Si algo he aprendido con el paso del tiempo, es del poder que tiene la psicología; y no únicamente en el estricto sentido de un consultorio y la relación terapeuta/paciente sino también en otros ámbitos de la vida social. Lamentablemente dicho poder no está en consideración de todos pues la psicología no es una materia debidamente apreciada, no es abrazada como por ejemplo la medicina aun y cuando lo corporal y lo mental estén atado.
Así que cuando veo que de psicología surgió todo esto, me pregunto dónde está esa misma fuerza en otras cuestiones de la vida; dónde está cuando surge una catástrofe; dónde está para modificar conductas sociales, de esas que nos perjudican como país; dónde está para cambiar la mentalidad de las personas; dónde está para hacer buen uso de lo que sentimos; dónde está para erradicar esas otras problemáticas de la vida (como la violencia, las adicciones, la salud mental).
Yo escogí la carrera de psicología tras haber leído a Sigmund Freud. Claro está que no sus obras completas sino estratos de ellas en un libro recopilatorio. Desde entonces, conceptos como inconsciente o asociación libre, entre otros, llamaron mi atención. Quería saber más sobre la materia, quería saber más sobre psicología. Mas en ningún momento imaginé el impacto que puede tener en la gente para moverlos de forma tal que se formen ejércitos (porque la psicología pocas veces llega por lo social, suele llegar más por lo laboral, lo clínico o lo educativo). Un poder que ya quisiera cualquier candidato electo en campaña.
La psicología, como cualquier otra ciencia, es una herramienta que brinda respuestas, soluciones, bienestar, que ofrece mejoras a la vida; no lo opuesto a eso. La psicología no es una herramienta que se utiliza en contra de quien me la hizo, de utilizar su poder como una alternativa de la violencia, una violencia maquillada por fines científicos o cuantitativos. La psicología no es un juzgado de lo penal o un arma blanca al que la gente pueda acceder para obtener justicia (o ajusticiar) cuando se le plazca.
Sí, en cierta medida la violencia es parte de la psicología, así como de la vida misma en sus más sutiles o explicitas expresiones. Basta con recordar aquel experimento (muy grabado en mi) de la prisión de Stanford donde gente común y corriente acabó siendo completamente diferente a como había llegado, a como eran ellos en realidad (todo ello gracias a las modificaciones contextuales que hicieron los experimentadores para plasmar sus condiciones y así llegar al resultado esperado).
Esto me hace preguntarme si los propósitos de la ciencia son nobles más allá de la estirpe de sus acciones, más allá de una violencia que sería condenada bajo otros contextos pero que bajo este científico no es condenado con la misma severidad. Al final, la gente cree que es por el bien de algo y como la figura de autoridad lo dice, la gente lo cree y no chista pues una causa positiva tendrá. Dudo que alguien preguntase: ¿cuál es el inconveniente de dejar la violencia en manos de humanos o cuál es el perjuicio psicológico que se podría causar?
Como lo dije antes: la psicología, la ciencia, no es un medio de justicia, la psicología no es un medio al cual uno pueda acercarse para que las injusticias del mundo se resuelvan (para eso existen otras instituciones, otros medios, que lamentablemente suelen fallar al hacer justicia). En el tiempo que lleve la materia de psicología comunitaria, por ejemplo (una materia donde el psicólogo no es el último eslabón hacía la justicia sino uno intermedio que ayuda a que esta se realice, algo así como la salud mental en el individuo), nunca, entre los tantos motivos que había para manifestarse, vi el de "tuve un conflicto con un compañero"; los motivos eran otros, cuestiones que admitían la insurrección mas no nimiedades como una fricción que a cualquiera puede pasar.
En tal caso, la maestra al frente del caso y a quien le atañe la clase, por haber sucedido en su espacio y por habérsele informado, debe llamar a un dialogo entre ambas partes que disuelva el conflicto, no a ser partidaria de una versión por cualquier vínculo o afinidad existente. Una revolución, una manifestación, es tan grande como sus motivos y hacer acá algo tan grande de tan pequeño motivo, no habla de la importancia de la causa, sino de la intensidad con que la vivió la persona (acá es donde entra la importancia de la inteligencia emocional y de la adecuada resolución de conflictos que atañe evidentemente a la psicología).
Para mi la psicología no es una prisión, no es una tortura. La prisión y la tortura son medios del hombre; medios, por cierto, bastante cruentos y que dan fe y legalidad de ese otro lado oscuro que poseemos todos (más allá de cualquier credo). La psicología, en cambio, aunque también creada por el hombre y con su lado oscuro también, su objetivo no es el de causar estragos en el ser humano, sino ayudar, cooperar con una mejora de modo que en el camino también triunfe el terapeuta.
Pero todo lo que veo es gente instruida y condicionada, gente que hace lo que se les ordena sin cuestionar nada, gente que marcha al compás del ritmo impuesto, gente que busca ser el medio a un mejor yo pero que en realidad acaba fragmentándolo en su intento.
Seguir es sencillo porque la decisión crucial no es nuestra. En cambio pensar es un ejercicio mucho más complicado que involucra lo que creemos, lo que sabemos, lo que pensamos, es un proceso mucho más completo y mucho más nuestro. Y la psicología, la ciencia, no creo que quiera que la gente no piense pero si el no pensar y obedecer ayuda a sus intereses, todo sea por el bien de la empresa.
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