Mi voz,
sentada,
inarticulada,
invalidada,
democráticamente minimizada,
testigo de una sociedad amainada,
desinformada,
desinteresada,
violentamente adiestrada,
envenenada por un tiempo que no sabe a nada,
que no deja nada,
rehén de sus propios temores y desaciertos,
víctima de su propio desierto,
árida sociedad;
y a mi se me hace llamar
oveja del ostracismo,
víctima y culpable,
humano condenable
como los demás.
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