pues la persona está predispuesta a seguir.
El mundo por medio de Facebook
Cómo funciona.
Cada una de las personas con un perfil en la red social es un habitante de la población y entre ellos hay conocidos y desconocidos. Cada una de las cosas que hacemos repercute en el receptor (desde una fotografía hasta un post) que a la vez repercutirá en otros. Cada foto de perfil es una imagen de presentación, la manera en que nos introducimos ante el mundo, la famosa primera impresión. La gente interactúa en esa gran ágora de la misma manera que se hace o solía hacer en un parque o plaza: compartiendo (desde un chisme, chiste, rumor, noticia, hasta consternación, alegría o enojo).
El lado oscuro de todo medio social son los límites. La gente llega a creer que tiene un derecho por sobre usted pues información es poder. Y lo que sobra en la vida real, como digital, es eso: información. Así que si la gente sabe algo de usted o tiene acceso a usted, en menor o mayor escala, digamos que volvemos a los tiempos feudales donde las personas tenían poder sobre usted por terrenos o posesiones. La gran diferencia acá es que los roles se invierten y es lo que pertenece a uno, lo que da poder a ellos. Por ende, hablando de limites, somos una sociedad limítrofe. Somos el equivalente a un continente sin fronteras, somos hijos de la globalización; del todo es de todos.
Y al igual que en la vida real, en la vida digital existen dos realidades alternas; siendo la primera la secundaria y la secundaria la primaria. En ese mundo digital, escenario principal, somos panteras negras, somos unidades, somos relojes al compás del tic tac, atentos a las tendencias, prontos para compartir o publicar, un ejercito de hormigas obreras marchando en pro de su hormiguero. Mientras que, en el escenario secundario, en el mundo de allá afuera, somos una masa segregada, distanciada, apartada, indiferente de los demás. En uno vivimos la utopía, en otro vivimos la áspera realidad. Y los portales a ambas dimensiones se encuentran tan estrechamente ligados y constantemente abiertos que cuesta trabajo distinguir cuál es la realidad.
jueves, 23 de marzo de 2017
Criminal
La diferencia entre un criminal y alguien que no lo es, no es la pistola, es la persona. La pistola es un medio. Y un medio puede llevar a muchos lados. La persona, en contra parte, es un conductor y sus acciones tienen una repercusión aún más grande. Si la pistola nadie la toca, a nadie daña. En cambio, el ser humano no necesita tal cosa. El ser humano se mueve bajo sus propias convicciones. Tomen por ejemplo el amor, la más letal de sus municiones. Y no olviden que también existen las balas perdidas, palabras, balas sin rumbo que hieren a más de uno o que dejan estragos por donde pasan.
martes, 21 de marzo de 2017
Ese show llamado democracia
Antes de comenzar me gustaría dejar algo claro, ¿puedo? Usted y yo antes de hoy nunca nos vimos, nunca interactuamos, nunca cruzamos palabra, nunca entablamos relación o plática alguna, en pocas palabras, no tenemos ningún vínculo entre nosotros. Y digo esto porque la gente suele hablarte o tratarte como si te conociera, como si supiera algo de ti, como si te hubiese tratado de años, basado en lo que alguien más dijo de ti, basado en lo que te contaron, impidiendo tal cosa una adecuada relación, un adecuado desempeño porque de antemano está esa idea predeterminada que obstruye el flujo natural de las cosas.
Yo no debería de estar aquí. Pero por culpa de una institución que decidió cree en la versión de alguien más y excluir la mía, en este momento nos encontramos aquí: usted en su papel de "juez" o "verdugo" social, yo en mi papel de "culpable". Y como en la vida real, ustedes van ganando sin importar cuán equivocados estén. Pero en fin, ahora soy yo, más de rato o mañana es alguien más o usted, pues en este medio nadie es rey.
Voltee a Estados Unidos por ejemplo (o también aquí en México para no irnos tan lejos). Toda esa gente quejándose de Trump (de la misma manera que aquí con Peña Nieto). Mi pregunta es: ¿dónde estaba toda esa gente al momento de la elección? Probablemente unos votaron, probablemente otros no. Quién sabe. El problema es que Trump ahora está en la silla y la gente tanto afuera como adentro lo quiere fuera pero la voz de su país lo quiere dentro. Haya sido un grupo selecto o la población mayoritaria quien se haya expresado. Pero Trump es solo una persona como usted y yo con ideas y creencias personales, la pregunta es: ¿por qué él? ¿Qué se gana teniéndolo al frente? Y esa es, para mi, la pregunta más importante. Quizás sea él el medio de unos pocos mejor posicionados, quizás sea él la mejor representación de la sociedad americana actual. El punto es: él no llegó solo a esa silla y haya llegado como haya llegado, sirve como propósito para algo, bueno o malo, algo en lo que usted podrá estar de acuerdo o no pero que al final del día es parte del show, ese show llamado democracia.
jueves, 16 de marzo de 2017
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La violencia es un guante blanco: accesorio del hombre y al mismo tiempo instrumento.
