"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

viernes, 17 de agosto de 2018

Tesis

El anuncio decía: "Tesis en cinco minutos". Así que me presento y doy mi tema: "El fútbol como método de enseñanza-aprendizaje en sociedades capitalistas". La señorita que atiende, voltea a verme y como buena sinodal pregunta: 

—¿Está usted consciente de las dificultades presentes?
—Sí, el sistema no sirve.
—Aparte súmele que no hay luz.
—Sí, la situación económica es deplorable.
—Entonces, váyase a Office Depot.

Y así fue como supe que mi tesis estaba bien pero el lugar para emplearla, mal. Quizás en aquella iglesia me puedan ayudar un poco más para encontrar el lugar.

Paralelo

Camino por las calles como Ernesto: con cámara en manos y sueños. Sé a dónde voy, no sé a lo que vengo; ironía de una vida con un sentido del humor grotesco. La única diferencia entre el Che y yo, es que él es de izquierda, yo de derecha; la izquierda solo la uso para rebasar. La política no es lo mío. Me parece todo el mismo vals: quien tiene más poder, baila mejor. La única buena causa de la vida es vivir, lo demás son cronopios. Porque la vida no siempre cuesta tanto; lo que cuesta tanto es el ser humano, ese ser divergente para propios y extraños, esa incógnita que tanto cuesta despejar. Pensándolo bien, tengo más de Cortázar que del Che: empezando por la altura y siguiendo por la cámara mas no por el amor a los gatos; seres prudentes pero distantes, fantasmas entre muros, seres silenciosos y escurridizos cual niebla. Yo soy más como el perro: huésped de las calles, amigo del loco, husmeante, perseguidor de ruedas, compañero incondicional, místico nahual poseedor de mitos y leyendas. Al mismo tiempo, soy como Horacio en Rayuela: un ser que oscila entre dos realidades tan distantes pero tan conexas de un mismo instante; como si la vida nos pareciese familiar en diferentes rostros, como si la vida fuese el mismo diálogo pero en distinto idioma como parte de un lenguaje universal. Pero vamos, mejor pongo fin a este bestiario antes de que se vuelva un interminable rosario, aunque al final la escritura no es más que eso: una consecución de líneas que parecen no tener fin y en la que uno deposita todos sus miedos, toda su fe, toda su esperanza, en algo en lo que no se sabe si existe pues quien escribe no es Dios sino un humano como cualquier otro.

Abies religiosa

Esos árboles son centinelas
que resguardan el alma,
imponentes gigantes
que con sus ramas
y aromas abrazan,
colosos de la tierra
y del cielo,
aire de la vida,
pulmones que respiran,
vigilantes de lo eterno.
Granos de lluvia
de lo alto caen
y alborotan
los suelos;
la gente corre,
se humedece,
se guarece,
las hojas abren sus poros,
reverdecen,
resplandecen,
símbolo de vida,
de mortalidad,
de un nuevo comienzo
para un nuevo final,
ciclo de vida perpetuo
así en la tierra como en el cuerpo.

Metamorfosis

El sol a la izquierda,
el mar a la derecha
y yo vuelo razo sobre el llano;
la luz me despierta y guía
cual barco en altamar.
Soy un ave sin alas
pero que vuela como tal,
porque la vida compensa
lo que la naturaleza no da.
Con las manos toco el agua
es cálida, es fraternal
y me sumergo como pelicano en el mar;
emergo mitad hombre, mitad animal
escamas surgen a mi espalda
mi mandibula se torna descomunal,
metamorfosis anormal,
maridaje de dos mundos alternos
pero en constante simultaneidad.
Soy dos cosas a la vez:
el animal salvaje que caza
y el salvaje que animales caza;
soy el que lleva su presa en la boca
y el que arrastra su presa por la boca;
soy la sangre en busca de sangre,
vida y muerte en la tierra;
soy el barbaro,
soy el despiadado,
soy el irracional,
soy el que anda entre rama y rama,
el que aulla en medio de la nada,
el que hace de la noche una gala;
soy ese ser entre la selva
que deja sus huellas al pasar,
ese ser finito que escala árboles,
que surca con aplomo el aire,
que se arrastra cual pecado,
ese ser creador de sueños y
de pesadillas sin consuelo.
Miro mis manos y en ellas hay garras,
me muevo en el mar
como si este fuera mi hogar,
alguna vez fui humano
pero ahora lo soy más.

