"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

lunes, 23 de noviembre de 2015

Algo para escuchar


Pearl Jam... el nombre lo dice todo. Una de las agrupaciones más estimadas dentro del boom Grunge de los noventas así como una de las agrupaciones con más inventiva de todas; una agrupación que no se estanco en un sonido particular y sumamente redituable como es el Grunge, sino que fue más allá, incorporando elementos de otras esferas a su sonido. Así, después de dos excelsos álbumes como "Ten" y "Vs." llega un tercero totalmente dispar pero, no por eso, igual de productivo y contundente como "Vitalogy"; el comienzo del ahora.

Y lo catalogo tal cual, porque de aquí en adelante se vendría una seguidilla de álbumes que de a poco se despegan de su sonido inicial para tornarse un tanto más experimental. Por ende, quien espere encontrar esa rabia del pasado lo más probable es que acabe desilusionado, ya que, "Vitalogy" —que por cierto, fue concebido mientras estaban en tour— recorre su camino en la dirección opuesta: con mucha mayor diversidad y mucho más accesible para la audiencia popular no tan afín del Grunge convencional; sin el tonelaje del pasado, pero aún con la exquisitez en su composición. Un verdadero reto no solo para quien le oye sino también para quien le compone.

Pero aún y cuando el álbum se deslinda de sus dos anteriores producciones, "Vitalogy" arremete con dos cortes iniciales que bien podrían haberse incluido en ellos, como lo son 'Last Exit' y 'Spin The Black Circle' —ésta, haciendo referencia al vinilo; formato del cual, se vendieron una gran cantidad de copias— cortes con la adrenalina y ferocidad a full, en su máxima expresión, como bien nos acostumbraron años atrás. Sin embargo, el andar del álbum difiere bastante de esas detonaciones iniciales. En su trayecto, transcurre en un ritmo cadencioso, sigiloso —como en 'Not for You' o 'Tremor Christ'—, a ratos explosivos y dinámicos —como en 'Whipping' o 'Corduroy'—, a ratos experimental —como en 'Aye Davanita' o 'Bugs'— pero siempre con canciones bastantes sutiles, encantadoras como 'Nothingman' o ' Better Man' que nos recuerda el lado más emocional de la banda del cual nunca se han despegado.

Si bien es sabido que Pearl Jam se ha distinguido por ser una de las bandas más alternativas dentro de la escena Grunge de los noventas, en "Vitalogy" tal peculiaridad se establece de manera más notoria aumentando la ya prodigiosa figura de Mike McCready,  Stone Gossard y Dave Abbruzzese cuya labor es bastante pulcra, convincente y con mucha mayor acentuación debido a la naturaleza simple de la mayoría de las canciones que se alejan del habitual shot de tequila de tragos pasados (donde, por cierto, se extrañan aquellos fabulosos solos). En cuanto a Eddie Vedder —quien participa más activamente en la guitarra—, su voz se mantiene vigorosa y en forma pero no con el medular protagonismo de temporadas anteriores donde literalmente nos desgarraba; no obstante, se logra apreciar lo adaptable de su tono de voz que lo mismo te estremece por la muerte de un niño que te invita a reflexionar de la vida.

Ante nosotros, nos encontramos en la presencia del típico álbum que a la primera reproducción no resulta atraparte en su formula, incluso pareciera que jamás lo hará, pero que conforme aumentan las reproducciones su interpretación nos va atrapando un poco más hasta llegar a apreciarlo por su calidad de novedoso, por su capacidad de juguetear con las melodías y ritmos y por introducirnos en un nuevo esquema el cual continuaría vigente por un buen periodo de tiempo mas no siempre con el mismo buen recibimiento (como dato curioso: este álbum había sido el más vendido en formato vinil en su primera semana de lanzamiento hasta que "Lazaretto" de Jack White en 2014 le superó)

Si nos portamos un tanto severos con la agrupación originaria de Seattle, "Vitalogy" sería el último gran material que lanzarían; de aquí en adelante el encanto se iría perdiendo de a poco como lo iría perdiendo el género (plus, esta sería la última participación del muy buen baterista Dave Abbruzzese). Con todo y todo, el álbum vale la pena el tiempo y la inversión pero sobre todo la paciencia ya que el álbum exige mayor atención y dedicación que los anteriores. Una experiencia bien refrescante y llamativa dentro de su discografía.

