"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

miércoles, 28 de diciembre de 2016

1:0

Cuando en un artículo leí como la inseguridad no disminuía mientras que los grupos de delincuencia organizada aumentaban sus números, me pregunté cómo es que dichos grupos (minoritarios en comparación con el total de la población) suelen tener el éxito que tienen, la longevidad que suelen tener y la respuesta es, más allá de todos los susodichos problemas de corrupción del país, que ellos son una unidad, se comportan como un todo, manejan un objetivo en común. Mientras tanto, su contraparte, el resto de la sociedad, el lado de los "buenos", se encuentra fragmentada, dispersa, cada quien planeando (sea persona o grupo) su propia jugada. Lo he dicho antes y lo digo ahora, México es un archipiélago; no una isla. México es un conjunto de individualidades; no de juego en equipo. Cada quien por su lado busca hacerse camino entre la jungla, por aquí y por allá se logran abrir camino pero por lo regular no suelen llegar más allá de sus propias condiciones o términos o hasta donde la efervescencia del momento les dé para llegar. Ese compromiso que los grupos de crimen organizado suelen tener, esos vínculos que suelen presentar, es de lo que carecemos como nación y que tan bien nos vendría en el presente. De los grupos de crimen organizado no solo deberíamos aprender su lenguaje, sus costumbres, su manera de ser, vestir o actuar, también deberíamos aprender de esa parte donde el todo es más importante que sus partes. Con esto no digo que nuestros problemas como nación acaben pero al menos estaríamos más cerca de una solución unánime.

2:4

Los medios son como un mercado: ponen a tu disposición la mercancía que más vende, el producto con mayor demanda al frente. Cuando vea televisión o lea un periódico pregúntese si realmente lo que ve o lee es lo más importante, es lo más vital para nuestro desarrollo cotidiano. En muchas de las ocasiones la respuesta es no. Pero al no tener uno control del medio únicamente consumimos lo que se nos ofrece, lo que se nos pone a disposición. Una de las cosas negativas de los medios (sobre todo los televisivos) es que nos quieren pasmados, aplastados, consumiendo ya sea información o productos; nunca a ser analíticos o cuestionar. En cierto modo, la dinámica se parece al de un salón de clases: solo nos sentamos a escuchar, a digerir lo que se nos avienta, a acumular información, a colmarnos en ella, mas no a razonar, a pensar, a dar utilidad de lo que se nos dice; somos, en conclusión, un publico/alumnado pasivo.

2:3

¿Por qué habrán cortado ese árbol si aún daba frutos? ¿Debería cortarme la cabeza en orden de que mi cabello no caiga más? La única naturaleza que entendemos es la nuestra. Y en ocasiones ni esa. La lógica humana no se mueve a base de utilidad, no cuando se trata de esa otra naturaleza. Se mueve en cuanto al tamaño del obstáculo. Y el árbol perdió la partida por sus hojas, esas que caían y tapizaban el suelo con una cadente naturalidad. Pero en realidad unos dicen que cayo como quien juega ajedrez y se deshace de piezas del tablero: por esa sensación que solo quien tiene el poder puede alcanzar. Lo único cierto es que ya no estaba ahí. Pero quién va a extrañar un árbol, ¿cierto? Para mañana se habrá olvidado que estaba ahí. Algunos ni recordaran que había algo ahí. Toda memoria sera trasladada al olvido; el verdadero asesino de toda humanidad.

martes, 20 de diciembre de 2016

2:2

Para mi la privacidad es muy importante. Más importante que el amor. El amor es un tópico desgastado e incluso me atrevo a decir devaluado. El amor es un símbolo universal. En cambio, la privacidad es la medida exacta de cada persona. Parejas, solteros e incluso animales la necesitan. La necesitamos para sobrevivir en un mundo en el que cada vez hay menos espacio para uno, en la que cada vez hay menos capacidad de sorpresa o asombro, en el que todo se sabe pues habitamos un gran hermano. Ahora imagine su vida personal expuesta: desde qué come, qué ve, dónde ha estado, hasta saber detalles de su intimidad. Esa es la clase de vida que ningún ser humano desearía. Esa es la clase de vida que uno ve en televisión y cuyo mayor propósito es entretener a una multitud aburrida. Uno jamas desearía como propia tal vida pues, ¿realmente queda vida para uno o todo se va a los otros? Esa clase de vida intrusiva no es como ver una fotografía en Facebook; va mucho más allá, implica mayores intereses que el de solo mirar. Una vida en el ojo del huracán, es una vida de tormenta; y lo que menos quiere uno es compartir su vida con los otros.

...

El problema es cómo se ha divulgado la información. Porque una cosa es lo que la persona agredida dice, y otra es lo que el agresor dice. y ambas versiones son igualmente respetables. La gran diferencia acá es que el agredido llegó primero a dar su versión a un grupo de personas neutrales y tal versión se tomó como credo excluyendo completamente la otra parte; y sin la otra parte, no hay una visión completa de la problemática. Muchas de las cosas que se dijeron no sucedieron así. Muchas de las cosas no son como se dicen. El bullying, por ejemplo. ¿Se supone que aprenda a no practicar el bullying cuando esa practica no me corresponde? ¿Por que he de vivir con etiquetas que no me corresponden? Mi posición no es la de victima, es la de excluido. Mi versión realmente nunca quiso ser tomada en cuenta. Y ahora se espera de mi que tome una posición de apertura de las demandas de las personas, de los sentimientos de las personas, cuando eso no existió para mi. Cuando lo que existió para mi fue tomar partida de algo.

jueves, 15 de diciembre de 2016

2:4

"Durante el más largo tiempo de la historia humana se impusieron penas, no porque al malhechor se le hiciese responsable de su acción, es decir, no bajo el presupuesto de que solo al culpable se le deban imponer penas, sino, más bien, a la manera como todavía ahora los padres castigan a sus hijos, por cólera de un perjuicio sufrido, la cual se desfoga sobre el causante; pero esa cólera es mantenida dentro de unos límites y modificada por la idea de que todo perjuicio tiene en alguna parte su equivalente y puede realmente ser compensado aunque sea con un dolor del causante del perjuicio. ¿De dónde ha sacado su fuerza esta idea antiquísima, profundamente arraigada y tal vez ya imposible de extirpar, la idea de la equivalencia entre un perjuicio y un dolor? Yo lo he adivinado: de la relación contractual entre deudor y acreedor, que es tan antigua como la existencia de "sujetos de derecho" y que, por su parte, remite a las formas básicas de compra, venta, cambio, comercio y tráfico".

"La crueldad constituye en alto grado la gran alegría festiva de la humanidad más antigua, e incluso, se encuentra añadida como un ingrediente de casi todas las alegrías [...] Ver sufrir produce bienestar, y hacer sufrir, más bienestar todavía; ésta es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano. "demasiado humano", que acaso suscribirían ya los monos, pues se cuenta que, en la invención de extrañas crueldades, anuncian ya en gran medida al hombre y, por así decirlo, lo preludian. Sin crueldad no hay fiesta, así lo enseña la más antigua, la más larga historia del hombre, ¡y en la pena hay también muchos elementos festivos!".

En esas palabras de Nietzsche del libro Genealogía de la Moral, pertenecientes al capítulo dos de dicho libro que tiene que ver con la culpa, él explica como la palabra justicia no siempre fue como la conocemos ahora, como un forma de castigar a quien había hecho un mal, anteriormente era, un concepto anticuado que se derivaba de un concepto de mercado que se trasladó a la vida cotidiana mas no necesariamente bajo el mismo tipo de modelo pues realmente no había ningún tipo de intercambio entre las dos partes.

Tal ejemplo lo tenemos en la actualidad con los linchamientos y con los ajustes de cuentas que las personas suelen llevar a cabo. Dichos eventos buscan tomar "algo que les pertenece" de los deudores; algo que les hará "sentir mejor", algo que hará "justicia", algo que "equilibrará la balanza", pero en realidad tales cosas no existen. O si existieran son efímeras y pasajeras. Un país no mejora por el numero de personas linchadas ni una persona crece o se enriquece cuando lastima a alguien. Pero esa es la naturaleza humana; tan natural o aún más que cualquier obra de caridad.

Somos hijos de la violencia. Nos amamantamos constantemente de ella. Es el condimento predilecto del ser humano y basta con voltear a nuestro alrededor o encender la televisión y ver una pelea de box o un programa de comedia para ver como la violencia es parte de nuestro día a día. La violencia es un pilar de la humanidad y sino basta con ver el numero de guerras y demás conflictos que han existido, existen y existirán y que mueven al mundo de una forma sangrienta.

Cabría preguntarse si es necesaria tanta violencia, si realmente es necesaria para que lleguen "las cosas buenas". Un ejemplo claro lo tenemos aquí en México con la Guerra al Narcotráfico, The War On Drugs, que se desató tiempo atrás y que ha dejado un alto número de muertos que continua aumentando en un conflicto que parece no tener solución pues en vez de disminuir los números del narcotráfico estos aumentan en realidad.

Encontrar una respuesta en la violencia es una apuesta arriesgada del hombre pues es una en la que se va a todo o nada, en la que no suele haber vuelta atrás, y aunque hemos salido "avante" de dichos eventos violentos por lo regular da la sensación de que más que salir victoriosos como humanidad hemos salido perdiendo.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

1:3

La mejor parte de escribir es que la escritura permite errores, errores que al hablar no nos podemos permitir pues suelen tener una repercusión grave. Una palabra mal dicha, un verbo mal empleado, puede ser el acabóse de alguien. Escribir, al contrario de hablar, es un ejercicio que promueve el cambio pues nada está escrito en realidad. Al menos no en un sentido permanente como si suelen estar las palabras que decimos, que por lo regular suelen no tener marcha atrás. Escribir de igual forma es un ejercicio al que no le incomoda el paso del tiempo ni los espacios prolongados de silencio, que no requiere de un constante bla bla bla, es un ejercicio que permite las pausas y abraza los retornos. Escribir es, también, la mejor de las terapias pues permite a uno abrirse y expresarse, una vía de asociación libre inigualable.