Rapiña

Murió a los 70 años el fundador de Rapiña, la marca que por años —y aún en la actualidad— ha sido líder en ventas de comida rápida, y cuyo dueño había permanecido oculto alrededor de 40 años; tan distante era su rostro, su aspecto, que en las revistas de negocios aparecía una caricatura de él basado en un artista de la revista quien tomaba inspiración de una foto del padre de dicho magnate quien era parecido a él. Los trazos Los trazos no eran del todo correctos pues se desconocía si la similitud seguía pues el tiempo va dando forma a cada uno por separado. La noticia llega de manos de una fuente confiable que da fe y legalidad del hecho. La causa de la muerte se desconoce pues la fuente declara "la noticia me llegó por mensaje de Whatsapp con un emoji de una carita triste y la palabra: murió". Según declara la fuente, "nunca hubo un contacto directo con él, había alguien más" por lo que la esperanza de saber más de tan enigmático personaje por completo se diluía. Una persona, que estaba cerca al momento que la noticia se difundía, sentenció: "¿pueden los fantasmas morir? Una vez más, la muerte vence toda lógica". Y al tiempo que se alejaba a paso lento mis brazos atravesaban los muros y en un mundo paralelo yo no estaba aquí.

El mar

Deja que el mar te arrastre,
te sumerga,
te despoje,
te revuelque,
te hipnotice,
te acaricie,
te seduzca,
te devuelva,
que sea tu guía
o tu pérdida,
esperanza de tierra firme
o naufragio sin reversa;
que sea como la sirena:
seducción fatal,
peligroso atractivo,
romance sin igual;
ojos azules que enamoran,
estruendos que aminoran,
un amor al tiempo salvaje
y al tiempo paliativo;
ir y venir vital,
sangre azul del mundo
sin privilegio de castas,
cauce y causa del hombre,
alfombra mágica
donde flotamos,
donde soñamos,
que nos conduce y pierde;
algunos caminan sobre ella
otros se sumergen,
llano acuífero,
espejo de la luna,
Metztli incandescente,
cíclope que todo lo ve,
gran estrella entre las estrellas,
tú, aliada del mar
y de quienes zarpan a tu vela;
romance empedernido,
amor a distancia,
faro del desamparado
y refugio del enamorado,
por tus aguas corre una luz
que se filtra hasta las venas
y es que el mar es un medio
entre el cielo y la tierra.

Prólogo

"¿Tienes miedo de morir?", ¿seguro quieres empezar así la historia? Es como si conocieras a una mujer y le preguntaras si quiere casarte contigo, simplemente rompes toda vibra desde el principio, toda posibilidad de una primera cita se va, la gente no busca la posteridad desde un principio, primero busca la informalidad antes de aventarse al para siempre. Por eso tu pregunta me parece un suicidio prematuro. Con solo leer la interrogante inicial todo interés de continuar la lectura se ha acabado. En tu intento de profundizar, de filosofar, llegas a un callejón sin salida desde la primeras sílabas, dejas al lector sin nada más por explorar, es una muralla tan lapidaria como la alemana. Quitas todo entusiasmo, todo apetito, todo deseo de más, haces que a uno se le revuelva el estómago, que surja el vértigo, provocas náuseas, mareos; ¿acaso eres un exterminador de todo principio de continuidad, de todo deseo de seguir, de avanzar hacía adelante? Tu pregunta es un cementerio y todo se va para abajo; es un tren en medio del camino que impide todo flujo continuo. Un minuto de silencio por tan perentorio epígrafe.

