Es simple. Tú haces tu vida como cualquier otra persona. La rutina habitual, el ritual cotidiano. Un día sales de la escuela y tomas el camino x para llegar a casa. Como anteriormente lo has hecho. De repente, un día te das cuenta que suceden cosas extrañas: ves coches estacionados, gente en la esquina o en cualquier otro lugar; pero eso lo puedes ver cualquier otro día, un día no es suficiente para dar aval. El problema viene cuando lo ves con más frecuencia, cuando pasan los días y vas viendo más y más de lo mismo, cuando lo que podría ser una casualidad se torna una cotidianidad.
Desde la persona que lo ve, él no sabe quién es quién (aunque la otra persona sí sepa quién eres). Él solo ve ciertos eventos con frecuencia que le parecen sospechosos, le parecen extraños, le ponen en estado de alerta, le activan eso que llaman paranoia. Aparte, si vienes de un ambiente tenso, de presión, de rigor, pues evidentemente dicha paranoia se intensifica. No sabes si el de enfrente está contigo o contra ti; tú únicamente sientes que algo anda mal. Para esto tomen como ejemplo, a quienes van a la guerra. Al estar allí, en ese lugar sin tregua, el peligro es latente, no sabes si el colono de enfrente es amigo o enemigo; tú únicamente estás alerta ante alguna situación de peligro.
Derivado de eso, suele venir lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático; donde dicho evento deja secuelas en la persona, pues el impacto de este deja una sensación de peligro, de inseguridad, llegando a quitar el sueño en la persona o poniéndola en depresión pues el recuerdo del evento permanece en ella (para una representación más clara de dicho trastorno, véase la película "American Sniper"). Y créanlo o no, dicho suceso afecta a muchos. No es necesario ir a la guerra. En este mundo caótico esa clase de heridas pueden presentarse y alojarse en nosotros.
Derivado de eso, suele venir lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático; donde dicho evento deja secuelas en la persona, pues el impacto de este deja una sensación de peligro, de inseguridad, llegando a quitar el sueño en la persona o poniéndola en depresión pues el recuerdo del evento permanece en ella (para una representación más clara de dicho trastorno, véase la película "American Sniper"). Y créanlo o no, dicho suceso afecta a muchos. No es necesario ir a la guerra. En este mundo caótico esa clase de heridas pueden presentarse y alojarse en nosotros.
Pero bueno, si tenemos una pistola y en su interior se encuentra una muestra de piel y sangre de la persona que empuño el arma, derivando con esto en una prueba de ADN que da con su identidad, ¿es esto suficiente para dar con un culpable? No, lo que tenemos es únicamente un sospechoso. Y este se le suelen ver de dos maneras: como el principal sujeto a seguir del caso o como parte de un escenario mucho más amplio. En lo que leo, el personaje que se presenta como el dueño del ADN, su nombre se presenta en más del 90% de la historia, elaborándose planes y escenarios alrededor de él, pero en términos de una historia, de una novela, de narrativa, es valido tener algo así, al tipo malo que es buscado, hace al lector engancharse, tener una referencia, pero de igual forma es bueno saber que no siempre ese tipo malo (por más de lo que haya hecho en el pasado) es responsable de lo que se le acusa, que hay otros personajes alrededor igual o más trascendentes que este. Como en un rompecabezas, las piezas son muy importantes.
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