90

domingo, 22 de noviembre de 2015

Algo para escuchar


A propósito del quinto aniversario del lanzamiento de "My Beautiful Dark Twisted Fantasy", quinto álbum dentro de la discografía de Kanye West y producción esencial dentro de ella, traigo a ustedes su reseña, y a mi la pregunta: ¿por qué no la había hecho anteriormente? Para un álbum de su hegemonía y tras varias reproducciones continuas siempre con resultados positivos, ya hacía falta plasmar mi confesado aprecio. Cierto es, que anteriormente Yeezy había lanzado materiales como "The College Dropout" o "Late Registration" que habían sido igual de exitosos pero, lo que hace de este particular material una joya es el escenario en el que se desenvuelve su creación: la etapa más sombría y aparatosa en la trayectoria de Kanye Omari West.

Desde el incidente con Taylor Swift sucedido en la entrega de premios de MTV del 2009 donde intervino en la obtención de su galardón —que le adjudicó la celebre frase I'ma let you finish y el ascendente mote de Gayfish— hasta el termino de su relación con Amber Rose, el álbum encierra un momento aparatoso en la vida de West que lo obligó a exiliarse en Hawaii donde concibió, en su mayoría, "My Beautiful Dark Twisted Fantasy" rodeado de una gran lista de raperos y productores cercanos a él (un Rap Camp, como lo bautizaría) que aportaron inspiración para su creación. Basta con ver la controversial portada del álbum (creada por George Condo) que presenta una desfigurada versión de West y un fénix que bien describe lo que el álbum sería: un renacimiento, una manifestación interna.

¿Qué hace de "My Beautiful Dark Twisted Fantasy" uno de los mejores álbumes de Hip-Hop contemporáneos y no contemporáneos? Su cualidad de revelador, de exaltador de emociones, de sentimientos, evidencia contundente de revolución personal; en pocas palabras, un álbum real (palabra tantas veces utilizada dentro del género). Y, partiendo de esa autenticidad, nos topamos con canciones estremecedoras, brillantes, repletas de talento.

Con más de una hora de duración, el álbum hace lucimiento de notas elevadas que capturan nuestra total atención, para muestra, los toques poperos en 'Gorgeous' —una de mis favoritas no solamente por el beat tan simple y acertivo sino también por la astucia en la interpretación de West—, 'Power' y 'All of the Lights' donde los coros juegan un papel empático, de agrado, de afinidad, de go-with-beat pero que sin ello se opaque su contenido hiphopero, su mensaje a quien corresponda. Los últimos dos sencillos del álbum, siendo, el más peculiar, el protagonizado por Rihanna, donde una lista enorme de invitados (Drake, Elton John, Fergie, etc) colaboraron en ella acentuando su entonación glamurosa.

De igual forma, se encuentra cortes en una vena muy directa, de agallas, directo-a-la-yugular, como en 'Monster', 'So Appalled' o 'Devil in a New Dress'. En estas tres canciones, los invitados hacen un papel formidable. Desde la ya conocida calidad de Hova hasta la revelación en los versos de Nicki Minaj y Rick Ross donde ambos escupen fuego y dan la nota sobresaliente del álbum así como la incursión de un muy bueno rapero y talento emergente en aquel momento como Cyhi the Prynce; plus, el siempre eficaz Pusha-T. Definitivamente, el punto más raw se alcanza en ese tridente.

Pero, ¿qué es un álbum de Kanye West sin incluir canciones que toquen muy en lo profundo del oyente o que muestren la vulnerabilidad de un artista catalogado constantemente como egoísta? Claramente no sería un álbum del nativo de Chicago. Así que, la inclusión de ellos se da en 'Runaway', 'Blame Game' —¡donde Chris Rock hace acto de presencia!— o 'Lost in the World' —compartiendo micrófono con Bon Iver— siendo la más colosal la primera —también sencillo— donde West hace una confesión de amor pero no el sentido platónico sino más bien desde una zona más contemplativa y oscura plus el verso de King Push añade una perspectiva pedante, cretina —now pick your next move, you could leave or live wit' it—. En estos tres cortes se hace palpable lo turbulento tanto de su vida como de su situación sentimental.