1:2

Aquí el problema no es que alguien estornude o que alguien tosa porque dichas conductas son parte de nuestro organismo, parte de nuestro ser; el problema aquí es, como lo ha sido a lo largo de este tiempo, la intencionalidad, el dar a esas conductas naturales un significado no tan natural. Pero ese ambiente ruidoso es parte de esa piel sensible en la que habitamos y que busca transmitir cualquier cosa, algo, por más efímero que sea. A veces me pregunto si se ha perdido la capacidad de lenguaje, de comunicarse o es que simplemente el ruido es la nueva forma de comunicación.

martes, 13 de diciembre de 2016

1:4

A lo largo de este tiempo he hecho una cosa mala: el dinero. Los demás fueron errores. El mensaje de Whatsapp, la reacción... cosas que pudieron haberse evitado, pero eventos menores, eventos que suceden en todas partes del mundo, en cualquier momento, de las cuales incluso bromeamos pero que ahora se sobrerreaccionarón (overreaction), se llevaron lejos para lo que de verdad fueron. Mi silencio fue una manera de protesta, de decir no estoy de acuerdo, y si quiere llamar orgullo a mi silencio, hágalo, pero tenga en cuenta que en todas y cada una de las reacciones que hubo del otro lado también hubo orgullo de sobra. Yo no creo que esto sea para mejor, o concientizador, o un reflejo de mis actos —porque en muchos hubo una malicia que jamas residió en mi—, todo esto es, en una palabra, represalias (retaliation), cobrarle algo a alguien. Basta tomar el tiempo, palabras y actos como evidencia. Seguramente se ha de encontrar cansado de mis cantaretas, yo en ocasiones me canso de repetir lo mismo, pero el contexto es un gran círculo vicioso con dos bandos que chocan entre sí y en el que el problema principal no es el número de personas del otro lado, porque pueden ser 1 vs 500, el problema es que se ha combatido el motivo equivocado. Pero nosotros los humanos somos especímenes extraños, condenamos la impulsividad, por ejemplo, pero sin dicha impulsividad no hubiese escrito la carta, misma que no recibió la misma intensidad de respuesta que su opuesto; al menos no en el momento en que sucedió. Ya para acabar, tengo una pregunta: ¿la próxima vez que suceda un evento similar (un conflicto entre dos personas) en una escuela, o cualquier otro lugar, se actuará de la misma manera? ¿Se expondrá el acto para que la multitud arroje las piedras? Y tomando en cuenta como es el ser humano de mimetizador, realmente es preocupante que se sigan los mismos pasos. Porque esa no es manera de solucionar un problema. No de todos los golpes se aprende.

lunes, 12 de diciembre de 2016

2:2

Yo no se mucho de resolución de problemas pero lo que se es que los problemas son como un incendio: el objetivo principal es que no se vuelvan de mayores dimensiones. ¿Y qué tenemos aquí? Que de una chispa generada entre dos personas se generó un incendio de proporciones mayúsculas. A le dijo a B, a C y a D, y cual reacción en cadena, aquella chispa se volvió incontrolable. Y aunque las acciones sean voluntarias o involuntariamente, los sentimientos son reales. Así que si algún día tiene un problema, un consejo: no involucre más gente. La gente suele tomar bandos. La gente suele ser imparcial. Suele ver la problemática desde sus partes, no desde el todo. Así que como dice cierta frase celebre en ingles "more money, more problems" acá se adaptaría a "more people, more problems".

Sí, unos a otros nos necesitamos pero en ocasiones involucrar a otras personas en asuntos que no son de su incumbencia suele tergiversar un problema. A veces, el termino red social suele ser usado de maneras incorrectas aplicándose en circunstancias que están lejos de ser de la incumbencia de otra gente y aplicando métodos que lejos de brindar un bienestar o ayudar a solucionar una problemática, la volatizan más. Lo dije antes, lo digo ahora: las personas tienen esa cualidad única de ser enfermedad y ser cura. ¿En qué momento la red se torna en soga? ¿Hasta donde pueden las personas llegar para lograr algo? ¿Es el "todo se vale" (o como diría Malcolm X "by any means necessary") valido en cualquier instancia? ¿Cuál es la linea que delimita lo correcto de lo incorrecto y quién traza esa línea?

Hasta hoy día no ha habido solución a la problemática. Probablemente las personas agraviadas se sientan mejor, o sientan que se haya hecho "justicia", porque el agresor recibió su merecido. Pero de igual forma que cuando una multitud lincha a una persona por algún agravio que cometió, no se acaba con el problema, se acaba con la persona, y la persona no es el problema; al menos no en su dimensión total.

jueves, 8 de diciembre de 2016

0:5

¿A qué se refieren cuando alguien dice el sexo débil?
¿Basado en qué escala?
Misoginia: una mujer hablando de otra mujer.
El mundo es hostil incluso entre ellas.
Los hombres también lloran.
Al parecer no somos tan diferentes.
La falta de respeto no es un problema femenino;
todos lo sufrimos.
La desigualdad,
no es solo para quien viste faldas.
Sexo débil,
no existe tal;
aquí no hay trato especial,
mujeres y hombres por igual,
sufren las mismas amenazas.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

1:4

Oh, mujeres. Sí, en los últimos tiempos las mujeres han sido víctimas de actos deleznables. Desde las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez hasta las mujeres secuestradas en África a manos de Boko Haram. Pero más allá de dichos eventos, para nada menores, las mujeres poseen ahora mayor terreno que antes. Hablando desde la perspectiva de mi círculo inmediato, las mujeres son pilares de hogares, son notables profesionistas, son remarcables estudiantes y al mismo tiempo son también una nueva especie de hombre, ya que, al igual que el genero masculino, suele compartir comportamientos parecidos (que van desde el vocabulario hasta la forma de relacionarse); ya no existe más aquella linea divisora de antaño. Así que, cuando veo todas esas campañas a favor de la mujer pidiendo mejores cosas para ellas, no me parece incorrecto, pero en lo particular opino que todos, dejando géneros de lado, deberíamos aspirar a mejores cosas en este país. A pesar de las desventuras que aún en la actualidad sufren (y que sufrimos todos), las mujeres, para mi, han dejado de ser el sexo débil.

domingo, 4 de diciembre de 2016

1:5

¿Tú vales por lo que eres o por lo que puedes ser? Por ejemplo, un billete vale por lo que es, no por lo que puede ser. Vale por su denominación no por la potencialidad de ser un avión. Pero nosotros no somos dinero. No somos moneda de cambio. No somos un monto. Uno es más que una herramienta de intercambio. Uno vale por lo que puede ser. Por lo que puede aprender. Si todo se limitara a una simple característica, a una solitaria singularidad, a un mote, pues entonces se perdería mucho. Uno no es una maldita licuadora que alguien compra porque puede triturar alimentos. Pero al final en eso nos hemos convertido: en algo que la gente elige para brindarle una facilidad. Un mundo de potencialidades desperdiciado.

***

El otro día caminando, en mi camino encontré una piedra. La aparte del montón, apunté y tiré. La piedra pasó justo en medio de las dos llantas traseras. Seguí caminando y me encontré otra piedra. Esta vez quería que la piedra diera un salto a la acera. Una vez más la separé, apunté y tiré. Esta ocasión la piedra solo reboto en el borde de la calle. Continuo caminando y me encuentro otra piedra. La separo, apunto y disparo. La piedra golpea el borde de metal de una reja. ¿De qué carajos estoy hablando, cierto? Por qué te estoy contando esto, te preguntarás. Porque las relaciones son como esas piedras: no siempre resulta lo que queremos pero debemos seguir intentando, debemos seguir andando. Hoy cortas con tu pareja, mañana llega otra. Hoy resultó lo que querías, mañana no. Así es la vida. Y en muchos aspectos somos idénticos a una piedra. Por ejemplo, ninguno de los dos sabemos cómo hemos llegado hasta aquí.

martes, 29 de noviembre de 2016

2:1

El tiempo es lo de menos.
Todos tenemos los días contados.
Pero si mi vida acabara hoy
me sentiría desilusionado.
Uno debe morir por lo que es,
no por lo que se cree que es.
Mi vida, encapsulada en un instante
se vuelve gradualmente blanquecina;
el tiempo no espera.

¿Qué te hace creer
que yo soy una roca
y tú un trozo de seda?
¿Conmover o conmocionar?
¿Estremecer o paralizar?
El primer golpe es el mortal;
los demás se dan por vanidad.
Una hormiga puede cargar más que un hombre
pero no al hombre;
una carga tan pesada
que ni el mismo hombre
puede solventar.

El mundo de allá afuera
no está hecho de sentimientos;
está hecho de percepciones.
Si lo percibo, lo puedo alcanzar.

sábado, 26 de noviembre de 2016

1:3

Una revolución no es como una pelea de box donde uno se encuentra detrás de una butaca o en la comodidad de su sillón mientras ve como se reparten golpes ambos contrincantes. En una revolución uno es el boxeador. Uno es quien recibe los golpes. Uno es quien sangra. Así que cuando hablas de revolución me da la impresión que hablas desde la perspectiva de quien se encuentra detrás de un sillón o butaca y cree que no le va a pasar nada. Yo no daría la vida por este país. Ya ha habido gente que antes la ha dado y seguimos en el mismo lugar varados. Para dar vida a este país hace falta vida, no más muerte.

viernes, 25 de noviembre de 2016

1:0

A mi no me sorprende que una persona tome su celular, abra Facebook, cheque inbox, vea un mensaje, lo lea y decida aceptar o no lo que se encuentra en su contenido (sea una conversación o ser parte de algo). Eso sucede desde antes de todo esto. Es parte de la dinámica (ciber) social. Tampoco me sorprende, por ejemplo, ver a una persona encorvada, abstraída en su celular. Lo que llama mi atención es la cantidad de tiempo muerto que existe en la actualidad. Tiempo que quizás igualmente antes existía pero que la tecnología actual se ha encargado de acentuar. Vivimos constantemente aburridos. No importa si trabajas o no, si tienes algo que hacer o no, siempre habrá tiempo que matar, siempre habrá tiempo muerto. Y en este entorno (ciber) social donde el tiempo muerto es valiosísimo para crear tendencias y hacer las cosas virales, es ahí donde la causa encuentra el nicho perfecto para anidar.

jueves, 24 de noviembre de 2016

1:0

Sentir es como caminar: no porque puedas moverte significa que llegaras a algún lado. Así que aquí nos encontramos, corriendo para todos lados y para ningún lado. Somos personas en un incendio y a quién le importa mantener la calma. Aquí las pulsiones flotan. Ahora recuerdo por qué los programas triunfaban: porque usaban los sentimientos como alimento. Una lagrima era agua en el desierto. El enojo era el más grande de los condimentos. Yo siempre me pregunté por qué la gente seguía esos programas si no resolvían nada, solamente exaltaban. Respuesta: vivimos en un gran coliseo romano, aquí todo lo que fluye es ganancia; sea sangre, cuerpos, sentimientos. Nunca he consumido una droga pero así es como se debe de sentir: algo que te mantiene separado... o anclado, como mejor haya de servir.

