"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

sábado, 26 de abril de 2014

El lunático: paso seis de siete

Más difícil que vivir es anticipar. No sabemos qué vendrá después de golpear; no sabemos qué vendrá después de abrazar. "Pensar es como girar y girar: imposible que al parar se marche con normalidad", decía un célebre locutor de radio una noche sin más referencia que el mareo después de caminar. Vaya que hay ingenio en esta ciudad. Unos hablan como Kierkegaard pero visten como Groucho Marx, otros hablan de Fromm como si hablaran de Paco Rabanne. "Triste, ridícula pero da buen sexo oral", así describió el supino a lado mío cuando a su exnovia vio pasar. Su rostro era el de alguien a quien se le podrá pasar la hora de almorzar pero siempre se tragará su propia mierda. De inanición muere el que quiere porque siempre hay alguien de quién hablar mal; idiosincrasia de un zócalo en domingo.

"Sé tú mismo", se leía en los muros de aquel edificio abandonado y adoptado por los noctámbulos para plasmar su filosofía de aerosol. La rebeldía es lo de hoy. No hay doctrina mejor. Como no hay mejor medicina que pasarse un semáforo en rojo; así pensó aquel herido conductor que vive de adrenalina y sobrevive del medicamento del doctor. Qué burdas son las calles cuando nadie toma su paracetamol. "¿Qué ha sido lo más arriesgado hecho por ti?", me pregunta el morbo entre la multitud porque la razón no tiene cabida aquí. "Escribir de día. No sabe qué difícil es escribir en pleno acto consciente", respondí, sabedor que lo dicho quedaba entre la ambulancia y mi persona. A nadie le interesa la sinceridad a menos que sea roja. Un hombro dislocado rompe el silencio entre el congregado; el dolor es un desgraciado en los labios incorrectos.

miércoles, 23 de abril de 2014

El lunático: paso cinco de siete

La vida es un tanto fortuna, un tanto saber cómo actuar. Y entre que decidimos o dejamos las cosas al azar, la vida avanza y solo deja su fragancia como evidencia de que alguien no dudo en caminar. Esta ciudad apesta a guardado; aporía de que aquí la humedad vive aun después de haber colgado. "¿Qué si mañana muero?", dice la expresión en el rostro de aquel hombre de negocios; ¿será este el color adecuado para el sepelio de mi esposo?", pregunta una señora a su nuevo amorío; "¡puta madre, voy a llegar tarde al festival de los niños!", exclama un padre que terminó la preparatoria una vez quitó el rostro de la incubadora; caras vemos, condones no conocemos. A veces me pregunto si el pene es una neurona de un cerebro bastante testicular. Testosteronas, hormonas y axones unidos en una suerte de rebelión contra la ortodoxa biología del ahora.

Una señora se persigna antes de entrar a la iglesia. Un futbolista se persigna antes de tirar un penal. Un peatón se persigna al oir que los cartuchos empiezan a detonar. Moraleja: el miedo es un diplomado en la ciencia del hombre. Algunos no sabemos lo que tenemos en nuestras manos hasta que sentimos que todo está por acabar. "¿Cómo sobrevivir a una guerra? Fácil: dejen que el miedo dé el primer paso pero que no pague la cuenta", en esta alegoría de la primera cita, mi maestro de etimología veía una manera de decirnos que el miedo no siempre es villano de nuestras tragedias así como hacernos poner atención sin llegar a la histeria. Una señora pide limosna. Estira su brazo y lo despliega cual ruso en teatro. Yo estiro el mío y despliego el pulgar cual César en coliseo romano. Hay un y mil maneras de decir no a la vida; y yo elegí una hollywoodense.

martes, 22 de abril de 2014

El lunático: paso cuatro de siete

Y a todo esto, ¿quién realmente triunfa en la vida? Nadie. Por eso nos parece injusta, dramática e irremediable. Siempre he dicho que para triunfar en esta ciudad hay que llegar tarde. "El último minuto también tiene 60 segundos", "no hay que llegar primero sino hay que saber llegar"; mantras que promueven el entusiasmo cual campaña política en pleno rapto social. Lo importante no es creerlo es saber qué hacer una vez que se repite. Unos sólo sonríen como esperando que todo termine en cortes manoseo; otros hacen de ello un mausoleo en plena tierra de fuego. En el suelo hay una carcasa de algún gorrión que murió de negligencia al volante, algunos lo pisan en acto de bondad y linaje, otros se limitan a observar lo que el prójimo hace; souvenir de lo infame y efeméride de terrores consonantes.