"My Beautiful Dark Twisted Fantasy", como se pudieron dar cuenta, se presenta como una montaña rusa: comenzando de manera festiva para conforme se va tomando velocidad, de igual forma se va tomando seriedad; una autentica avalancha de texturas realizadas con un notable toque estético cuidando cada detalle. Pilar esencial en el trajín musical de Kanye West, aquí se demuestra con creces su capacidad de orquestador no solo como rapero sino también como productor y lírico. Tras haber lanzado un álbum polarizado como "808s & Heartbreak" y tras las dificultades en el camino, "My Beautiful Dark Twisted Fantasy" arriba no solo como un back-to-the-basic sino también como una prueba contundente del fructífero proceso de catarsis. Simplemente monumental.

¿Ahora entienden el por qué de mi afecto?

100

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Algo para escuchar


Nombres como Calvin Harris o David Guetta deambulan constantemente dentro del mundo electrónico, dejando, desde mi particular punto de vista, más defectos que virtudes para con un estilo musical que no merece tan paupérrimas demostraciones pero, el día de hoy, traigo a ustedes una dupla que en los últimos años ha ganado fama, no solo por su carisma, sino por su labor individual, y que ahora han decidido colaborar mutuamente, ellos son: Diplo y Skrillex (el uno famoso por su trabajo con Major Lazer y el otro famoso por ser ex-vocalista de la banda de post-hardcore From First to Last con quien grabó dos álbumes así como por la canción 'First of the Year (Equinox)'). Su proyecto, bautizado con el nombre de Jack Ü, a inicios de 2015 —en Febrero para ser más exacto— lanzó su primer material: "Skrillex and Diplo Present Jack Ü".

¿Qué podemos esperar de dos productores conocidos por su capacidad para hacer hits y su sonido sumamente envolvente, dispar, pero al mismo tiempo estridente? Una erupción colosal. Y teniendo en la mezcla una la lista de invitados como 2 Chainz, AlunaGeorge y Kiesza, nombres de probada calidad, el expectativa aumenta; expectativa que es cumplida de manera apropiada —sin importar la incursión de Justin Bieber— provocando una revolución total.

Una de las cosas que me agradó del material fue su calidad de breve, directo al grano, pero sin reducir así su poder, su resonancia, su fuerza contenida en cada track. El material en su corta duración nos regala lucidos momentos en la presencia de, por ejemplo, Tity Boi en 'Febreze', donde el rapero de Atlanta demuestra por qué es uno de los artistas más pegajosos dentro del género (no lie), o 'Jungle Bae' que muestra el elemento dancehall que suele ser representado continuamente en Major Lazer y el cual a otorgado jugosos dividendos; ambas canciones, se recomienda disfrutarlas a máximo volumen.

De igual forma, nos topamos con cortes más carnales, sentimentales, melosos, como lo son 'Take Ü There', 'To Ü' y 'Mind' (los dos primeros, sencillos derivados del LP). En los tres cortes, las voces de sus interpretes agregan mayor énfasis al tiempo que las hacen sumamente accesible al oído de cualquier oyente. Plus, el factor "accesible", mainstream, no se convierte, al mismo tiempo, en factor de aburrimiento, de tedio, de pesadez, como suele suceder cuando se pretende acceder a las masas; ejemplo claro sucedido dentro de esta misma producción con 'Where Are Ü Now', corte que, como bien ocurrió —en su reciente álbum de estudio—, encajaría mejor en una producción del cantante canadiense.

En términos generales, "Skrillex and Diplo Present Jack U" se presenta como un agradabilísimo debut de parte de una dupla de productores que si bien, en cuanto a discografía personal, no han destacado como deberían, en este material en conjunto logran encontrar un punto elevado dentro de su carrera. En tiempos donde la música electrónica parece descolorida, famélica, débil, sin realmente nombres que le impulsen hacía adelante —como en tiempos pasados con Daft Punk o Fatboy Slim—, esta producción arriba como una muestra de vida de que aún puede uno disfrutar del género sin renunciar al primer encuentro. Vale la pena echarle un vistazo.

