"Durante el más largo tiempo de la historia humana se impusieron penas, no porque al malhechor se le hiciese responsable de su acción, es decir, no bajo el presupuesto de que solo al culpable se le deban imponer penas, sino, más bien, a la manera como todavía ahora los padres castigan a sus hijos, por cólera de un perjuicio sufrido, la cual se desfoga sobre el causante; pero esa cólera es mantenida dentro de unos límites y modificada por la idea de que todo perjuicio tiene en alguna parte su equivalente y puede realmente ser compensado aunque sea con un dolor del causante del perjuicio. ¿De dónde ha sacado su fuerza esta idea antiquísima, profundamente arraigada y tal vez ya imposible de extirpar, la idea de la equivalencia entre un perjuicio y un dolor? Yo lo he adivinado: de la relación contractual entre deudor y acreedor, que es tan antigua como la existencia de "sujetos de derecho" y que, por su parte, remite a las formas básicas de compra, venta, cambio, comercio y tráfico".
"La crueldad constituye en alto grado la gran alegría festiva de la humanidad más antigua, e incluso, se encuentra añadida como un ingrediente de casi todas las alegrías [...] Ver sufrir produce bienestar, y hacer sufrir, más bienestar todavía; ésta es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano. "demasiado humano", que acaso suscribirían ya los monos, pues se cuenta que, en la invención de extrañas crueldades, anuncian ya en gran medida al hombre y, por así decirlo, lo preludian. Sin crueldad no hay fiesta, así lo enseña la más antigua, la más larga historia del hombre, ¡y en la pena hay también muchos elementos festivos!".
En esas palabras de Nietzsche del libro Genealogía de la Moral, pertenecientes al capítulo dos de dicho libro que tiene que ver con la culpa, él explica como la palabra justicia no siempre fue como la conocemos ahora, como un forma de castigar a quien había hecho un mal, anteriormente era, un concepto anticuado que se derivaba de un concepto de mercado que se trasladó a la vida cotidiana mas no necesariamente bajo el mismo tipo de modelo pues realmente no había ningún tipo de intercambio entre las dos partes.
Tal ejemplo lo tenemos en la actualidad con los linchamientos y con los ajustes de cuentas que las personas suelen llevar a cabo. Dichos eventos buscan tomar "algo que les pertenece" de los deudores; algo que les hará "sentir mejor", algo que hará "justicia", algo que "equilibrará la balanza", pero en realidad tales cosas no existen. O si existieran son efímeras y pasajeras. Un país no mejora por el numero de personas linchadas ni una persona crece o se enriquece cuando lastima a alguien. Pero esa es la naturaleza humana; tan natural o aún más que cualquier obra de caridad.
Somos hijos de la violencia. Nos amamantamos constantemente de ella. Es el condimento predilecto del ser humano y basta con voltear a nuestro alrededor o encender la televisión y ver una pelea de box o un programa de comedia para ver como la violencia es parte de nuestro día a día. La violencia es un pilar de la humanidad y sino basta con ver el numero de guerras y demás conflictos que han existido, existen y existirán y que mueven al mundo de una forma sangrienta.
Cabría preguntarse si es necesaria tanta violencia, si realmente es necesaria para que lleguen "las cosas buenas". Un ejemplo claro lo tenemos aquí en México con la Guerra al Narcotráfico, The War On Drugs, que se desató tiempo atrás y que ha dejado un alto número de muertos que continua aumentando en un conflicto que parece no tener solución pues en vez de disminuir los números del narcotráfico estos aumentan en realidad.
Encontrar una respuesta en la violencia es una apuesta arriesgada del hombre pues es una en la que se va a todo o nada, en la que no suele haber vuelta atrás, y aunque hemos salido "avante" de dichos eventos violentos por lo regular da la sensación de que más que salir victoriosos como humanidad hemos salido perdiendo.
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