Páginas

¿Cuál es la historia del libro? Es la de Marcelino. Un señor a quien se le diagnostico cáncer y cuya vida fue acotada por la enfermedad tanto que dio finiquito a ella. Este, es un libro que ha pasado de mano en mano, años y años, hasta llegar a alguien que lo ha finalizado; unos lo leían y se aburrían, otros simplemente desistían sin haber avanzado un cuarto de párrafo, era un libro que provocaba desaliento en las personas que lo tomaban o que quizás expulsaba fuego y por eso lo pasaban; era una especie de papa caliente que entre más lejos estuviese mejor. Hasta que un día alguien lo acabó de leer y en la parte final, en una hoja en blanco, con letra cursiva y muy buena ortografía y caligrafía, se encontraba una nota que decía lo siguiente: "haz llegado al final de un libro que ni yo mismo quería leer. Honestamente, me causó aburrición al primer renglón; al llegar a la estrofa, me percaté de que no tenía porvenir alguno. Uno puede percatarse desde el primer instante, desde el primer contacto, desde el primer momento, del libro que está destinado a triunfar o a fracasar; y esto último fue mi sensación inicial sin haber dado vuelta a la primera página. No obstante, seguí y seguí y cuando acabé decidí escribir estas palabras para dar valor y aliento a quien igual que yo, había cruzado la meta. Como podrás haberte dado cuenta, al final de la linea no hay recompensa. No hay siquiera dulzura o amargura. todo lo que queda es la decepción de haber invertido tiempo y retina en 475 páginas que bien se las pudo haber llevado el viento. Mas sin embargo, no olvides que la vida es así. Hay grandes pasajes de desaliento. Hay grandes tramos donde parece estar uno perdido en un agujero negro en el tiempo. Pero recuerda que también existe gente como yo para recordarte que aun y en el más largo camino existe gente que está contigo".

Pasajero

Todos somos aves de paso
no importa los colores.
Algunos se ven más blancos,
algunos más bayos
y otros como frijol en cazo.
Pero todos, solo estamos aquí
para compartir un pedazo
de ese plato de vida que nos toca.
Algunos pasan más tiempo,
otros se van al momento,
pero todos cumplen con su trayecto;
pues en la vida no existe el tiempo,
existen las huellas de nuestros pasos
que perduran en el tiempo.
Somos estrellas fugaces
cuyas estelas desaparecen
sin dejar otro rastro
mas quien nos vieron pasar.

La net(@)

La gente llegaba y se sentaba y ordenaba el mismo trago una y otra vez. Era un lixir adictivo, seductor, sugestivo, supresor de todo pudor, introversión o castidad, una bebida económica, al alcance del bolsillo, que generaba un placer sin igual, capaz de ver elefantes rosas y alguna que otra damisela hermosa, un brebaje capaz de alterar la realidad, la percepción personal, de tal atractivo para la juventud, medietud y senectud actual, que podía ser adquirido por yardas, jarras, cubetas, shots, tarros o vasos, en cualquier medida que solventara ese vacío personal, o que diera resquicio de esperanza, o de experiencia hedonista; una bebida que a mas de uno generaba adicción, descontrol, desazón pero que era tan primordial para esta vida tan nuestra, comercial y violenta, efímera y fugaz, que era casi obligación su presencia en cualquier menú. Cuando me acerqué al cantinero y pregunte cuál era dicha bebida de tanto apego y apogeo, este respondió: internet; bebida inofensiva a primera vista, comparada con cualquier arma blanca o de asalto, pero igual de dañina y perjudicial como el mas profundo navajazo o plomazo. La diferencia es que la vida acá no se pierde sino que se extingue lentamente.

De callejones

La ciudad está incrustada y resguardada entre montañas. Encunada en la historia. Ciudad colonial, artística, bella. Ciudad que emana olores extranjeros, cual fragancia francesa, pero que no deja de ser nacional. Locación que atrapa a quien llega, sobretodo si es de fuera, de más allá de nuestras fronteras pero que también a los de acá enamora con su candor particular. Una ciudad que invita a quedarte pues te transporta a tiempos pretéritos donde la vida parecía ser mejor de lo que es ahora. Aun y con todo eso, de su atractivo al ojo foráneo y local, de su hipnótica singularidad, de mantener su belleza intacta, la ciudad no deja ser parte de un territorio capaz de alcanzar lo sublime y lo ridículo en una misma postal, de impactarte y enamorarte pero al igual indignarte y enfadarte. Quizás el extranjero no lo vea, pues a través de su mirada solo aprecia el encanto de sus colores, sus callejones, sus construcciones, pero quien vive aquí, quien respira aquí, no puede evitar voltear a ver esa otra parte que también nos pertenece y que forma parte de esa personalidad tan dual.