¿Alguna vez han visto al cielo sin despegar los pies del suelo? Parece ser que los sueños son agujeros negros en el firmamento que absorben suspiros, delirios o cualquier alma que penda de un hilo. La adversidad es una cena gratuita en el mejor restaurant de la ciudad que acabamos canjeando por una pizza y una cerveza en la nevera. Toda regla tiene su excepción pero aquí un canard à l'orange es lo mismo que una sopa dando vueltas en el microondas; ni todo lo que brilla es oro, ni todo oro brilla como en las joyerías. El arte del engaño es el arte de quien vende estaño a precio de cristal cortado. Pero aquí la mentira es el saldo de un lenguaje mal empleado; aquí los eufemismos suenan como atentado. La vida es muy acalorada como para desaprovechar un lugar bajo la sombra. Los ancianos invaden sus formas y los niños corren como si la vida se tratara de otra cosa.

lunes, 14 de abril de 2014

El lunático: paso tres de siete

En el cielo hay una línea que no descansa jamás, unos pasan y se preguntan si es la ruta a la felicidad, otros la miran perplejos como esperando se disipe para develar lo que hay detrás. Todo pasa rápido en esta ciudad. Y lo que no, se ordena antes de la media o se le mete pedal. Se acabaron aquellos días de contemplar el amanecer al contoneo del fuego, de contemplar gorriones recién llegados del cielo, de bailar danzones con la mujer de tus sueños. No... ya la vida se nos va tan deprisa que arremete y no mira atrás. Bien decía mi padre: "algún día no estaré y espero no te lleve la ausencia conmigo". Algo aquí está ausente y del cielo seguimos siendo testigos. "A veces no sé si la gente mira tanto al cielo esperando o buscando la grandeza de la que carece el suelo", se pregunta mi compañero de decepciones e investigaciones. En ocasiones, me siento turista entre tanto monumento: solo me hace falta una buena postal y la foto del recuerdo.

Al final, hacemos de las palabras lo que más nos conviene, ¿por qué no? Si nos exalta ser capataz, ser mandamás, estrujar hasta asfixiar, pues qué son las palabras sino poder, y el poder, como las leyendas, nace del eco de su pueblo. Y lo que aquí ha nacido, más que una Odisea, es el rumor; aquí los fantasmas viven en cavernas que se desplazan con sigilesa para dar vida a formas siniestras del predicado. "¿Puede un ser humano alcanzar la perfección? —silencio en el salón— sí: renunciando a su condición. Pero con su renuncia deja toda posibilidad de resurrección. Y el hombre no conoce otra vida más que la anterior", pensamientos de mi maestro de epistemología que hoy recuerdo cual epifanía en tiempos turbulentos. Observo. Un niño arranca una hoja de su cuaderno. Tras una serie de dobleces crea un avionzuelo. Se pone de pie y entorna sus ojos ante un punto en el cielo. Toma impulso y el avión es liberado de sus manos. Así la vida: empieza con vesania y termina por dar fe de gravedad. El niño se va. Yo continúo en el mismo lugar porque en cualquier momento he de llegar.

miércoles, 9 de abril de 2014

Caotisismo

Hay dos factores que hacen que el caos, la histeria colectiva se disparen: uno es el latente, el otro es el subjetivo. El primero corre por cuenta de las detonaciones suscitadas en diferentes locaciones; el segundo por la desinformación que se propaga a través de los medios de comunicación (más específicamente Facebook, Twitter, WhatsApp).

El primero es grave porque nos deja ver una realidad emergente en los últimos años a cargo del crimen organizado. El segundo es gravísimo porque nos deja ver la credulidad tan evidente que se maneja en nuestra sociedad (padre del individuo) y la facilidad con que se comparte información que se compra como real.