90

lunes, 16 de noviembre de 2015

Algo para escuchar

No hace mucho tiempo les traía a ustedes la reseña de "AM", quinto álbum de los monos árticos, y en su contenido hablaba un poco de lo distante que se encontraba su sonido actual comparado, por ejemplo, al de su debut y "Favourite Worst Nightmare", producción en cuestión. Así que hoy, nos remontaremos un poco al 2007 para comentar lo que significó este material en su momento, álbum que, cimento a los monos árticos en su carrera a la cúspide de la que hoy gozan con todo merito y algunos cambios en el camino.

Mi peor pesadilla favorita, título que sugiere lo mejor de lo peor, se convierte, en una predicción atinada, en una de las mejores experiencias oníricas cuando hablamos de soñar con los ojos abiertos y la música adentrándose en nuestros oídos. Tiempos de desfachatez los predominantes en aquellos tiempos, el álbum bien demuestra ese sonido aventurero, osado, atrevido e incluso divertido que hizo ganar la atención de un gran número de personas. Un sonido digno de una agrupación que emergía y manifestaba un rock totalmente extrovertido, sin reglas, sin preocupaciones.

"Favourite Worst Nightmare" es precedido por el primer single derivado del material, 'Brianstorm' —some want to kiss some want to kick you—, el cual es un certero presagio de dinámica, ritmos contagiosos y muy buena ejecución instrumental/vocal desplegada en los casi 40 minutos de duración. Y tormenta es una muy buena palabra para calificar lo que es el álbum: pero no una de esas catastróficas que dejan más perdidas que ganancias sino una de las que dejan altos dividendos a quienes escuchan y quienes interpretan.

Un buen signo de lo anterior es que el álbum se desarrolla con tal soltura que cuando volteas a ver el tiempo, el disco ha terminado, pero la sensación al final no es de desilusión, de vacío, sino de satisfacción total, un material totalmente adictivo de inicio a fin. Y como no engancharse en ese movimiento tectónico que proponen cuando se escuchan cortes como 'Fluorescent Adolescent', 'Teddy Picker' u 'Old Yellow Bricks' llenos de sing alongs y estimulantes ritmos que hacen mover nuestro cuerpo —sí, el rock no solamente alborota la melena— o cortes más vertiginosos, en una vena directa y subversiva como 'Balaclava', 'D Is For Dangerous' o 'The Bad Thing'; de igual forma nos topamos con canciones de una fibra más sensible, de las que surgen tras excavar muy en lo profundo del ser como 'Only Ones Who Know' o '505' que cierra brillantemente un álbum resplandeciente.

Una jaque mate irrefutable en la discografía de Arctic Monkeys, "Favourite Worst Nightmare" triunfa por ese componente indómita incluso en momentos de introspección. Desde la voz rapeada de Alex Turner y su juego de palabras —sorry, sunshine, it doesn't exist, it wasn't in the Top 100 list— hasta la intensidad y entusiasmo en cada canción —que no pasa por alto ningún elemento—, hacen del álbum un material altamente apreciado por fanáticos y no fanáticos a pesar de la distancia; un éxito rotundo que trae a presente momentos de un pasado lejano musicalmente hablando —nostalgia— por que, en cuanto a capacidad, siguen demostrando sus muy buenas cualidades.

98

jueves, 12 de noviembre de 2015

Algo para escuchar


Cualquier adjetivo calificativo, piropo o superlativo que pudiera agregar respecto a mi sentir sobre Deftones quedaría chico pues, como deben saber, los originarios de Sacramento, California son mi banda favorita no únicamente en lo que respecta a su género, sino también en lo que respecta a música en general. Hoy, a ustedes, presento el séptimo álbum de su discografía —próxima a extenderse a ocho—: "Koi No Yokan" (título en japonés que se traduce a "La Premonición del Amor").

Anteriormente (dos años previo al lanzamiento, o sea, en 2010), Deftones lanzaba uno de los mejores álbumes en su discografía: "Diamond Eyes"; material con un sonido sumamente envolvente, brillante, vehemente, seductor, muy bien confeccionado en términos generales por la agrupación. El álbum, en pocas palabras, fue una conquista rotunda (cómo olvidar 'You've Seen the Butcher' o 'Rocket Skates'). Un álbum que al mismo tiempo veía la incursión de Sergio Vega tras el lamentable accidente de Chi Cheng que, un año después del lanzamiento de este álbum, fallecería a causa de un paro cardíaco tras años de coma.

