Este es tu día. Este es el día que abriste los ojos y lloraste al mundo para darte a conocer, promulgando una nueva historia. Este es el día en que regalaste anhelos y lijaste fricciones producto de tu esplendor. Este es el día en que tu madre te abrazó y acurruco en su pecho para que no olvidaras a quien pertenece ese corazón; y mirándote lloró porque en su rostro aquel ser inocente sonreía; aquel ser sonrisas esparcía; aquel ser dormido advertía que los deseos son helio en el ambiente.
Hoy es un día especial. Con cada año que pasa creces, vives, temes, aborreces, padeces, acercándose el día que desvaneces, con el objetivo de labrar en letras iridiscentes la trascendencia de tu existencia, aquella llama que no se apaga, aquellos colores que no se pierden por más que el sol castigue furicamente. Cada abrazo que darás, cada dolencia que recogerás, cada amigo que harás, cada luto que vestirás, es el ensamble del que con orgullo porta el cincel de su victoria, del que conmemora fecundar el corazón de otra persona.
Felicidades, Rafael. En este día de luna llena el afecto asciende y ellos asienten.
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