2:0

¿Por qué una persona debe vivir con su privacidad invadida constantemente? ¿Por qué cada paso que se da debe ser vigilado por la sombra de alguien más? ¿Por qué una persona debe perder cosas preciadas por culpa de extraños que se reúnen para señalar y condenar, utilizando su cualidad grupal para las cosas equivocadas? ¿Por qué uno debe aceptar un castigo como suyo, cuando no lo es, y tomar lo mejor de ello? ¿Por qué he de permitir que mi persona vaya de aquí a allá, de persona en persona, de lugar en lugar cual obra de caridad? ¿Por qué he de permitir que se digan cosas equivocadas de mi y de los eventos que suscitaron todo esto? ¿Por qué he de quedarme viendo como mi vida pasa mientras los demás hacen con ella lo que quieran?

La vida de una persona no debería ser el proyecto de nadie. La vida de una persona es la vida de una persona. Los estigmas no son heridas que se hagan solas. La indiferencia es la respuesta a un sistema que no da esperanza alguna. La frustración es parte de nuestra canasta básica. Yo soy el mexicano promedio y mi voz es una más entre las tantas que se han alzado y se alzarán. Mis quejas van directamente al buzón de la nada, son arrumbadas para cuando se necesiten si es que llegan a ser de utilidad. Yo soy el mexicano promedio y soy indiferente como el vecino de enfrente, como el vecino de atrás. Hijos de una sociedad negligente. Nos importa la gente siempre y cuando sea nuestra gente. Mi partido político es el mejor, mi equipo es el mejor, mi religión es la mejor. Yo soy el mexicano promedio y no soy ningún santo. De hecho, soy parte del problema. Pero aquí los problemas se hablan en singular, no en plural. Aquí los males y los bienes se miden por unidad, no por lote. Mi voz no es realmente la de un pueblo; mi voz es insurgente. Si vivo o muero da igual, si me escuchan o soy silenciado da igual, si soy elegido o descartado da igual, siempre llegan más y todo sigue igual.

domingo, 20 de noviembre de 2016

2:3

Mi voz,
sentada,
inarticulada,
invalidada,
democráticamente minimizada,
testigo de una sociedad amainada,
desinformada,
desinteresada,
violentamente adiestrada,
envenenada por un tiempo que no sabe a nada,
que no deja nada,
rehén de sus propios temores y desaciertos,
víctima de su propio desierto,
árida sociedad;
y a mi se me hace llamar
oveja del ostracismo,
víctima y culpable,
humano condenable
como los demás.

martes, 8 de noviembre de 2016

¿Lo dije o lo pensé?

Una exposición así solo crea estigmas. Y los estigmas son manchas difíciles de sacar. Incluso ni siquiera con el buen andar de la persona. ¿Qué necesidad hay de ir tocando puerta por puerta, persona por persona, para ensuciar el nombre de alguien, para asignarle un rostro que no le pertenece? La persona que deambula por las calles no es un asesino mucho menos un criminal, es más bien producto de un entorno enfermizo, caótico, que en vez de ayudar personas las enferma más. Si de algo deberíamos protegernos es de esos juicios desproporcionados que la gente suele otorgar y que lleva únicamente a inflamar más las cosas. Yo vivo en una sociedad donde las personas prefieren arrojar la primera piedra antes de escuchar.  Yo vivo en una sociedad que prefiere seguir antes de andar sus propios pasos. Yo vivo en una sociedad construida de víctimas y mártires.

1:3

Exactamente: la gente no va a decir que no. Y he ahí la principal problemática. Porque decir sí a todo lo que la otra persona propone suele llevar a mayor problemáticas que soluciones. Porque al tomar el rumbo que una persona u organización propone se elimina por default la verdadera necesidad. Si lo que se busca es ganar adeptos a una causa que se encuentra lejos de ayudar a una comunidad, entonces no estamos hablando de acción social; estamos hablando de venganza, de un ajuste de cuentas, de intereses personales por parte de las personas al mando.

Créame: lo más fácil es vender una historia. Y aún más fácil aún si dicha historia contiene violencia y demás agravios típicos de nuestra sociedad moderna. Imposible no sentirse identificados o hasta incluso enojados o indignados. Pero lo más difícil es realmente generar un cambio que: 1) realmente ayude a la persona y 2) que realmente sea inclusivo, y con inclusivo me refiero a que tales beneficios también se vean reflejado en los demás. Pero, una vez más, tales cosas se encuentran lejos en la situación actual.

Lo que hoy se hace no ayuda al vecino de enfrente o al vecino a tres cuadras de distancia mucho menos al sujeto que se persigue de aquí a allá. ¿Cómo puede una problemática entre dos personas ayudar a una comunidad o un grupo de personas cuando dicha comunidad juega un papel distante en la problemática? Esa es la misma pregunta que me sigo haciendo y que me hice aquel día que una persona ajena a mi decidió hacer público una problemática de dos incluyendo personas totalmente ajenas a la situación y que de ninguna manera podrían solucionar el conflicto y en efecto, varias personas que no tenían vela en el entierro acabaron encendiendo su vela—.

¿Cuál esperaban que fuese la reacción de la otra parte? ¿De total apertura a que demás personas se involucraran y tomaran partida con la otra persona? ¿Que aceptara un juicio que bajo toda circunstancia era desproporcionado e incorrecto en sus acusaciones? Yo no llamaría orgullo a mi silencio. Mi silencio es protesta. Mi silencio dice no estoy de acuerdo. Mi silencio es lo único que tengo en un lugar donde las palabras y sentencias van y vienen, donde las personas no callan pues deben seguir hablando. Resulta, que ahora el silencio es incómodo para aquellos que lo empezaron.

Si acción social es un pretexto para inmiscuirse en la vida de otras personas y escarbar en su vida personal, meterse en su privacidad o aplicar el ojo por ojo hacía alguien con quien tengamos un problema, entonces se está haciendo mal uso de una herramienta que puede ser y que es más útil de como se utiliza en la actualidad. Las necesidades sociales van más allá de la problemática de dos personas. Las necesidades sociales son de todos, no de unos cuantos.

martes, 25 de octubre de 2016

1:5

Yo creo que todos alguna vez hemos sido agredidos, insultados por alguna persona pero, ¿eso nos da el derecho de ir recolectando gente para "cambiar" una situación? No. Los problemas de dos no son suficiente motivo para la involucración de muchos. Internet resulta ser un gran espacio para la expresión pero algunas personas dan mal uso de ello sembrando motivos, muchos de ellos, equivocados; llamando acción social a algo que por mucho son intereses personales. Si antes me declaraba en contra de solucionar cualquier problemática por medio de las redes sociales o cualquier medio afín, ahora con más razón. Considero que la superficialidad del medio y su cualidad de incompleto ante la ausencia de la otra persona y lo que esto involucra (tonalidad, gestos, manierismos, etc) nos alejan más que acercarnos de la resolución de una problemática (ya no decir de la formación de vínculos).

Las personas, a 2016, no saben hacer buen uso de una herramienta que por años ha estado entre nosotros. En donde vivo, por ejemplo, hacen falta puentes peatonales pero en vez de hacer uso de dicho poder online, de dicho poder de convocatoria, de accesibilidad a la gente para la construcción de algo útil que beneficie a la comunidad, se utiliza para esparcir rumores, chismes, noticias que en nada benefician el verdadero desarrollo social. De igual manera, cuando los tiempos eran de balaceras, de inseguridad en la calles, la gente utilizaba dichos medios sociales para difundir más el miedo, el desconcierto; en vez de usarlo como una herramienta a su favor, un medio para la información, para la conexión social, lo utilizaban como un medio para la desinformación, como una herramienta a favor de quien perpetraba el terror.

"Vientos de cambio" decía el eslogan de un partido político tiempo atrás pero lo cierto es que seguimos de pie en el mismo lugar, en el mismo fango, en la misma hedionda suciedad, en el mismo dolor, en el mismo descontento, en la misma inseguridad, en la misma desigualdad, en las mismas condiciones extremas de antes. Internet es la nueva agora y no porque la locación sea distinta, su engranaje es diferente; al final, todo queda entre personas.

***

Incluso cuando sabías que lo que hacía, no lo hacía porque quería sino por lo que me hacían, me condenaste, me castigaste. Pero tú solo buscas respeto. El mismo respeto que perdiste cuando dijiste que sí. La palabra más simple del mundo. La respuesta más sencilla de todas. De todas las cosas malas que dijiste haber hecho esa fue la peor.

sábado, 22 de octubre de 2016

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La ilusión de la seguridad.  Concepto que alude a una de mis películas favoritas: "Fight Club". Dicho filme no es únicamente bueno por las actuaciones de Edward Norton y Brad Pitt sino por ser una crítica a la sociedad y sus estilos de vida agotadores y consumistas. Y entre una de las tantas frases y momentos celebres de la película uno de los que viene a mi cabeza ahora es: The Illusion Of Safety. Tal expresión surge a propósito de un cartel que explicaba los pasos a seguir en caso de haber un percance en un vuelo. Lo que Taylor Durden explica es que lo único que hacen dichos pasos es sedarte para aceptar un inevitable destino en vez de realmente alejarte del peligro. Y en la actualidad sucede algo parecido. Se dan indicaciones de qué hacer para evitar un percance pero en realidad dichos pasos a seguir no son más que ilusiones de seguridad destinados a hacernos creer que uno tiene el poder para cambiar la situación cuando en realidad dicho cambio se encuentra a una distancia considerable de donde nos encontramos. No, esto no es una manera conformista de ver o encarar una problemática simplemente ejemplifica que ciertas situaciones están lejos de ser resueltas por uno mismo.

-

Ella se acerco a mi llorando, y llorando habló. A veces los sentimientos son como el dinero: gastamos porque tenemos, no porque sepamos gastarlo bien. Ella quería hacerme sentir. Ella quería provocar algo en mi. Yo no lo permití. No permití convertirme en un volcán y hacer erupción para que después los resultados sean los mismos o peores. Si algo me han enseñado las lagrimas o manifestaciones sentimentales afines en los últimos años es que son una excusa egoísta para decirse humano. Sus lagrimas sirvieron para solucionar nada pero ella se dijo purificada. Pero purificada es el agua que bebemos más no el entorno en que nos movemos. Deberíamos empezar por purificar eso. Deberíamos empezar por aprender que no todo lo que sentimos es bueno, ni que tampoco es bueno externar todo lo que sentimos. Pero el mundo de hoy está inclinado al sufrimiento personal, ajeno o colectivo que sentir se ha tornado en una experiencia sadomasoquista donde ninguna formalidad o correcta administración sentimental es permitida. ¿Se supone que siga aquí sentando recibiendo mi castigo o debería llorar contigo? Bajo al ritmo al que andamos, ninguna es la solución más humana ni mucho menos atinada.