Ahora bien, ¿qué tanto ha evolucionado el sonido de la banda de una producción a otra? Mucho. Mientras que "Diamond Eyes" presenta un sonido más puro y lleno de coqueteo, con "Koi No Yokan" nos topamos con uno de los álbumes más pesados y metaleros en la carrera de Deftones. De acuerdo con el Chino Moreno, tanto este como la anterior producción, fueron grabados en un corto periodo de tiempo; factor que, acorde con el vocalista, quedó plasmado. Y si el anterior había sido pura dinamita, en este, las detonaciones aumentan.

Producido por Nick Raskulinecz (quien también produjo el anterior y los dos últimos de Alice In Chains), el álbum mantiene la intensidad del pasado, su buena forma musical, pero aumenta la potencia en cuanto a contenido, agregando mayor volumen a cada track. Basta escuchar el corte de apertura, 'Swerve City', para sumergirnos en la atmósfera estentórea del material. Onda expansiva que se va propagando de manera tan viciosa que alcanza puntos de alto impacto en canciones como 'Leathers', primer sencillo derivado del álbum y con un inicio bastante calmo que a manera que el tiempo transcurre arremete poderosamente en nuestros oídos o 'Poltergeist', con ese pegajoso comienzo entre aplausos amigables que acaba por tornarse en una violenta manifestación —haciendo honor al evento paranormal—; ambos cortes, entre lo más orgásmico y delirante dentro del material.

Una característica importantísima de Deftones, elemento esencial de su personalidad como agrupación, y que ha ido puliendo a través de los años, como lo es el combinar apropiadamente sonidos tan diferentes —¿shoegaze y metal?— de manera que funcionen mutuamente, se mantiene como constante aumentando el plus valía de las canciones. Cortes como 'Goon Squad', 'Tempest' o 'Rosemary' lo mismo nos tumban un diente, o nos dejan un moretón, que nos pones a levitar o nos ablandan cual mercurio; de igual forma, cortes como 'Entombed' o 'What Happened To You?' se alejan un tanto del caos constante para introducir la calma con la presencia en sintetizadores de Frank Delgado.

A pesar de que los años pasan, Deftones se mantiene en el juego, en el escenario, en la escena metalera, con una constancia que envidiarían bandas "trve" dentro del género. Da gusto escuchar un álbum de 2013 y aún encontrar esa vibra de sus años anteriores como en 'Romantic Dreams' (cuyo vídeo fusiona otra de las pasiones de la banda: el skate) o 'Graphic Nature', donde el Chino Moreno ratifica por qué es uno de los mejores vocalistas que el nuevo milenio nos ha brindado y por qué Stephen Carpenter es un bestial guitarrista, por cierto, bastante menospreciado.Quien guste tanto como su servidor de escuchar a tan gloriosa e icónica agrupación, siéntanse seguros que "Koi No Yokan" no los defraudará; la siempre eficiente fórmula Deftones se mantiene de manera sobresaliente. Un paso más hacía adelante.

Me pregunto, ¿qué nos deparará su nuevo material?...

95

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Algo para escuchar


Hace 10 años, desde los suburbios de Sheffield, un cuarteto de jóvenes británicos presentaban al mundo un rock rebelde, directo y punzante, un sonido que maravillaría a miles y millones de personas y que les daría reconocimiento a nivel mundial. Hoy, en 2015, y a dos años de su más reciente álbum, "AM", estos hijos de la reina Isabel han cambiado la apariencia desaliñada y el pelo revuelto que grita me-importa-un-bledo, por tuxedos y peinados ávidos de gel; han pasado de lo informal a lo formal, no solo en términos de cómo-me-veo, sino también en cuanto a cómo-me-escucho.

Hoy, para ustedes,  traigo el quinto álbum de su discografía, "AM", lanzado en 2013, y con él una pregunta crucial: ¿ha Arctic Monkeys cambiado para mal? Mi respuesta: no. Más bien el cambio los ha acentuado, ha pulido su sonido musical, les ha hecho pasar del middle finger in the air a la rendición total de los sentimientos, les ha restado velocidad pero les ha agregado cadencia, les ha restado cabellera pero no talento. Y en este álbum, de sobria portada en fondo negro, se ve que no han perdido el encanto, el toque mágico, más bien, han madurado y comparten con nosotros tal evolución musical.