La violencia nos impulsa y nos indigna.
La violencia nos divierte y nos detiene.
La violencia es naturaleza y a la vez atrocidad.
La violencia es sangre que corre por nuestras venas
y que se desliza por entre nuestras manos.
La violencia nos hace exclamar "¡no más!"
pero a la vez estamos dispuestos a pagar un poco más.
La violencia es noticia de primera plana
e imán de una audiencia descomunal.
La violencia es un lenguaje que solamente entendemos,
cuando lo hablamos en nuestra propia lengua.
La violencia es simbolismo,
es representante personal y cultural.
Violencia es lo que descubrió Colón al llegar a América.
lunes, 13 de marzo de 2017
0200106550837
Mi madre va a la iglesia todos los domingos. Y en ella hace el ritual habitual: persignarse, sentarse, pararse, arrodillarse, estrechar la mano, cantar, comulgar. Me pregunto qué es lo que rezara. Algo como: "Dios, y tú sabes que lo que le hacemos a mi hijo es por su bien. Igual que a ti cuando te apedrearon, golpearon y crucificaron. Él saldrá hecho una persona nueva. Una persona que murió por mis pecados". Quizás a lo que se le reza no es a un ser superior sino a nosotros mismos. A alguien dentro de nosotros con la habilidad de ver más allá del bien o el mal. Quizá lo que buscamos no está en una cruz.
La gente que va a la iglesia no es diferente de quien va un centro comercial: a ambos se va esperando algo, algo prometido, algo que siempre se ha querido, algo que se pueda decir es mio, algo que les dé la certeza de que son parte de algo, algo donde encontrar respuestas, algo donde puedan invertir sin más. Y así como la mujer que sale con un vestido nuevo, la gente sale de la iglesia con un peso menos pero igual de superficial. El caos de allá afuera no me importa mientras tenga algo nuevo en mi guardarropa. Dios es mi todo pero el prójimo un cero antes del decimal. Tratamos a los dioses como personas y a las personas como dioses; y así, el prójimo se vuelve inalcanzable. Al abrirse la puerta ya no somos hijos de Dios congregados; somos seres humanos segregados que a penas y nos miramos.
La gente que va a la iglesia no es diferente de quien va un centro comercial: a ambos se va esperando algo, algo prometido, algo que siempre se ha querido, algo que se pueda decir es mio, algo que les dé la certeza de que son parte de algo, algo donde encontrar respuestas, algo donde puedan invertir sin más. Y así como la mujer que sale con un vestido nuevo, la gente sale de la iglesia con un peso menos pero igual de superficial. El caos de allá afuera no me importa mientras tenga algo nuevo en mi guardarropa. Dios es mi todo pero el prójimo un cero antes del decimal. Tratamos a los dioses como personas y a las personas como dioses; y así, el prójimo se vuelve inalcanzable. Al abrirse la puerta ya no somos hijos de Dios congregados; somos seres humanos segregados que a penas y nos miramos.
sábado, 11 de marzo de 2017
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Evidentemente la distancia desgasta las relaciones. No es lo mismo tener el objeto cerca de ti, que tenerlo lejos de ti. Esa constante inversión se trunca ante la ausencia de objeto. Y aunque podamos tener una representación de él en nuestro interior no es lo mismo que tenerlo presente, no es lo mismo el día a día. Pero aquí lo irónico de la situación no fue que la ausencia oxidara una relación porque no fue así. Acá lo que sucedió fue que después de la carta nada fue igual. Lo que se suponía que fuese lo opuesto, que acentuara la relación, termino por separarla. Porque antes de la carta había una mayor cercanía, una mejor convivencia; después de la carta las cosas se vinieron totalmente abajo. Así que el deterioro no se dio por un mensaje de texto, se dio desde tiempo atrás. El mensaje de texto fue una expresión, imprudente, sí, mas no colofón.