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La gente dice: "tú sólo quieres culpar a otras personas". Pero son las otras personas las que me culpan a mi. No, no he dejado de ser "chévere". Si dicha palabra alguna vez se relacionó conmigo. Lo que ha dejado de haber es el contacto, la frecuencia, la convivencia, esa cercanía tan necesaria en la relación de dos o más personas. Pero las cosas son así. No es el mismo círculo de personas. No son las mismas personas.  Avanzamos y atrás vamos dejando lo que parecía perdurable, duradero. No hablemos de corta memoria más bien de largas distancias. ¿Que por qué no escribo como antes? Porque las cosas no me inspiran como antes. El mismo cuarteto, tocando la misma nota. ¿Que me masturbo con la foto de una amiga? ¿Y que hace ella con mi vida? La palabra amistad ha sido un mote que otras personas han usado para escalar peldaños y que te deja pensando si realmente existe después de todo lo pasado. Lo que sea que haya hecho en mi vida, es mi vida y los problemas abarcan dicha totalidad, así que mis problemas son los problemas de nadie más, son cosas que a mi me toca solventar y que, con todo lo que sucede, no se ha hecho más que confirmar a veces más es menos sobretodo cuando la situación no corresponde a tantos nombres. Mis amigos son los aliados de otros. Y sí, también me usan para su placer. La vida ha cambiado tanto en los últimos años, que no puedo ni siquiera adjudicarme dichos cambios pues no fueron planificados por mi, no soy el arquitecto de mi propio devenir o porvenir. La ilusión de la seguridad: la sensación de que está en mis manos lo que no lo está. Al menos no en esta vida.

viernes, 14 de octubre de 2016

(...)

Anteriormente alguien hablaba de homosexualidad e inmediatamente la gente te sacaba el crucifijo y te lo ponía en frente, como si se hablara de algún tema profano o impuro. En la actualidad, todo mundo habla de eso, todo mundo lo habla con mayor soltura y libertad. ¿Ha la gente cambiado en la última década para pasar de tomar un tema como la homosexualidad tan natural y sin ninguna clase de complejo? No, no lo creo. Más bien creo que en la actualidad la homosexualidad se ha convertido en un producto más a la venta al consumidor, un producto cuyo cometido es darnos esa sensación de liberales, de ser open minded, de ser pro-algo pero no necesariamente porque así lo sentimos sino porque así lo demanda la corriente principal, así lo demanda el medio. Yo no me encuentro en contra de la homosexualidad y sus derechos, más bien me encuentro en contra de esos "activistas" que de la noche a la mañana se montan en una causa por ser parte de una tendencia o para ser parte de una conversación. En pocas palabras, algo tan privado como la orientación sexual —y que al mismo tiempo, si se piensa, es irrelevante—, algo tan personal se ha convertido en los tiempos que vivimos en un producto más a la venta al publico.

Y en la actualidad  cualquier cosa es consumible y negociable. Si lo es algo tan tabú como lo es la homosexualidad, lo es también cosas como la acción social. ¿Qué es la acción social? En resumidas cuentas, es cuando la gente va y busca lo que le pertenece o lo que no se le ha dado de manera colectiva, respaldada por la comunidad, Pero incluso para eso, cuyo poder suele ser comparable al de una figura de alto mando como lo es un presidente de la república, se necesita una buena historia para vender, un buen argumento que logre atraer seguidores de la misma manera que como lo ha hecho en los últimos tiempos la homosexualidad.

Piense ahora en el bullying. Otro tema que en los último tiempos ha sido centro de mesa de conversaciones de expertos y no. El simple hecho de la violencia nos molesta. Ahora, que si es una violencia que se aprovecha de otros más débiles o menores, nos encolera aún más. Y esa es la clase de historia, una que mueva fibras internas, que enmarca un contexto de violencia, la que mejor vendería al público. Y tomando en cuenta que vivimos en una sociedad lastimada y que la gente suele decir sí a cualquier causa, por más alejado al beneficio comunal o personal —hola, Teleton—, entonces tenemos una excelente entrada para llamar la atención de las personas para que así formen parte de una causa.

Cuando en una experiencia personal que tuve, las personas iban de casa en casa comunicando cierto mensaje, yo me preguntaba, entre tantas cosas, ¿por qué la gente decía que sí? y ¿qué beneficios traería dicha acción a su causa? Al mismo tiempo me preguntaba, ¿por qué las personas a metros o centímetros de distancia de la persona en cuestión, no se acercaban y comunicaban sus demandas, sus molestias? Alguien me dio por motivo que esa persona ya se lo merecía, pero la sociedad no está aquí para jugar a ser Dios y juzgar cuando alguien merece algo; a mi me vino un segundo motivo a la cabeza: intereses, que encaja bastante bien con el tiempo predispuesto y con la gran movilización en general. Uno se espera que de un presidente se pida algo mejor, de un Príncipe como el de Maquiavelo, pero no de un don nadie, no de una hormiga más del hormiguero.

En aquella ocasión hubo muchas mentiras, mucho más mentiras que verdades sobre todo en lo que respecta a las acusaciones envueltas en el sobresalto de las emociones pero precisamente era dicho elemento el combustible principal de la causa: el sentir algo aunque no se supiera que hacer con lo que se siente. En aquella ocasión a la persona se le vio como un criminal porque ni siquiera fue juzgado, se paso del acto a la sentencia de manera brutal. Y mi pregunta sigue siendo hoy, ¿es ese el tipo de acción social que merecemos o necesitamos para hacer mejor a un país o una persona? ¿Es ese el tipo de acción social que marcan los libros? No, no lo creo. Es más el tipo de esquema que se nos vende para que otras personas se enriquezcan.

Invertir para que otros ganen no es un acto social. Promover el miedo no es un acto social. Promover la paranoia no es un acto social. Promover la enfermedad no es un acto social. Pero esa es la sociedad en la que vivimos, una de doble filo, donde al mismo tiempo que te pueden liberar de tus ataduras , te pueden arrebatar la vida de una apuñalada.

martes, 4 de octubre de 2016

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"Creo que estoy aquí por $500 y un libro. Menos de $500. Porque lo demás fueron cosas que pasan a cualquiera pero que en esta ocasión fueron utilizados como una especie de trampolín para llegar cada vez más lejos".

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"¿Por qué no hable con Noelia en su momento? Definitivamente no fue por orgulloso. Fue más bien porque lo sucedido aconteció entre ella y yo y el hecho de que inmiscuyera a más personas me pareció mas bien una salida de ella, una manera para responderse a sus propias preguntas y que mejor manera que hacer que las personas se involucraran y tomaran su bando".

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"Ninguna reacción es justificada. Pero estando en este circulo vicioso, lo más fácil es dejarse atrapar por el y empezar a "cobrar" con desdén".

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"Nunca me gustó esa palabra. Suena a la típica expresión que utilizaría una empresa para hacerte saber su deuda. Lo cual, de hecho, ellos hacían constantemente como si fuese su principal combustible, el único motivo por el cual siguen en marcha".

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"Es más fácil divulgar algo con la palabra "cambio" que con la palabra venganza. Cuestión de eufemismos. Uno hace alusión ha algo mejor, lo segundo no. Cambio es una palabra seductiva en la cual todo quieren estar presentes aunque no todos saben hacer uso correcto de ella. En pocas palabras, hicieron lo que hacen en la televisión: venderte una "historia de amor", una "historia de algo mejor", pero repleta de violencia y drama. Que al final es lo que vende. Dígame usted qué proyecto social que conozca invierte tres años de vida para cobrarse nimiedades, para ajustar cuentas. No hay tal. No creo que el propósito de la ciencia o siquiera de la psicología sea el ajuste de cuentas".

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"Una palabra: poder. Porque de otra manera cómo se explicaría esa constante divulgación, esa constante exposición, ese armado cual reloj, incluso en lugares en los que no estoy. Que desperdicio de posts y de palabras pero el poder es así, el poder requiere ser abarcativo, omnipresente; porque cuando se tiene, como el dinero, se busca gastarlo, se busca hacer notar quién lo posee".

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"Te venden casa por casa como un criminal. Te exponen pagina por pagina con tus peores credenciales, bajo el peor perfil. Qué poco me conocen y qué corta es la memoria. De un extraño podría esperar que lo tomara pues la persona que tiene en frente es una hoja en blanco llenada por manos extrañas pero de las personas que conozco y me conocen, es una gran desilusión saber que años de convivencia fueron nublados por un instante".

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"Para mi disciplina no es tolerar los insultos de otras personas porque si fuese así ni la propia Noelia tuvo la disciplina adecuada en su momento. Tampoco lo es para mi esperar "hasta el final" simplemente porque alguien ha decidido tomar tu vida y hacer un plan con ella. Para mi disciplina es leer un libro, hacer una tarea, hacer ejercicio, cosas por el estilo que la situación actual me ha despojado de toda motivación o confianza para hacerlo. Como lo he dicho antes: si trazas una linea de tiempo y comparas los tres años antes de que todo empezara y los tres años después del inicio podrás ver un cambio notorio en aspectos relacionados con la disciplina como el compromiso no solo con la lectura y estudio sino con la gente y un aumento elevado en la violencia y toda clase de comportamiento dañino a otros y a uno mismo. Por eso cuando dicen la palabra hospital pienso en como no únicamente un enfermo es una persona dañada sino también su contra cara, que en este caso vendrían siendo esas personas que lo dicen, esa mayoría".

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"De mi vida privada no hablo ni hablaré. No es algo de la incumbencia de las personas. Plus, cuando se menciona la vida privada de alguien por lo regular se suele hacer uso de ella con morbo. Y lo que menos quiero es que mi vida se convierta en el aperitivo de otras persona".

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"Las cosas materiales se reponen: un libro, dinero, un adorno, pero el tiempo de vida ese no se recupera jamas. Así que lo que he perdido es invaluable. Y no culpo a la vida por esto sino a sus conductores. Al final de cuentas un automóvil no te atropella solo. Y sí, yo soy uno de esos conductores pero no el responsable total de este accidente".

martes, 27 de septiembre de 2016

¿Justicia?

No hay definición sencilla de justicia. Aunque la imagen más famosa y asociada generalmente con dicho concepto es el de una balanza, símbolo de igualdad y equilibrio, en la vida real tratar de llevar a cabo tales definiciones es algo complicado y más cuando los ritmos de vida actuales son tan vertiginosos y demandan acción pronta; acción que, por cierto, en nuestro país puede tardar en llegar o quizás nunca llegue (o sino recordemos los casos de los estudiantes en Ayotzinapa y de los niños en la guardería ABC).

Piense, por ejemplo, en esos linchamientos que se suscitan y que son transmitidos por televisión o Internet. ¿Es eso justicia? No, eso es una combinación entre enojo, hartazgo, indignación y demás sensaciones afines pero no algo que logre traer un equilibrio a la población; es, más bien, una respuesta fúrica a una problemática presente. Sí, como medio catártico debio haber sido muy efectivo pero la problemática sigue en pie: los asaltos, robos, secuestros, violaciones y demás felonías siguen presentándose. No puede uno deshacerse del fuego combatiéndolo con más fuego.