Primero, me gustaría remarcar que quien espere encontrar un sonido similar al de materiales pasados como "Whatever People Say I Am, That's What I'm Not" o "Favourite Worst Nightmare", les puedo asegurar que no encontraran restos de aquel sonido, por lo tanto, no creo —al menos que me equivoque— que encuentren algo de su agrado o algo que les reafirme su amor por la agrupación. Dicho lo anterior, "AM" se presenta ante nosotros como esa faceta antes del meridiano en la cual los movimientos son lentos, el flujo parece inmerso en una pachorra y la vida parece una escena en cámara lenta. Un álbum donde las velocidades son mínimas, no existe ese acelerar constante de antaño, pero sí ritmos bastos.

Tres cosas que noté del álbum son: 1) su parecido con "...Like Clockwork" —guardando las debidas distancias y diferencias— de Queens Of The Stone Age, donde, por cierto, toca Josh Homme quien participa en un par de cortes del disco aportando su voz de fondo. 2) Su esencia bastante añeja, un sonido que nos remonta a los ochentas —en ciertos momentos, vino a mi memoria el nombre de The Smiths—, épocas pasadas del rock donde dicho género no era únicamente furioso sino también bastante pegajoso y lo mismo te hacía sacudirte que bailar —para muestra, 'One For The Road' o 'Arabella'—. 3) La constante presencia del bajo. Un elemento fundamental cuya presencia era más constante en tiempos de nuestros abuelos o tíos que en los modernos. Un elemento que ha dado tanto a la música y que es tan poco reconocido.

Dentro del contenido del álbum, encontramos cortes como 'Do I Wanna Know?' o 'R U Mine?' que se presentan a nosotros como incógnitas de amor, de romance, y que cada una envuelve su toque particular: mientras la primera se mueve en una serenidad y misterio, la segunda es totalmente incendiaria, lo más cercano a los recuerdos del ayer. De igual forma hayamos cortes como 'No.1 Party Anthem' o 'Mad Sounds' un par de baladas, si así se les quiere llamar, envueltas en nostalgia, en una atmósfera descendente, que nos sumerge en una tristeza ajena o nuestra; o, en el lado opuesto de la moneda, encontramos 'I Wanna Be Yours', una canción envuelta en deseo y misterio, una petición, una declaración que cierra el álbum de manera notable.

Si de algo habría que hacer mención en "AM", es de la austeridad con la que se presenta ante nosotros. Así como su presentación física lo es, de igual forma su contenido; asignando a cada elemento la importancia precisa, sin llegar a saturar ni verse rimbombantemente insoportable, mucho menos, como un material carente de brillo o de seducción. Un material genuino con todas las de la ley puesto que en su discografía no hay como "AM". Un paso hacía adelante, sin duda alguna, en su carrera; una reinvención de su sonido que ojalá y continúe en el mismo sentido.

90

martes, 3 de noviembre de 2015

Algo para ver

Volviendo al terreno de las pantallas gigantes, o sea, del cine, hoy traigo para ustedes tres películas que recientemente tuve el gusto de ver y que han dejado en mi una muy buena impresión, a saber: Straight Outta Compton, Snowpiercer y Sicario.

Straight Outta Compton


Para aquellos amantes del Hip-Hop, genero musical que ha concebido a grandes raperos como 2Pac o Biggie Smalls, en tiempos pretéritos, o Eminem o Kanye West en tiempos más modernos, se presenta ante ustedes un filme biográfico que describe la vida, en términos musicales, de la agrupación N.W.A. (Niggaz Wit Attitudes) de la cual salieron personajes como Ice Cube, Dr. Dre y Eazy-E. Originarios de Compton, California —mismo lugar, por cierto, del que es nativo Kendrick Lamar—, la banda parte en una búsqueda, primero, de realizar sus sueños, y segundo, de crear un impacto con su música en la comunidad pues, en aquellos tiempos —y aún en la actualidad—, la raza negra era segregada y violentamente castigada por las autoridades norteamericanas. El argumento principal del filme es, a grandes rasgos, el andar del quinteto desde el momento de su formación, el apogeo de su fama, hasta su ruptura envuelta en la tragedia y conflictos de intereses.