Lo que aún no puedo entender es cómo una persona que te gusta, y que se lo manifiesta a otras personas, no te lo dice a ti. No se si ella esperaba que yo me acercase más o fue su timidez o el motivo que me quieras poner pero definitivamente sus decisiones en dichos momentos también afectaron toda esa serie de eventos que propiciaron el actual presente. Acá el problema es que uno queda como el malo por algo que está lejos de ser una acción violenta o irrespetuosa de mi parte y ella queda como la pobre mujer ofendida, incomprendida, malquerida. Se habla tanto de ponerse en los zapatos del otro pero nunca hubo eso departe de la contraparte. Se habla tanto del poder femenino pero dicho poder nunca se manifestó en la forma de lenguaje. Pero los errores de ella nunca fueron tan marcados como los míos pues el tema no era ella, era yo, por más de que sus errores, su mutismo, también allá afectado en el transcurso de la situación.
Creo que uno de los problemas del amor, al menos cuando se habla de relaciones, es que se espera que el hombre de el primer paso, regale la primera flor, manifieste sus sentimientos hacia ella, dejando a las mujeres en un plano secundario, a la espera de que el hombre llegue a ellas cuando ellas también pueden manifestarse, también pueden expresar lo que sienten por la otra persona. Te puedo asegurar que 9 de cada 10 relaciones —diría que las diez pero dejaré espacio al error— empiezan porque el hombre dio el primer paso, fue el que se declaro, fue el que se acerco, cumpliendo su función de rol asignado por la social y por ciertos cánones que en ocasiones no suelo entender. Después las mujeres se quejan de que juegan un papel secundario en una relación cuando ellas también han permitido dicha posición, también suelen seguir esos roles sociales consciente o inconscientemente. ¿Cuándo has sabido de una mujer que le declare matrimonio a un hombre?
jueves, 9 de marzo de 2017
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La vida era mejor cuando era un don nadie. Podía ir de aquí a allá sin preocuparme de que la gente me reconociera por las calles. Creo que la gente dejó de comprar televisores o el sufrimiento ajeno se volvió más interesante. Si fuese realmente Dios ahorita ya estuviese apedreado y crucificado pero en la actualidad para eso existen las redes sociales: un medio de sublimación de la violencia inherente del hombre; la crucifixión es ahora conocida como viralización. Cualquier persona que caiga en las redes de las redes sociales se puede considerar a sí mismo como la mosca: lista y servida para ser la cena de esa gran araña comercial. La libertad que tenía antes realmente me hacía sentir dueño de mi mismo, en control, todo lo opuesto con esta opresión que hace a uno sentirse rebelde, inestable. La vida se tornó en una cárcel en la cual las personas son los barrotes, la división entre la libertad y la claustrofobia del encierro.
miércoles, 8 de marzo de 2017
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Ciertamente es una pena lo que les pasa a las mujeres. Los asesinatos, las discriminaciones, entre otras cosas. Pero no puedo dejar de notar, al menos en mi círculo social, que las mujeres no son el sexo débil, que son igual de groseras, violentas y acosadoras que los hombres, que son igual de luchadoras, valientes y exitosas que los hombres. No tengo nada en contra de su género, no me considero a mi mismo misógino, pero me molesta cuando las mujeres toman el discurso del feminismo, del poder femenino, para hacer cosas vengativas en el nombre del respeto, sensibilidad o cualquier otro adjetivo que venga a la mente, lejos de fomentar un discurso de igualdad que debería de ser la verdadera finalidad. Esto no es una guerra de los sexos, esto no es hombres vs mujeres, esto no es quién puede más, esto es el mundo en el que vivimos y lo que menos se necesita es separarnos más por cuestiones que no llevan a nada. Vivimos en un mundo igual de estropeado, igual de jodido, igual de peligroso para ambos géneros, no es exclusivo de las mujeres el dolor, la discriminación, las muertes, es una temática general, no particular pero para salir a flote de dicho fango nos necesitamos los unos a los otros.
viernes, 6 de enero de 2017
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Cuando se habla de experimentación, uno cree que quien experimenta tiene puerta abierta para hacer lo que sea, lo que sea por averigua si lo que se cree, es lo que se cree, lo que sea por probar sus variables, lo que sea para llegar a la respuesta de algo que inquieta, así que, mi pregunta es, como estudiante, como persona que quiere saber, si existe un limite en lo que se puede hacer o hasta donde se puede llegar en lo que a experimentación respecta; si la simple palabra ciencia, si la simple palabra experimentación, justifica lo que se hace con la finalidad de que haya una respuesta, una modificación, un hallazgo, algo. Por ejemplo, puedo yo aplicar la violencia en extremis con el mero propósito de saber cómo la violencia repercute en una persona no obstante que dicha violencia vaya mas allá de todo limite humano, rozando, en ocasiones, lo ilegal, lo inhumano. Porque, hablando como persona, y dependiendo del escenario en el que se desarrollen dichas experimentaciones, tales actos pueden ser tomados como venganza, en vez de ser visto como una enseñanza, como algo que deja un bien tanto al sujeto experimental como al experimentador.