Las dos son graves, cierto es. Pero mi preocupación se enfoca en la segunda. Un criminal tiene dos opciones: acabar muerto o en prisión (o huyendo para no ser alcanzado por ninguna de éstas dos). Su reformación, su rehabilitación, su reconstrucción es tan complicada como el debate generado de por qué la gente opta por el hampa. En muchos casos, no se les invierte tiempo ni dinero para sacarlos de ese agujero negro. Nuestro "modelo" de "justicia" es justiciero; un criminal es menos que cero.

¿Por qué me ocupa la sociedad más que el individuo detrás de un cuerno de chivo? Fácil: porque uno como solista escoge qué notas tocar pero en conjunto la suma de sus instrumentos vale más. Si uno no sirve se reemplaza o se trabaja más pero nunca se deja pasar. Y es ese el padecimiento de nuestra sociedad actual. Psicosis compartida diría el manual; yo lo llamaría omisión de la responsabilidad. Algo perdimos en el camino pero en ves de buscar, en ves de regresar para encontrar, seguimos caminando esperando que se elevara de su recóndito nicho. Y lo que hoy tenemos son hectáreas de incertidumbres, hectáreas de temores, hectáreas de tribulaciones que acaban por tenernos como las tortugas: debajo de nuestros caparazones.

¿Cuándo acabará todo esto? Y bueno, la respuesta, seguramente, está más allá de este medio.

martes, 8 de abril de 2014

El lunático: paso dos de siete

El tiempo... ese momento infinito, caduco y que en tiempos primaverescos se nos va en sudar. "La función del viento es la de hacer frescas las mañanas y fungir de heraldo entre un tiempo que promete llegar", escribe un tío mío en una de sus tantas proezas por querer alcanzar la omnipresencia. "Pero qué lugar puedo alcanzar en esta ciudad que vive de miedo. Un miedo tan estridente como el odio latente" continua, dejando un silencio como desenlace final. Bien decía un maestro mío: no dejes nunca que los miedos se te vayan de las manos. Y en mis manos solo hay líneas que conducen a un vacío un tanto lúgubre. ¿Hay qué leer en el café? ¿Hay un Everest debajo de toda timidez? ¿Hay por qué creer cuando la vida te da revés tras revés? Y así, voy formulando un cuestionario que traducido al inglés se llamaría: existentialism is not dead.

Hay algo en este silencio que me parece acogedor. Lo mejor del silencio es lo que le precede. A veces es un te quiero a escondidas, otras tantas es un beso de buenos días; unas más, es la sátira política de mi vecino neandertal. Lo peor de escuchar lo que no se sabe es que no se disfruta lo que se desconoce. Como quien cree que el fútbol es sólo un balón y once hombres; como quien cree que la oración es el alimento del hombre. "Échense un padre nuestro y ya en el suelo le siguen con el Corán" bromeaba mi maestro de epistemología cuando se le preguntaba sobre orar y demás actos de domingo. "Orar es un acto de egoísmo. Es un acto catártico. Letanía sin pies ni brazos." concluía de manera un tanto arrogante pero siempre lapidante. ¿Qué era lo mejor de sus clases? Que olvidábamos nuestros nombres por un instante.

El lunático: paso uno de siete

¿Cuántas veces puede resucitar un hombre? Las suficientes para dar fe de escatologia. La vida acontece toda tras bambalinas. En un coche en la esquina entre París y luego te hablo, detrás de las cortinas donde la Gestalt es un acto de erotismo, debajo de una lampara donde Aladino es un paroxismo. ¿En qué momento uno pierde con una mujer? En el momento en el que se le deja de ver. Cual prestidigitador en zócalo, dos ojos no son suficientes para ir más allá. "Con las mujeres sucede lo que con las películas de Tarantino: un poco de malicia es necesaria para empezar" comenta un primo mío cansado de no encontrar solución entre botellas de Tonayán.

Los ladridos se apoderan de la noche en tono de rebeldía y sedición. Como si no solo de mover la cola viviera el perro. Unos miran al cielo sin saber qué es ese espacio tan distante del suelo, otros hacen hoyos en la tierra comprobando que no hay otro lugar para descansar como el filial. "¿En qué se parece el hombre al perro? En que su cola jamás ha de alcanzar" bromea mi primo, sabedor que la comedia no cuenta como violencia animal. Estas calles se hicieron para caminar de noche. Y mientras las farolas responden a la necesidad, a lo lejos, se forjan proezas que jamás a la luz llegarán.