La historia en sí, no deja un mensaje en particular como otras películas en cartelera podrían hacerlo, sin embargo, nos acerca a la vida de los integrantes, nos hace dibujar un retrato más vivido de lo que tuvieron que pasar para llegar a la cima, de sus excesos y sus disputas, así como de los tiempos difíciles que se vivían en ese entonces referentes a la censura y lo racial. Por cierto, a lo largo del filme hacen aparición personajes del mundo Hip-Hop como: 2Pac y Snoop Dogg. Un must see para aquellos amantes de las rimas, fanáticos de la agrupación (que dudo en México haya; ¿alguien va más allá de Cartel de Santa?) o de quienes disfrutan, como yo, de un genero nutrido de talento y texturas.

Snowpiercer


¿Alguna vez han leído "Un Mundo Feliz"? Bueno, si lo han leído, esta película les resultará familiar. En caso de que no, no se preocupen, la lectura no es fundamental para su entendimiento; la historia, de igual manera, les resultara atractiva. ¿Motivo? Por lo bien elaborado que está la película y por la participación de actores de primer nivel que aportan todo su talento en un filme que nos sitúa en escenario post-apocalíptico donde las temperaturas mínimas son severas a causa de un experimento fallido, destruyendo así, a una gran parte de la población mundial.

Los sobrevivientes a tal catástrofe, viven, conviven, en un tren que da la vuelta al mundo diseñado por una empresa con la intención de imponerse a las condiciones climáticas latentes y, de igual forma, asemejarse lo más posible a un ecosistema natural y social, llegando así, a incluir clases sociales (ricos/pobres), a representar la famosa pirámide capitalista: donde entre más se adentra uno al tren, las clases van elevando su categoría; encontrando en la parte más baja a la comuna más pobre. Todos, sin embargo, dominados por un gran ojo, un gran líder, un gran hermano.

La película, como argumento principal, narra la historia de una rebeldía al sistema comandada por Curtis —quien es interpretado por Chris Evans (Captain America)— y un grupo de personas de su misma clase hartos de las paupérrimas condiciones en las que viven y los atropellos de autoridad. Una historia, que como mencione en un principio, muestra referencias a libros como "Un Mundo Feliz", por ejemplo, en el uso de un placebo y la educación especializada para amar el sistema. Un filme muy bien hecho que no obstante al gran número de reconocidos actores, no se convierte en otro filme más que utiliza grandes nombres para atraer a las multitudes; aquí, lo que vemos, es una película cargada de intensidad, de peligro, de sublevación, basada, por cierto, en la novela gráfica francesa "Le Transperceneige". Una recomendación para todos aquellos que gusten de la acción worst case scenario fusionadas con temáticas presentadas por escritores del estilo de Aldous Huxley. Garantía total.

Sicario


Oh, el siempre fructífero mundo del narcotráfico... y no hablo desde un punto de vista social, sino más bien desde un punto de vista de análisis y de representación, como en este caso, en una película y en muchos anteriores por medio de documentales. Primero, habría que aclarar que el filme no ahonda en el mundo del narcotráfico: sus ramificaciones, su manera de funcionar, sus rutas de tráfico, sus extravagancias, etcétera, más bien toma aspectos particulares de dicho mundo y su impacto particular tanto en México como en Estados Unidos, quien, también se encuentra involucrado en la lucha por detener a estos grupos tan desarrollados. Por tanto, no esperen encontrar una película descriptiva del mundo del narcotráfico, más bien, una historia donde los intereses de un país y de una persona involucran a este grupo en particular en un escenario turbio, un escenario de alianzas y movimientos por de debajo de la ley.

Lo importante de este thriller, dirigido por un canadiense, es que nos da una idea de cómo trabajan las fuerzas americanas en la búsqueda de capos asociadas con las fuerzas mexicanas y lo que son capaces de hacer para lograrlo. Todo esto, bajo un escenario repleto de realidad, de una muy funesta realidad que viven miles de ciudadanos mexicanos que día con día, o en una muy alta frecuencia, conviven con el terrorismo y la violencia de estos grupos delictivos. Algo que no causa para nada de orgullo desde mi particular perspectiva pues sitúa, no solo a una ciudad especifica, sino a un país en general, en una posición sanguinaria y desalentadora. Las ciudades mexicanas escogidas para representar el impacto del narco fueron Tijuana y Sonora.