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Cuando fui a Oaxaca en 2014 por motivo de vacaciones familiares, recuerdo que al estar en la plaza, una persona se nos acercó a nosotros, una persona residente del lugar, y nos pidió disculpas por los maestros que se encontraban en aquel momento tomando la plaza a manera de protesta. Dicho recuerdo vino a mi recientemente al ver las manifestaciones que se desarrollan respecto al aumento del precio de la gasolina (o mejor conocido como gasolinazo). Ambos momentos me hicieron preguntarme si realmente ambas maneras de manifestarse son realmente por el bien de un país, por el bien de una causa o un recurso extremo para demandar cosas de la manera equivocada.
En los últimos años he escuchado mucho la palabra respeto. Y desde mi perspectiva, ninguna de las dos manifestaciones o maneras de expresión de dicho grupo de personas, reflejan o representan de tal manera dicho valor. Para mi, lo que ambos eventos reflejan es: 1) la ausencia de dicho valor y 2) que en este país podemos hacer lo que queramos y como queramos siempre y cuando queramos o siempre y cuando las circunstancias, el contexto, así lo amerite, siempre y cuando haya una justificación para lo que se va hacer.
Recordando esas clases de psicología comunitaria, que ponderan al todo antes que el individuo, no creo que exista el mínimo interés por el impacto que dicho evento pueda traer al prójimo, la repercusión que puede tener en su vida cotidiana, el único pensamiento que existe, una vez más, es el egoísta, el ver las cosas desde mi trinchera (resultado de esa fragmentación social, de esa ausencia de diálogo), no desde una perspectiva general; y eso, es un gravísimo problema en nuestro país, uno donde esa clase de erupciones son frecuentes.
Claro: si vemos la problemática desde su inicio, dichos protestantes son victimas de un sistema, victimas de cierto evento pero, incluso desde tal posición de afectados, no se justifica que puedan hacer lo que quieran, que puedan afectar a otros porque ellos fueron afectados. En este país de victimas —pues todos hemos sido agraviados por algo—, debemos aprender que dicha posición no es la de comodín (sentimiento que en muchas ocasiones surge al no tener a quien recurrir, pues la llamada autoridad suele ser inoperante o en ocasiones el mismo problema), debemos aprender que esa posición de víctimas suele generar más víctimas que soluciones.
Pero una vez más, vivimos en un país tan caótico, tan imprevisible, tan errático, que esta clase de eventos suelen ser síntomas de una sociedad harta, herida, maltratada, y que "by any means necessary" busca alcanzar un mejor presente, un mejor futuro, mejores condiciones para vivir; o que en ocasiones simplemente se deja llevar por la tormenta.
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Mi novia cortó conmigo por la distancia, por la falta de compromiso. Así que me pregunté a mi mismo cuándo fue la última vez que hablamos en realidad. Porque no hablábamos entre sí, hablábamos por medio de intermediarios. Desde que la relación empezó nunca más volvimos a hablar. ¿Es eso amor? ¿El de dos persona que hablan entre sí por medio de otros, como difuntos que son evocados por mediums? El amor es como una comida para mi: es solo tú y el platillo que tienes enfrente. Y la mayoría de las veces nos encontrábamos ambos con platos vacíos. ¿Saben qué es lo que hace, por ejemplo, que una fiesta sea buena? La comida. Claro, existen otros factores. Pero la comida es un elemento vital. En ocasiones, gran parte del éxito de la misma. Así que la fiesta habría podido tener la música, la gente, pero le faltaba algo... carecía de un elemento importante. Por cierto, si voy a estar rodeado de gente, al menos que sea de gente que conozco. La última fiesta a la que fui fue sorpresa; ¿se imaginan estar escondidos para recibir a alguien que ni siquiera conocen?