Claro, en ese sentido salen a flote otras cuestiones como por ejemplo la educación o la pobreza, factores que por lo general se asocian con actos delictivos, pero más allá de tales variables la justicia tiene por cometido brindar un bienestar a una sociedad en la cual los problemas siempre estarán presentes pero una vez que la población se percata que dicha justicia no lo está, que no está ahí cuando más se le necesita, es entonces cuando su concepto queda "libre de interpretación" siendo así degenerado por el concepto de la población que suele estar repleto de ebulliciones sentimentales y emocionales más que de cordura, sapiencia y racionalidad. El concepto de justicia se torna justiciero.

Lo que menos se quiere en una sociedad ya de por sí dañada y fragmentada son más actos bárbaros pero hacer lo justo, hacer lo debido, es algo que se presenta complicado incluso para la gente preparada y con la responsabilidad de brindar a la población mayor tranquilidad y paz. Con esto no alabo tales actos volcánicos, mucho menos los justifico, mucho menos creo que brinden algo positivo a la dinámica de la población que lo realiza pero todo esto me deja la pintura de un país en el cual la justicia se encuentra en una urna y no paga quien lo merece sino a quien le tocó pagar; al parecer hemos elegido como juez al azar.

Arriba

A lo largo del camino que conducía a la parte más alta de aquel puente, se esparcían mensajes sobre el suicidio aludiendo a la terrible decisión de quitarse la vida. Pero yo no estaba ahí para tal sacrificio. Para mi el suicidio es de cobardes. A la vida debe encarársele. Y el suicidio era como darle la espalda. Yo estaba ahí para contemplar, para reflexionar, para respirar, para sentir esa libertad que hace mucho no sentía. De tantas personas que vivimos aquí, el aire ya no es suficiente; aunque daba la impresión de ser el único en haberlo inhalado.

Cuando la gente no tiene nada que decir, dice cosas positivas. Como en los funerales donde la gente da el pésame y después habla de lo maravillosa que es la vida para disipar ese aroma a muerte que ronda el lugar. Y hoy lo que se vive es un funeral. Y hoy lo que se experimenta son las sensaciones que deja el ya no estar. Hoy todo lo que queda y a todo lo que nos aferramos son los sentimientos. Por eso hablamos de lo bella que es la vida y de las cosas buenas que deja por más que el dolor asecha, por más de que esa sensación de finitud ronde nuestras cabezas.

No queremos dejar de sentir aun y cuando no sepamos qué es lo que sentimos, aun y cuando no sepamos qué es lo que queremos sentir; no queremos perdernos de nada aun y cuando nos hayamos perdido de mucho. Queremos sentirnos vivos aun y cuando esa intensidad nos arroje a la muerte, a esa muerte que tanto tememos y a la que con fiereza combatimos. Pero nadie escapa de la muerte ni siquiera hablando de la vida. Ni siquiera hablando de la muerte. Nosotros solo queremos seguir sintiendo o lo que más se le parezca.

Cuando hablo de la muerte todo parece lúgubre y frío pero cuando hablo de la vida los escenarios se parecen. Por eso no me llamo a mi mismo pesimista. Me llamo a mi mismo un reflejo del golpe de la vida. O debería decir de las vidas pues somos varios los que vivimos aquí. La vida no es un calabozo donde la oscuridad reina y la gente muere de a poco pero la vida no es tampoco un lugar donde el sol siempre brilla y su luz nos ilumina los ojos.

Pero ahora que lo veo, se necesita mucha valentía para brincar desde aquí...

jueves, 15 de septiembre de 2016

Propiedad Privada

Si hay dos cosas que me parecen esenciales para sobrevivir a este mundo cada día más caótico y abrumador son el tiempo y la privacidad. Pero en la actualidad, tal parece que tales conceptos no son del interés de muchos, no tanto como, por ejemplo, conocer el más reciente chisme del artista famoso o la más reciente noticia del vecino o del primo de un amigo, en pocas palabras, estar al pendiente de la vida de los demás, estar al pendiente de lo que sucede en otras lejanas y ajenas latitudes.

Si un hallazgo nos ha dejado el internet, no es solo su capacidad de ser la capital del mundo, el gran mercado mundial, donde la gente convive, se encuentra, así como intercambia información y prendas, sino también nos ha hecho descubrir cuánto tiempo libre tenemos y el predominante mal uso que hacemos de él así como qué tan al alcance están las vidas de otros; todo, a un clic de distancia.

Así que el tiempo, por lo regular, es un constante funeral: día tras día lo hayamos muerto así que con frecuencia funerales son celebrados; funerales donde, aparte del tiempo, se nos va también un tanto de vida. Y la privacidad, por el otro lado, es una habitación sin puertas ni ventanas, un corredor de museo donde la gente ve, comparte y comenta el evento del cual son audiencia. Tal combinación, nos hace cada vez más vulnerables, nos hace cada día más diminutos, nos hace cada día más indefensos en un medio en el cual no tenemos control y donde las variables suelen ser personas como nosotros, igual de erráticas y volubles.

El ascetismo es una costumbre del pasado. Ya nadie se aleja de la sociedad para encontrar ese tiempo y privacidad necesaria para llegar a una mejor comunión con su persona (en la actualidad, más bien, se decanta hacia el hedonismo). Lo que la gente hoy hace es simplemente alejarse de la tecnología pues hasta donde se sabe es la nueva agora, es el nuevo punto de reunión donde la gente convive y comparte, donde las nuevas y viejas interacciones se dan, donde desarrollamos nuestra cotidianidad y al igual que en la vida real nos encontramos abstraídos en nosotros mismos.

La Muralla

Yo nunca sentiré lo que tú sentiste.
No somos la misma persona,
no es la misma circunstancia.
¿Quién te dijo que no sentía?
De seguro alguien que no me conocía.
¿Qué es lo que guardas ahí?
Lo que sea que guardes nos ha traído hasta aquí,
al punto de no retorno,
al punto donde es preferible volcarse que parar.
¿Quiénes son esos de ahí?
Las palabras que tú nunca dijiste,
las cosas que tú nunca hiciste,
el valor que tú nunca reuniste,
la muralla entre tú y yo.
Hay quienes escapan corriendo
y hay quienes se zambullen entre las multitudes;
pero yo sigo aquí,
en el punto de encuentro,
cargando algo que no es mio,
viendo rostros desconocidos,
siendo objetivo de sus dictados.
Pero la pregunta más importante sigue siendo:
¿cuándo estarás tú del otro lado de la muralla,
donde la responsabilidad también es tuya,
donde el sol quema por igual?

jueves, 8 de septiembre de 2016

Almas

Internet es el sitio de todo y a la vez de nada. Internet es el lugar donde uno puede encontrar desde la investigación más reciente del problema más intricado hasta la canción nueva de artista más solicitado. Pero al mismo tiempo que Internet nos presta tantas facilidades, tantas herramientas tan útiles, tantos medios de esparcimiento, es de igual manera, un lugar donde uno se topa con la nada, con el vacío, con, a lo que yo llamo, una casa embrujada.

Lo llamo casa embrujada porque aun y cuando su construcción es real, los habitantes en el interior de la casa son invisibles, son inexistentes en una forma corporal, son como fantasmas que deambulan de aquí a allá y que hasta pueden atravesar paredes pero que en realidad no están aquí sino en algún lugar del globo terráqueo —en su ataúd, quizá, o tal vez en el mar—.

Y hoy en día estos seres incorpóreos son tan redituables, incluso más, que la persona en la vida real. Porque acorde a las reglas de la casa no se necesita presencia física para hacerse pesar: aquí el peso o toda ley de gravedad da igual, no sirve para nada, no influye en el ir y venir de sus almas. Aquí lo único que importa es levitar, perder toda noción de lo humano.

Aquí la almas no viven con la esperanza de algún día tocarte el hombro o mano o entablar conversación alguna, aquí es el lugar donde las almas deambulan buscando lo que la vida no les ha otorgado: amor, igualdad, justicia, valor... algunos encuentran con quien deambular, otros lo hacen solitario pero al final, todos somos parte de esa manifestación de soledades que aunque sea por un instante quieren sentirse con vida por más que la tengan.

¿Sensibilización?

¿Qué pasaría si por los próximos tres años, le pinchara su brazo cada día con un alfiler y en ocasiones haciéndolo más de una vez? Le aseguro que los primeros días sentiría un dolor muy agudo, e incluso molesto a la hora de dormir pero que posteriormente crearía un callo, o sea, su piel se endurecería de tal manera que las punzadas no generarían más en usted aquel dolor insoportable. ¿A qué viene todo esto? A la palabra sensibilización y cómo en ocasiones no es tan sencillo llevarla a cabo sobre todo en un medio tan saturante.

Alguna vez leí en un articulo una critica que se hacía a los medios que empleaban el uso recurrente de noticias explicitas para informar a la gente y que con el paso del tiempo lo único que lograban era el efecto opuesto: desensibilizarlas. Pues la constante exposición de este tipo de noticias lo único que lograba era una indiferencia, una especie de frialdad ante dichos eventos que con anterioridad escandalizaban o que movían algo dentro; en pocas palabras, la gente se endurecía, aquel dolor interno se había tornado una leve incomodidad o nula.

Y lo que pasa en la actualidad es algo parecido: entre tanta violencia que vivimos, en ese fuego cruzado de todos los días, uno no es más la persona que se estremecía ante cierto insulto o agravio sino es la persona endurecida, que no ve más los insultos como una ofensa sino como algo natural, como un elemento de escenografía más, algo parte del día a día, un aspecto más de nuestra cotidianidad. El vaivén de violencia no nos ha hecho inmune a ella simplemente nos ha aclimatado a su frenesí natural.

Así como en la locura existen ciertos ambientes que propician su despegue, ciertos ambientes tan llenos de perversa e insana cotidianidad, en la actualidad el tipo de ritmo que se lleva ayuda a establecer un ecosistema idóneo para la manifestación de la locura o de conductas o comportamientos familiares a ella. La indiferencia, por ejemplo, es un síntoma de la esquizofrenia o de la depresión así como la frialdad un síntoma de la psicopatía. El escenario en el que vivimos y en el cual transcurrimos nuestra existencia es uno que promueve, antes que la salud mental, la enfermedad.