Ahora, hablando del reparto me encuentro con tres viejos conocidos y excelentes actores: Benicio del Toro (Snatch, Things We Lost In The Fire), Emily Blunt (The Devil Wears Prada) y Josh Brolin (No Country For Old Man y True Grit) un trío que  a lo largo del filme nos llenan de intriga y suspenso, una tercia de nombres que hacen sobresaliente una historia de por sí ya atractiva. Así que, ya sea por morbo o por interés en la temática presente, seguramente disfrutan de un filme repleto de dinámica, estrategia y, primordialmente, buenas actuaciones. Título que se coloca en el podio de lo mejor del 2015.

Algo para escuchar


Mi primer acercamiento formal con Foals, llega con el más reciente lanzamiento de esta agrupación británica originaria de Oxford, "What Went Down", un álbum que ha dejado en mi una muy buena impresión por su ligero sonido y sobria ejecución. Introducido por sencillos como 'What Went Down' y 'Mountain At My Gates', el álbum comienza con una gran carga energética bajo el manto de un par de canciones que no en vano han sido genuinos éxitos. Cortes cargados de la siempre bienvenida intensidad del rock pero aderezadas con melodías juguetonas y efectos de sintetizadores que nos sitúan en una atmósfera solemne.

Mientras la primera es un knockout directo, un golpe contundente en la mesa (que nos deja con cierta sensación de peligro), la segunda presenta un rostro más cándido y cordial pero sin menguar en poderío. Al escuchar este par de sendas detonaciones al oído, seguramente se podrá argumentar que el disco en su integridad sera de la misma manera, enfundado en un mística rockera donde las guitarras toman un gran protagonismo pero, para su decepción (o no), no es así.

Primero habría que decir que la identidad de Foals, no es, plenamente rockera al estilo de bandas como Muse, por ejemplo, donde las guitarras juegan un papel sumamente importante, acá, otros elementos como la batería, el bajo o sintetizador toman un papel más protagónico y no como un elemento más de fondo. En pocas palabras, Foals se caracteriza por jugar con los sonidos, experimentar con ellos, darles cuerpo y forma, en vez de establecerse en un rock concreto y convencional (fórmula que funciona bastante bien para agrupaciones como AC/DC, por ejemplo). Si habría de catalogarlos en una sección, definitivamente estarían al lado de nombres como el de Arcade Fire, por citar una referencia popular.

A lo largo del disco vemos una dualidad que oscila entre lo voraz y lo sutil, donde el rock encuentra una nueva faceta que toma forma en cortes como 'Give It All', 'Albatross' o la majestuosa 'A Knife In The Ocean' donde las guitarras disminuyen su volumen pero que sin ello disminuyan su impacto, tomando tintes enigmáticos, pletóricos gracias a la certera acentuación de los sintetizadores. De igual forma, nos reencontramos con momentos donde las guitarras toman la batuta en cortes como 'Birch Tree', 'Night Swimmers' o 'London Thunder' pero no en su forma más ruidosa y directa (como en 'Lonely Hunter'), sino en su forma más pintoresca y armónica aportando la melodía adecuada. Una agradibilísima apuesta para con una agrupación que, en el pasado, no me habían seducido por completo con su propuesta pero que definitivamente a partir de aquí entraran en consideración para mi. ¿Será este el punto más elevado de su discografía?

Definido por la propia agrupación como el disco más agresivo que han lanzado, "What Went Down" se presenta como una muy buena alternativa no solo al rock convencional sino al rock presentado por ellos previamente. Un material estentóreo, un pacto de sonidos que producen diferentes tipos de sensaciones, diferentes tipos de reacciones; así, se puede desde elevarse con los pies en la tierra hasta agitar la cabeza con ardua repetición. Material bien balanceado que bien podrán disfrutar tanto noveles, como su servidor, como oyentes más avanzados. Sin duda, nota relevante de este 2015.

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