La cantera, piedra pesada y hermosa, sello del pasado, de ese intento por dar a un país, a una ciudad, mayor lucidez de la habitual, esperanza de un mejor futuro; el talento y el potencial artístico local, creativo, que inspira a propios y extraños, digno de orgullo nacional y de buen recibimiento internacional, perpetuada por agravios tan berdes, tan vlancos, tan roxos, que dan fe y legalidad de tan nacional procedencia; grafitis que rodean la ciudad y que lejos están de ser expresión de arte sino más bien de una desobediencia estéril que opaca el encanto colonial de la ciudad; la basura, siempre la basura, que ocupa lugares que no debería ocupar y que deja una sensación de descuido, de valemadrismo, de qué más da, de una problemática de salud y educación social; qué decir de la cuestion vial, la épica batalla entre peaton y conductor, entre persona y coche, en este presente en el que todo mundo lleva prisa y donde todo mundo olvida la cortesía, la preferencia, el dejar pasar, el pensar en los demás, el ver más allá de mi destino.

La ciudad tiene su propio corazón nocturno. De caminatas, de canciones, de aromas, de sabores, de brebajes, de juventud en éxtasis, de amor, de aventura, una vida particular que invita a seguirla, a disfrutarla, a no quedarse atrás; una faceta singular y al mismo tiempo atractivo característico, así que si usted anda por acá, debe seguir su ritmo, dejarse llevar por la marea nocturna cuyos vientos favorecen al navío, aquí todo placer hedonista es valido, toda apuesta aceptada, toda pulsión bienvenida, sí, aquí la noche es joven; parece no envejecer jamás. La fuente de la juventud eterna está en este lugar. Aquí la vejez no pasa ni en sus muros, intactos, luminosos, tan imponentes y categóricos desde el principio que hacen de la noche aún más bohemia, romántica, idílica; como si no se quisiera ir uno jamás de este lugar. Un factor más a favor y de hacer mención de esa personalidad tan berde, tan vlanca, tan roxa. Un imán de atracción casi irrefutable para cualquier que se adentra en su ritos. Esa salsa tan picosa que aunque pique siempre echamos más.

Qué vida la de la noche: perros que ladran, música a todo volumen, gente que silva, que ríe, que grita, que habla, que acelera, que huye, que vagabundea, que se despoja, que se desinhibe, pues la oscuridad se hizo para ser otro, para aullar, para transformarse, para escribir sobre un nuevo reglón diferentes palabras —o sobre el mismo renglón diferentes palabras—, para experimentar la vida a través de una tonalidad distinta, alejada del sol y más cercana a la luna, por eso algunos cantan al pie de la ventana, llevan serenatas, se embriagan, bailan, se pelean, se arrebatan, llevan la vida a otro pedestal, a otra locación, tratan un diferente guión, pues de vivir siempre en el mismo escenario, bajo las mismas líneas, a la misma velocidad, moriríamos de monotonismo, del cáncer de siempre lo mismo, de vivir una vida bajo la asfixia del mismo lastre.

¿Cubano? Me habían confundido con huérfano e incluso árabe (hasta te pasaría que me dijeras veracruzano) pero nunca con alguien familiar a Fidel Castro. La ventaja de este lugar es que hay tantas razas, tantos colores, tantas naciones, que esto es un popurrí de federaciones —y degeneraciones—, idiomas, pieles, un ejemplo de que en la actualidad cualquiera es un ciudadano del mundo; alguien que es de aquí, de allá, de todos lados, de cualquier lugar que le abrace y arrope. Y sí, eso también somos aquí: una nomenclatura heterogénea, una masa cual tamal que involucra varios ingredientes para su elaboración y que al final da su peculiar y distintivo sabor.

El sol avanza, el tiempo a la par. Y qué es el tiempo sino dejar caer la misma pluma de la mesa una y otra vez, creando una repetición infinita. El tiempo solo nos pesa cuando ya nos vamos, cuando se acerca el final o cuando solo lo vemos caer y no caemos con él. Aquí me gustaría quedarme a vivir; siempre dice el extranjero, el que llega, el que no es de aquí, el que ve con ojos distintos un nuevo mundo, algo así como Cortés que hasta quemó sus naves para no irse de aquí. Pero uno no es tan intrépido. Uno solo busca lo distinto, algo ajeno a lo cotidiano, que te llene de esperanza de que la vida es algo más que la monotonía del día a día. Saber que hay vida allá afuera, que hay vida aquí adentro, es uno de los motivos por los cuales ser extranjero es un privilegio, una dicha, porque se ve con ojos fértiles la nueva tierra; un lugar donde cosechar algo por más breve que sea.