Los tiempos que se viven son vehementes. No aceptan descanso alguno. No aceptan tregua alguna. Lo único que aceptan es el constante ir y venir de información que más que volver a la persona más sensible, más consciente, la vuelve más indiferente, más abstraída, más ajena no solo de lo que siente el otro sino uno mismo; pues al final, voluntaria o involuntariamente, nos volvemos todos un poco más fríos.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Octubre

Mi enojo es grande. Y lo es por las formas en las que se han llevado acabo las cosas. Por la manera en la que se ha esparcido una historia. Si uno mirara la historia completa, la versión original e inclusiva de cómo sucedieron las cosas, seguramente nada de esto hubiera sucedido (o al menos no tan desmesuradamente). Toda esta historia no es la historia del egoísmo y la frialdad sino de la obstinación y la negligencia.

No diré que no hice cosas malas, porque las hice. Sobretodo una que tiene que ver con el dinero. Las demás historias copiladas de misoginia y violencia fueron todas sobredimensionadas ganando con esto que personas ajenas se involucraran y así aumentar el numero de damnificados o personas dañadas simplemente por el placer de tener el poder, de ganar adeptos a una causa que por lejos es incompleta e injusta en la manera en que es llevada a cabo. Si reaccione de aquella manera aquel día a finales del 2013 (tras varios meses de asedio) fue porque no permitiré que alguien se meta en mi vida privada simplemente porque vio "algo" que le pareció extraño.

Tres años simplemente para recordarte algo que no me interesa por la sencilla razón de que mi vida no es un debate en el cual un numero de personas comparten opiniones para llegar a la "verdad", porque en lo que a mi respecta mi vida me pertenece y no es ningún medio para que otros experimenten con ella y mucho menos decidan el rumbo a tomar. Yo no soy esa mala persona que dicen proyectar, porque todo lo malo que se ha hecho a lo largo de todo este tiempo es malinterpretar. Pero claro, una historia vende más cuando hay algo que castigar, cuando hay un chico malo, cuando hay algún malestar que nos mueva (y al cual podamos sobreponer la palabra cambio) , y eso ha sido lo que ha sucedido aquí.

Le aseguro que si usted abre mi Caja de Pandora se encontrará con muchas cosas malas (alguna de ellas muy malas) pero ni todas esas cosas malas —de las cuales me reformé— tienen mayor valor que las cosas buenas pero en momentos como estos, momentos de urgencia, momentos donde las emociones y los sentimientos están sumamente elevados, todo lo malo es un pesado y contundente yunque.

domingo, 7 de agosto de 2016

Invisible

¿Quién es toda esta gente? No lo se. A la mayoría de ella no la conozco escondidos detrás de una identidad social que por irónico que parezca impide la socialización; a las demás personas las conozco, he platicado y convivido con ellas pero de igual manera utilizan un alias para comunicarse. Tal y como en un bal masqué, aquí todo es impersonal. ¿Por qué estoy aquí? Porque ellos lo han decidido; han decidido que sea su ocio, que sea el trending topic, que sea el hashtag de su "movimiento social". Uno, que por cierto, de social tiene lo que de humano sus medios (CERO).

No me encuentro aquí por los agravios que cometí, los cuales, por cierto, se han magnificado de desproporcionada manera logrando así omitir los de otros aun peores que los míos. Yo me hallo aquí porque alguien ve en mi un medio con el cual experimentar: me ponen en peleas que no son mías con gente que desconozco, me pinchan todo el día para ver como respondo, mi vida personal es divulgada como si fuera una casa sin puertas y ventas y donde cualquier persona, propia o extraña, puede ver lo que pasa en su interior, en pocas palabras, es una versión del Big Brother cuyo propósito es el de vender un producto, bajo todos los medios erróneo y perverso, y justificarlo como algo benéfico y purgativo.

Al igual que en las redes sociales, el movimiento se trata de hablar de acerca de lo que es tendencia: así como surge algo, inmediatamente es divulgado y hablado de manera distorsionada y de manera morbosa. Su misión es, según ellos, concientizar pero dicha labor se vuelve opresora y digna de cualquier novela distópica donde los medios son utilizados de tal manera que se controla el flujo de la información; sí, ellos deciden qué poner y qué no, qué eres y qué no, qué es noticia y qué no y la repetición es su credo.

No, esto no es una revolución. Las revoluciones benefician a un todo y aquí hay demasiados extraños inclusive para aquellos que con sus pulgares divulgan la noticia pero las redes sociales se presentan idóneas para lo que hacen, pues no necesitan más que transmitir para sobrevivir, no necesitan más que soltar la bomba y alejarse. Si algo nos ha enseñado las redes sociales es que basta con ser superficial para transcurrir entre sus calles.

Sí, en el lugar en el que me encuentro hoy es uno donde la gente no esta presente, donde las personas son fantasmas que aparecen de repente, donde las personas son conducidas por causas intrascendentes para sus vidas, pero aun así se toman el tiempo para hablarte de tú como si estuvieran, como si te conocieran, como si existiera un vinculo que nos uniera. No, no me siento más vivo, ni más humano desde que llegué aquí hace tres años; al contrario, me encuentro más ajeno y distanciado.

sábado, 6 de agosto de 2016

La búsqueda

¿Alguna vez ha ido por la calle caminando y tenido la sensación de que alguien lo sigue? Bueno, esa es la justicia. De acuerdo a cierta historia de dudosa procedencia, esa presencia a nuestra espalda no es más que la justicia procurando que se hagan las cosas bien. Tal cosa se ha comprobado después de que un asaltante saliera de la licorería que había robado y calles más adelante dejara las cosas a un costado de la acera; el sujeto describió la sensación como "un centinela silencioso".

La gente en la ciudad, fascinada por la efectividad de su presencia se congrega esquina tras esquina, calle tras calle, para podersela topar y agradecerle por lo que ha hecho. De día y de noche la gente no para de buscar. Alguien ve una sombra pasar y apunta con jovialidad; pero entonces empieza a ladrar y la gente mueve con desilusión su cabeza. "Jamás aparecerá", se sentencia con apatía tras días y días de búsqueda desmedida.

La situación en la ciudad es tan critica que las rapiñas a los supermercados han empezado, los restaurantes han sido tomados, los hoteles desalojados, los automóviles incendiados y las maquinas expendedoras atracadas; el jefe de la policía local ha catalogado la situación de alerta, llamando a toque de queda a aquellos pocos ciudadanos que no creen en la justicia. "No nos moveremos de aquí hasta que no la hayamos visto", decía de manera categórica el líder del movimiento. Y jamás encontrarán nada porque la justicia es como aquella anécdota de mi adolescencia en la que voltee mi cuarto de arriba a abajo para encontrar una camisa que llevaba puesta. Al parecer, han empezado por buscar en el lugar equivocado.

viernes, 5 de agosto de 2016

Egoista

Lo que escribo es una historia sin historia. Una historia con más derrotas que victorias, una historia con más caídas que ascensos, una historia con más turbulencia que con paz, una historia que se desarrolla en algún lugar donde la vida ha sido pospuesta y donde la única manera de demostrar dicha vida es por medio del relato, de la narración, de la escritura, de las letras; manifestación neurótica, si así lo quieren llamar, pero tan necesaria para invocar esa condición humana que en los últimos años se ha dado por perdida o disminuida. No soy una momia que anda por las calles por andar, soy un testigo constante de la vida cotidiana, un atento espectador tanto de lo que pasa en el mundo exterior como en mi interior.

El simple hecho de no poder comunicarme me es aterrador. Escribir es mi arma blanca. Sin este medio, ¿cómo combatiría a la sociedad haya afuera? ¿Cómo expondría sus excesos? ¿Cómo combatiría a los demonios aquí adentro? Uno mira por la ventana y ve lo mecanizada que está la gente allá fuera y es inevitable no denunciarlo: sosteniendo el cigarro en la mano, tomándose el labio, conduciendo el mismo coche rojo, vistiendo las mismas prendas que el otro, andando de tal manera que la vida fuera un guión y donde más vale atenerse a él, línea por línea, o simplemente no habría "vida".

Mientras unos eligen que su palabra sea tomada por otros, aun y cuando dicha palabra no será expresada de la misma manera, por obvias razones de procedencia que involucran a la persona en cuya inconformidad reside, yo, en lo personal, prefiero manifestar esa inconformidad interior, ese alboroto interno, por medio de mi persona, pues solamente uno puede expresar tal ajetreo de la manera correcta, completa y sin exclusión. Los mediums, como he dicho antes, son para comunicarse con los muertos; y aquí, seguimos todos vivos.

jueves, 4 de agosto de 2016

Turbulencia

El gobierno ha prohibido el uso de la palabra poder. En el último mes, ha habido alrededor de 20 victimas por su uso. ¿La razón? Sobredosis. "Una mujer murió frente al televisor tras haber pronunciado 30 veces la palabra poder mientras leía el instructivo en la sección de encendido", decía la noticia que conmocionó a propios y extraños y que propicio la destrucción de todos los televisores y sus respectivos controles. Los tiempos son difíciles por aquí. El alto indice de violencia ha llevado a impedir que se lleven lapices a las escuelas, así que los niños se dedican únicamente a borrar. Los colores han sido prohibidos por ser demasiado explícitos y los dibujos han sido catalogados como actos de rebeldía. "Las tareas que asignan ahora las escuelas a los niños es la de sentarse y olvidar", sentencia la nota.

"El sistema te prohíbe soñar o aspirar. Por eso nos invita a olvidar: si olvidamos, no habrá nada que alcanzar", dice el pregonero de la esquina, que gesticula y grita, y a cuya multitud tiene adormecida. "Pues no tiene nada de divertido este cómico", escupe el señor de la boina tras un prolongado bostezo. Las cosas aquí son tan sobrenaturales que ayer escuche la noticia de que el amor sería vetado, y en caso de ser necesario, erradicado. Acorde con un estudio, el amor es la respuesta más dada a la pregunta "¿por qué se ha casado?" por lo cual se le relaciona como el principal culpable del alto número de divorcios. "¿A dónde iremos a parar sin amor?", se pregunta una dama acongojada. Al mismo lugar al que fuimos a parar con él.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Éxodo

Todo mundo quiere irse de esta ciudad. Es como si su aura te empequeñeciera, te limitara a crecer. Tal y como una celda: el espacio es tan reducido y poco estimulante que pareciera uno se fuese de a poco marchitando. Incluso, uno puede ver los pétalos caer: vidrios por doquier, adoquines hechos polvo, escombro regado por doquier, coches abandonados, puertas hechas trizas, propaganda dando vueltas en el asfalto o colgando pues el tiempo consume toda esperanza de vida. La ciudad ha pasado de ese gran y prospero río a un estrecho y pequeño estanque. Los grandes peces se han ido, ya solo quedan las larvas, moscas y mosquitos y el hedor de algún cadáver putrefacto. Ya no hay quien se interese en pescar; lo de hoy es cazar: y todos somos presa. "Corremos para no ser presa fácil", sentencia quien aún vive aquí pero que ve su estadía como una tumba que de a poco se cierra.