miércoles, 4 de enero de 2017
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Hola, mi nombre es Rafael. La gente me llama en silencio. A veces ni siquiera me llama. Estoy aquí porque nadie más quiere pasar al frente. Ese miedo irracional a ser fusilados. Eh... me gusta caminar por el simple hecho de caminar, sin ningún rumbo en particular. Me gusta escribir más que hablar. No soy socialmente activo. Disfruto del estar en mi cubículo. En mi zona, en mi espacio personal. No me incomoda la soledad mas sí el silencio entre desconocidos. Estudio psicología. La mayoría del tiempo la gente cree que no puedo equivocarme. Creo que me salté esa clase. Me gusta la música. Mejor acompañante que cualquier persona. Un buen disco, una buena canción, puede cambiarlo todo. Usted no necesita un psicoanalista; usted necesita estar a solas con su música. La gente cree que soy británico: flemático, altivo, tajante... como mi apellido. Cito: "tan insensible como una roca de Stonehenge". Y al igual que dicha estructura, me pregunto cómo llegaron tales palabras ahí. Demasiado pesadas. Demasiado contundentes. ¿Alguna vez has visto hacer a algún británico algo malo? Coldplay. Este lugar necesita mejor iluminación. Pareciera que estoy recitando mi obituario. Tan funesto... ahora entiendo por qué aquella dama, decidida a pasar, eligió sentarse en la barra. ¿Han visto cómo brillan las botellas?
martes, 3 de enero de 2017
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Aquí el problema no es el género. Hombre vs mujer. Aquí el problema no es el disculparse. La gente regala disculpas como dulces en Halloween. Aquí el problema es la comunicación. Esa simple y elemental palabra. Olvídese del factor agresor/víctima porque realmente tal cosa no afecta en el intercambio de palabras, en la búsqueda de una solución. Aquí el problema es que no queremos hablar de lo que sucede con la persona que sucede. Antes lo hablamos con mil personas más. Hasta el punto de no enterarse uno de lo que siente el otro, de lo que piensa el otro, más que de por medio de un tercero, de una persona ajena al asunto en cuestión. Esa sensibilidad, ese compromiso, esa apertura que se pide ante cierta circunstancia, es truncada por dicha cadena humana. En ocasiones, ese muro de personas que separa una de otra en lugar de clarificar, oscurece un asunto, dificulta su transmisión adecuada. Negligencia no es solo alejarse de una problemática o asunto en cuestión sino también delegarla.
0200106550837
Sujeto A hace X cosa. Después, sujeto B lo comunica a sujeto C, D, E y así hasta donde las letras alcancen. Este es el típico patrón que no solamente sucede en un escenario controlado, experimental, sino que sucede también en la vida cotidiana, en el día a día, donde no solamente el sujeto A tiene control de lo que pasa en su vida sino que también las demás letras influyen en su andar o actuar. Yo no creo en ese adagio que dice: "uno es el arquitecto de su propio destino" porque esa obra llamada vida, no solamente es del arquitecto principal, de uno, sino también de los demás arquitectos que están involucrados en la obra y que, con menor, mediano o mayor porcentaje de influencia, impactan de la misma manera en lo que suceda. Piense, por ejemplo, en empresas importantes a nivel mundial o de deportistas o escritores, que sin la influencia de ese otro, de ese individuo ajeno, de esa persona al otro lado del televisor, no hubiesen llegado tan lejos.
Para poner un ejemplo más concreto, me gustaría traer al presente una historia que leí tiempo atrás —sino mal recuerdo en 2014— en la cual una persona tuiteó algo mientras esperaba su vuelo que se dirigía a cierto país del continente africano; una vez arribado a éste, dicho tuit se viralizó alcanzando niveles jamás alcanzados para una persona que ni siquiera era considerada popular bajo los estándares de seguidores que suelen tener las grandes cuentas. Tal incidente, desde cualquier perspectiva insignificante, acabó perjudicando la vida de la persona hasta tal punto que sus familiares y amigos le dieron la espalda así como la perdida de su empleo y el desmorono de su vida personal.
De la misma manera que sucedió en una red social, donde lo que dice uno tiene impacto en otros en forma viral y que repercutió en otros escenarios de la vida personal de un individuo, de igual forma influimos los unos a los otros de manera constante en el mundo real, en ese mundo de carne y hueso. Cuando hablamos de forjar un destino o alcanzar un logro, en cualquiera de las dos cosas, hablamos no solamente de una persona sino de varias. Nada de lo que sucede en la vida, personal o ajena, es consecuencia de una sola persona; como también se ejemplificaría en películas como "The Curious Case of Benjamin Button" —en donde una serie de eventos acabaría perjudicando a una persona— o "Cloud Atlas" —que trata acerca del impacto que las decisiones tienen en la presente y futuro—.
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