"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

jueves, 23 de junio de 2011

Bienvenidos a la gran ciudad.


Era un día como cualquier otro. Cielo nublado con posibilidades de lluvia. Una descarga necesaria para todos esos arboles áridos. Las calles vacías, síntoma del horario laboral hacían que el silencio abrumara mientras los chuchos jugueteaban con el primer objeto que aparecía. El reino animal beneficiándose de nuestra ausencia. Para él, "El niño ecológico", el día también lucía cotidiano. Los mismos actos y las mismas dolencias que lo han achacado se despiertan con él.

Como cualquier adolescente en el limbo, sus problemas son la excusa perfecta para cualquier atropello. Y en esta epítome de tonalidades perpetuas, relucen como estalactitas la ausencia de una figura paterna. Que fuera de ser un modelo responsable a seguir, el lado afectivo tornó aquellas tardes de campamento en noches finitas. El turismo escolar con escuelas por aquí y por allá tampoco ayudaron a cimentar estabilidad en él. Mucho menos esas riñas entre hermanos que empezaban por nada y acababan por encrespar la apatía de una relación hace mucho marchita. Yo puedo corroborar eso. Fui adolescente. Y la vida parecía todo menos un mundo de cualidades. Alguna vez recuerdo haber golpeado amigos en la escuela. No sabía como despojarme de toda esa carga que se aglutinaba en mi. Incluso, mi madre lo pagó. Y sin importar la agresión propinada, su respuesta fue de elogiar. No así la demás gente, que con razón me odiaba y aborrecían. Y aún hoy es mi estigma. Algo que jamás olvidaré. Ni olvidará.

Pero él, "El niño ecológico", las respuestas aún no encuentra, se rehusa a buscar. Piensa tener en sus manos el medicamento para su enfermedad. Hace mucho que eligió ser diferente para olvidarse de lo mucho que le dolía volver el tiempo atrás. Aunque esclavo de su pasado siempre sera. No importa el lugar, la hora o el clima, cuando el humo recorre su sistema es abducido por un sortilegio persuasivo que solo el puede descifrar. La mariguana. Es obvio. El vahído del adolescente. Recuerdo que una vez me la ofrecieron, prometiéndome un estado sobrenatural. Algo nunca vivido. La mayoría de mis amigos la consumía. Menos yo. Cada noche se juntaba un grupo. Menos de 10 gentes. Y en una construcción abandonada, allí fumaban. Nunca me llamó la atención. No encuentro lo positivo de adquirir un estado impropio. De huir a lo natural. Como decía uno de mis cantantes favoritos: "La vida es demasiada trágica para consumir drogas". Vaya que sí.

Cae la noche y el efecto pasa. Arrumbado, con la vista al techo de su cuarto bien alineado la realidad lo inficiona, lo sacude de manera súbita e inexorable demostrándole que no hay artilugio capaz de eclipsar. Por mucho que trate de olvidar no encontrara más que recuerdos. La noche cayó y su adicción apenas comenzó.

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