Quienes vivían aquí solían decir que teníamos futuro; quienes viven hoy aquí dicen que el futuro es un mito como los tantos que hay aquí. Nadie cree en el presente porque les pertenece. Nadie confía en el pasado porque jamas fue suyo. Da la impresión de que la vida es algo más de lo que se nos presenta. Que no es sólo un ramo de rosas que se tornó en un pálido forraje. Ese mal-sabor se haya presente en cada paso. Incluso hay quienes han propuesto, con una formalidad esperanzadora, que se convierta la ciudad en el mayor cementerio del mundo. "Y no habría que excavar tumbas o construir mausoleos pues nadie sale de su casa", propone el vocero de proyecto. Pero incluso en cuestiones de la muerte, la gente prefiere morir incinerada y esparcida a su alrededor. Sí, somos una ciudad de vivos que transita como muertos, rodeado de muertos que transitan entre los vivos.

Barrotes

Esquizofrénico. Limítrofe. Maníaco-Depresivo. Obsesivo Compulsivo. Sí, hoy fui a la tienda y me traje algunos trastornos conmigo. Bueno, yo no los compré todos. La mayoría son obras de caridad de la gente. Pues como se sabe, el altruismo es una tradición incipiente; antes simplemente te llamaban loco, hoy, tienen la amabilidad de nombrarte acorde al tipo de trastorno. Y hoy, yo tengo tantos nombres como la luna ciclos. La ciudad ha cambiado mucho desde que alguien pronunció la palabra libertad. Desde entonces, la gente deja las puertas y ventanas abiertas, los coches son estacionados sin seguro, los policías y las cámaras de vigilancia han desaparecido, los semáforos son la mayor causa de epilepsia, la gente entra y sale de los tiendas sin la preocupación de ser revisadas sus mochilas, cangureras y demás accesorios colgando pero quizá la ausencia más notable en la ciudad desde la inclusión de dicha palabra ha sido la desaparición de los modales: ya nadie pide permiso para hablar, para sentarse, para pasar, pues la libertad implica que no hay obstáculos que impidan la realización de un acto.

Yo compre unas esposas en el supermercado. Así que cada tarde, de los últimos 3 días, inmovilizo mis manos solo y camino a lo largo y ancho de la ciudad. Soy como un barco varado: no soy yo quien se mueve sino el oleaje de la gente al caminar. "¿A dónde he llegado?", es la pregunta más habitual. Pero a donde sea que haya llegado no hay nadie que atienda el llamado. La libertad es la fascinación de hoy. La libertad es lo que la gente llama el destino. Así que, en realidad, no hay puerto o costa a la cual llegar. Mi barco se contonea entre las pulsaciones de este gran océano sin la menor esperanza de que vaya algún día a menguar. La libertad es una maldición. No, la libertad es una ficción. La libertad, al igual que el tiempo, nos pertenece solo simbólicamente. La libertad es una aspiración que continua siendo buscada impetuosamente.

¡Ah! Paranoia, casi lo olvidaba.

viernes, 20 de mayo de 2016

Gracias a ti

En la actualidad, las personas están más preocupadas por la inseguridad, la política, la economía, en pocas palabras, por otras materias que influyen más en su día a día, que ponen en predicamentos su continuidad en esta vida y no solo en lo concerniente a su mortalidad —¿viviré mañana?— sino también en lo concerniente a la manutención personal o familiar —"ya no alcanza para nada"—, aspectos que, van relacionados con la supervivencia, con la permanencia en este mundo bajo las mejores condiciones posibles.

Por ende, en estos tiempos modernos, la psicología se ha convertido en una opción secundaria (o incluso terciaria) en la lista de elecciones de una persona. No es el inamovible titular que procura un mejor desarrollo en la vida personal y colectiva sino algo así como el rómpase-en-caso-de-incendio que usamos cada vez que el fuego nos alcanza y se requiere de un as bajo la manga que prometa (o al menos procure) su extinción.

Con lo dicho, no quiero decir que la psicología no sea una materia redituable o que no proporcione gozos a quien la ejerza, para nada, al ser una materia cuyo principal objeto de estudio es el hombre, los logros y preocupaciones son constantes, las aportaciones y consternaciones hacia la sociedad son seguidas, mis palabras van más en el sentido de los ritmos de vida que llevamos en la actualidad y que nos obligan a estar más atentos del entorno que de nosotros mismos, que nos tienen sumergidos en ritmos tan frenéticos y rapaces donde la ley del más fuerte se vuelve lo más importante.

No olvidemos que la psicología es una materia guía, complemento del hombre, una materia que ayuda a la ardua tarea de conocerse mejor; por ende, al ser, en la actualidad, una materia relegada, no extraña que el ser humano se encuentre tan sumergido en ese profundo abismo de los tiempos modernos. Yo no digo que la psicología cambiará al mundo, porque así como el terapeuta no cambia al paciente, el paciente se cambia a sí mismo, al mundo lo cambian las personas (y sus instituciones) pero éstas se encuentran desamparadas en un entorno que proporciona más angustias que soluciones; en un entorno donde, hoy día, influyen más los medios que las relaciones humanas.

Pareciera que de psicología solo hablan los psicólogos, que la materia fuese solo una zona exclusiva de quienes son parte de su comunidad, y esa sensación da porque ajeno a las personas involucradas en la materia (y a días específicos como hoy) poca gente externa habla sobre psicología, hace mención de ella o la considera como una opción. Lo que hace falta es una mejor traducción de la psicología en cuanto a que todo lo representativo de la materia ayude a crear un mejor concepto de lo que es y no es y que no quede únicamente —a los ojos del extraño de allá afuera— como la puerta que se abre, la opción que se elige, cuando la locura se instala en nosotros. A la psicología le atañen tanto sanos como insanos.

miércoles, 11 de mayo de 2016

¿Banksy o la gente alrededor?

Cuando surge el tema de la descarga de música y el daño que se le hace a las agrupaciones en cuestión surge en mi el siguiente interrogante: ¿valdrá la pena darle tanta importancia a un tema que se resuelve por sí solo? Al menos desde mi posición, un artista, sea músico o pintor, lo que busca es expresarse, comunicar lo que siente o piensa respecto a algo en particular (los productos e intereses son adiciones de la industria no tanto del aprecio). Pero no vayamos tan lejos, que una persona común y corriente, como nosotros, también busca el mismo propósito: expresarse. Una palabra dirigida al aire, a la nada, no tendrá la misma trascendencia o impacto que si se dirigiese a una audiencia que escucha, con atención o sin ella, dicho mensaje. Por lógica, éste tendrá mayores posibilidades de vivir.

Y no asombra para nada el hecho de que en la actualidad importe más la audiencia que el mensaje. Importa más aumentar el numero de tripulantes que la dirección de la embarcación. Hoy ganan más los que tienen personas a su lado que las que carecen de ellas; las masas se han vuelto el arma de mayor potencial para los encargados de transmitir, para los encargados del mensaje en cuestión. Por eso, cuando llega a mi la interrogante sobre en qué aspecto radica mayor importancia, siempre me inclino por el mensaje. Porque, al final, este será un factor vital para el acercamiento de dicha masa. Un mensaje negativo —o en la actualidad mal difundido— y acabarás hundido; un mensaje positivo —o bien difundido— y acabarás viento en popa.

Tristemente, en la actualidad no importa tanto el producto como sí importa el público o audiencia. Y el problema con ésta, es que es sumamente maleable, fácil de manipular o de conquistar; llegar a ella no es una misión que presente un inconveniente para el capitán en cuestión mucho menos lo es insertar el mensaje. Con tantos medios con los que se cuentan en la actualidad, cualquier iniciativa, proyecto o difusión de algo que se quiera dar a conocer es más fácil que antes, y también, por ende, mucho más fácil de alcanzar y trascender. Basta un simple clic para estar presente y uno más para llegar al objetivo final.

Como miembros de un colectivo, considero que nuestra principal carencia es la de analizar las cosas que se nos presentan, evaluar sus pros y contras, los beneficios y perjuicios que se presentarán si se aceptan. Tomar una decisión no es solo cuestión de eso, de decisión, de convicción, también es cuestión de evaluación, de análisis, de sopesar cada uno de los elementos que rodean a dicho asunto; la valentía, el arriesgar, no es la mejor virtud a la hora de la toma de decisiones. Pero, como se ha dicho ya, es más fácil seguir que refutar, es más fácil entregarse al impulso, al ¡va!, que al pensar sobre lo que se hace, así que, no es de extrañar que haya tanto ganado en el establo dispuesto a ser sacrificado por los beneficios de su(s) encargado(s).

El problema secundario viene cuando eso que aceptamos nos causa displacer, dolor, sufrimiento, perdidas, y en vez de reconocer que uno se ha equivocado culpa, en lugar, al otro por el daño causado. No se culpa a la carencia de evaluación por haber tomado dicha decisión, se culpa a quien haya impedido su logro, su realización, se culpa a quien haya causado las heridas, no se culpa a uno mismo por haberla permitido. Por lo regular, el ser humano (¿o mexicano?), cuando sigue algo —ya sea por identificación o por arrastre—, lo sigue, por lo regular, hasta las últimas consecuencias por más desagradables que estas sean. Tales conceptos como fidelidad, lealtad o fe ciega suelen tener un alto precio cuando las tarimas donde se posan suelen ser inestables. Pero "como nosotros somos más", se suele decir y pensar, "¿qué puede pasar?". La seguridad que da el otro, el compañero de creencia, la mayoría, solo aumenta la ilusión de seguridad, la ilusión de que todo estará bien porque somos más.

A manera de epilogo: ya sea en asuntos que nos conciernan como ciudadanos o como miembros de un grupo o comunidad, evaluar no está de más. Recuerde —considerando el hecho de que somos parte de un conglomerado y que la repercusión de una decisión no solo pesará sobre nuestros hombros—: cuando usted, miembro de una mayoría, toma una decisión, influye, directamente y sin objeción, en la minoría y por ende en el todo. Así que, no se deje guiar por el tamaño que al final el Titanic no miente: cuando uno cae, caen todos.

Espantapájaros

Ensamblado de partes
reminiscentes de otras partes,
colección de lo obsceno,
de lo que no quiero,
de lo que con fiereza combato:
un espantapájaros a vivo retrato,
portador de nuestros instintos más bajos,
que podamos armar a placer
pero sin perder familiaridad con él,
sin perder tan estrecho lazo.
¡Quemen al esperpento!
¡Que las cenizas se las lleve el viento!
Veámoslo caer, veámoslo perecer,
celebremos su derrota
que es la derrota del ser.

martes, 10 de mayo de 2016

Aviso Parental

Para mi, la labor de una figura parental no es solo la de enseñar a su hijo cómo comportarse ante el mundo mostrando la mejor de sus caras (no robarás, no mentirás) sino también mostrando que su figura es igual de mundana, tan propensa al error y al acierto como su educando. En pocas palabras, una figura parental no solo debe ser la luz que ilumine y guíe el camino sino también la oscuridad que nos muestre cuan vulnerables somos: el paquete completo (gracias por ser todo: lo que quiero y no quiero ser).

Muchos padres suelen ser bastante limitantes en el sentido de lo representativo del hombre y suelen únicamente mostrar un lado: el lado positivo de las cosas, el rostro afable, la palabra adecuada, el acto correcto ante ciertas circunstancias de la vida pero, cuando ese padre "hace algo malo", cayendo en una contradicción, cayendo en ese abismo propio del hombre, es ahí cuando se cubre de arena y prefiere morir enterrado bajo su propio malestar en vez de transmitirlo a su vástago quien, al fin de cuentas, observa y aprende, toma como referencia a la figura parental e imita y repite lo que este hace; por ende, el ejemplo de no mostrar ese lado oscuro tan propio del hombre —parte de nuestra definición esencial—, ese que nos hace tan frágiles, no hace más que presentar un ejemplo erróneo, un ejemplo que comunica vergüenza o culpabilidad ante dicha vulnerabilidad y que muchas veces se esconde por temor a que ese aprendiz de la vida caiga en los mismos pasos. Pero se pierde más no comunicándolo.

Una figura parental no es solo aquella que te dice, con signos de exclamación y todo, que "mentir es malo", sino también la que te dice "he mentido" y expone su caso; es aquella que de los momentos de apremio, de los momentos más sombríos y de incertidumbre personal, saca una enseñanza vital para el desarrollo de su educando; es aquella que ofrece el paquete completo sin mayor reparo, la totalidad de los polos del ser humano. Porque, de qué otra voz sino de la propia figura parental se quiere conocer el mundo, se quiere conocer sus texturas, sus sensaciones; de quien más sino de alguien que ya ha estado ahí y que comparte su experiencia como quien comparte la enseñanza propinada en un salón de clase.

Ser padre no solo abarca lo relativo a lo económico, a la manutención del hijo, a que este no muera de hambre, a que tenga un techo en el cual vivir, a que tenga qué vestir o dónde estudiar, abarca también, y a gran escala, la labor humana en su totalidad transmitida o traducida por estos. Esa criatura concebida merece conocer la complejidad total del espectro humano: desde aquella que nos hace angelicales y diligentes, al servicio del prójimo hasta ese lado demoníaco y egoísta, al servicio narcisista de sus propias necesidades. Enseñarles que somos tanto la guerra como la paz, enseñarles que somos tanto la esperanza como la decepción, enseñarles todo el panorama completo; ya que, en un futuro no muy lejano ellos estarán en el mismo lugar de sus maestros y probablemente se pregunten cómo es que no enseñaron todo esto.

Del acto

Mi vida transcurre a través de un lente, entre fotografías que dan fe y legalidad del día a día: los pasos de una persona que camina con la cabeza caída, la luz que se escapa por entre la puerta y se abre paso entre la oscuridad, la desolación de un cuarto que parpadea de vez en cuando, los pájaros congregados los cables tras una larga travesía, la carcasa de un animal y la cruda exposición de un destino fatal, las sombras de unas aspas que giran y giran e hipnotizan a quien las mira, el estruendo de un relámpago que ilumina hasta el más recóndito sitio de esta lúgubre casa. Evidencia toda, de una estadía carente de vida que transcurre entre un gran laberinto de infelicidad, oprobio y tragedia continúa, un laberinto de forma circular que nos recuerda que la peor forma de andar en esta vida es dando vueltas, sin esquinas para descansar y volver a la pelea; implacable mareo que provoca una contundente caída y la perdida de toda esperanza de continuar.

Mi vida transcurre entre las palabras que escribo porque las que digo se las lleva el viento y volar aún no es considerada una cualidad humana como la que sí es el arrastrarse entre un gran vocabulario para encontrar la palabra adecuada. Lineas y lineas de adictivas y soporíferas sentencias que hacían mitigar la fuerza de ese roedor en mi cabeza que giraba y giraba como quien pedalea para ganar el Tour de Francia; una labor exhaustiva y que requería más que el habitual queso, requería vida, de esa sinfonía que lo llena a uno de algarabía. Pero el lienzo donde escribía era un desierto. Uno donde el calor asfixia y te deja sin aliento. Uno donde la vida es una anécdota que se cuenta entre ironía y mal aliento. Uno donde la ausencia es requisito para solventar tan inhóspito sitio. Mis palabras sobrevivían como el cactus y también pinchaban de vez en cuando; gracia de una naturaleza que no deja a sus especies inerme ante amenazante escenario.

jueves, 5 de mayo de 2016

Del tiempo

Mi tiempo se mide en el chorro de agua que cae y llena el termo, un tsunami que parece eterno, una cascada de ansiedad y espera. Algunos me dicen que es mejor la arena como medida del tiempo pero el miedo a morir sepultado antes de tiempo es superior. Entonces me hablan del sol. De como su movimiento delata el paso del tiempo. Me hablan de la sombra que se mueve con él y de la oscuridad que persigue y a mi cabeza saltan todas esas formas que en las noches se forman y que parecen tener vida propia; y al tiempo que el recuerdo me embarga me pregunto si el tiempo no vendrá de aquel lugar sin vida y sombrío donde la luz proyecta sus creaciones.

Un hombre moderno se ríe de mi y me dice que no crea en maquilaciones, me dice que compre un reloj si lo que quiero es saber el tiempo pero me advierte que tenga cuidado en caso de querer deshacerme de este; me dice que su cuerpo no es como el suyo o el mio que se descompone con el andar de los días sino que el tiempo flota y flota sin mayor estrago o señal de agravio causado en él; es un fantasma, me dice, que transcurre su estancia sin presencia que dé validez de él pero que impacta en nuestras vidas con la misma trascendencia que una persona viva. Algunos dicen haberlo visto por el pasillo, detrás de una ventana o incluso aseguraban haber hablado con él pero siempre acababan viéndose a sí mismos demacrados y viejos, consumidos por el delito del tiempo.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Algo para escuchar

No hace poco publique el mundialmente famoso álbum "The Marshall Mathers LP" y hoy, a manera de continuación, me propongo a presentarles, "The Marshall Mathers LP 2", aunque no con el mismo ánimo ni entusiasmo que el primero. Aquel primero disco es, fue y será inigualable y sirvió para propulsar una estrella en ascenso, para dar un nombre e identidad a un artista, para posicionarlo en una cima de la cual no bajaría más. Su continuación, muy a destiempo a mi gusto, no cuenta con la categoría, impacto ni profundidad de su primera entrega.

Si tuviera que mencionar dos aspectos que hacen del material de menor calidad que el primero son: 1) la ausencia en producción de Dr. Dre quien, a inicios del nuevo milenio, era un fiel colaborador de Eminem y que al igual que este último contaba con importante popularidad y prestigio; sus producciones se vendían cual pan caliente; 2) no cuenta con el tonelaje hiphopero con el que contó el anterior en tiempos donde el genero vivía una época despampanante; para el tiempo en el que fue grabada esta producción, el género se encuentra sumergido en el trap así como muchos de los nombres que figuraron en el pasado no se encontraban al mismo nivel incluido el mismo Eminem.

De entrada, algo de lo que carece el álbum a diferencia de su antecesor es de sencillos, ya no igual de gigantescos que los que hubo en la primera parte, pero al menos igual de seductores y llamativos. El mayor single es 'The Monster', canción donde Eminem colabora con Rihanna y, para ser honestos, dista mucho de ser atractiva o significativa al menos para quien disfrutó de sencillos tan emotivos y representativos como 'Stan'; aquí más bien estamos ante una apuesta más comercial que musical. El segundo sencillo en popularidad es 'Berzerk' donde la producción —realizada por Rick Rubin— se asemeja más a una especie de homenaje a los viejos días de los Beastie Boys que de los de Eminem; una canción que, sí, es buena pero no del estilo característico del rapero de Detroit. 'Survival' y 'Rap God' son, desde mi perspectiva, los mejores sencillos; el primero con bastante energía rockera y del tipo que simpatiza a las grandes audiencias —de hecho, forma parte del videojuego Call Of Duty— y el segundo con una carga bastante pronunciada de rimas auspiciadas por el auto-proclamado Dios del rap —muy laxo en sus lineas—.

Debo advertir que no estamos ante un disco de mala calidad, para nada, y basta con escuchar el primer corte 'Bad Guy' para afirmar que la producción viene en serio y que Eminem no ha perdido su destreza a través de los años aunque sin el mismo potencial inicial. Lo que venimos a descubrir con el material es a un Marshall Mathers si bien no con la misma valía y algo sacudido con el paso del tiempo y los eventos, sí con la misma agudeza y habilidad para lanzar rimas que así como nos pueden hacer llorar nos pueden hacer reír, reafirmando ese humor ácido y frontalidad que lo hizo tan redituable y único en los inicios de su trayectoria; dos cortes tan opuestos como 'Love Game' —con Kendrick Lamar— y 'Headlights' —con Nate Ruess— bien pueden validar lo dicho antes.

Complicado comparar dos álbumes y dos épocas tan distantes y distintas una de la otra, dos momentos de la vida de Eminem tan diametralmente diferentes. Difícil no esperar algo parecido a la primera entrega y difícil, de igual manera, verse un tanto desilusionados al no encontrar algo, sino similar, de la misma denominación; y es que, si bien hay canciones malas como 'Stronger Than I Was' y de gran calidad como 'So Far...', "The Marshall Mathers LP 2" es algo inconsistente en comparación a su antecesor. Momentos donde el disco parece no llevarte a ningún lado, luciendo un tanto apagado, y otros donde se dinamita y atrae tu atención, son lo que hacen el material de opiniones tan divididas o de plano negativas.

En lo particular creo que esta segunda entrega se encuentra escalones por debajo de la primera pero, aun y con todos sus altibajos, logra una apreciación positiva a mis oídos así como de igual manera dentro de la discografía de Eminem que se encontraba en los más recientes años antes de este lanzamiento muy devaluada y sin una producción que mantuviera la vigencia de su nombre. "The Marshall Mathers LP 2" no llega en el mejor momento del rapero, cierto, en uno sin pena ni gloria, pero llega para reanimar una trayectoria que se encontraba pálida y por los suelos. Una gran bocanada de aire, una vuelta al juego, eso es lo que este álbum es.

80