Hoy vinieron de nuevo. Cuando comparto mi espacio con ellos me siento satisfecho y al mismo tiempo como un padre detrás de sus hijos observando que no hagan una avería o muevan cosas de su lugar. Al escucharlos y verlos recuerdo el adolescente que fui y con quienes compartí la etapa más frívola y lucrativa: preparatoria, una galería de hormonas al asecho y disputas existenciales y familiares; una puesta en escena con moralejas en cada uno de sus actos. Mi edad, mis pensamientos y actitudes no van a su marcha; un contraste beneficioso del que las historias hablan pero lo más importante es recordar que aún tengo mi juventud intacta.
miércoles, 22 de junio de 2011
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