¿Tú vales por lo que eres o por lo que puedes ser? Por ejemplo, un billete vale por lo que es, no por lo que puede ser. Vale por su denominación no por la potencialidad de ser un avión. Pero nosotros no somos dinero. No somos moneda de cambio. No somos un monto. Uno es más que una herramienta de intercambio. Uno vale por lo que puede ser. Por lo que puede aprender. Si todo se limitara a una simple característica, a una solitaria singularidad, a un mote, pues entonces se perdería mucho. Uno no es una maldita licuadora que alguien compra porque puede triturar alimentos. Pero al final en eso nos hemos convertido: en algo que la gente elige para brindarle una facilidad. Un mundo de potencialidades desperdiciado.
***
El otro día caminando, en mi camino encontré una piedra. La aparte del montón, apunté y tiré. La piedra pasó justo en medio de las dos llantas traseras. Seguí caminando y me encontré otra piedra. Esta vez quería que la piedra diera un salto a la acera. Una vez más la separé, apunté y tiré. Esta ocasión la piedra solo reboto en el borde de la calle. Continuo caminando y me encuentro otra piedra. La separo, apunto y disparo. La piedra golpea el borde de metal de una reja. ¿De qué carajos estoy hablando, cierto? Por qué te estoy contando esto, te preguntarás. Porque las relaciones son como esas piedras: no siempre resulta lo que queremos pero debemos seguir intentando, debemos seguir andando. Hoy cortas con tu pareja, mañana llega otra. Hoy resultó lo que querías, mañana no. Así es la vida. Y en muchos aspectos somos idénticos a una piedra. Por ejemplo, ninguno de los dos sabemos cómo hemos llegado hasta aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario