Ser psicólogo... para algunas personas la palabra psicología está estrictamente limitada para las personas llamadas coloquialmente "locas"; causando que se deslinden de acudir a él objetando que ellos están sanos y no le necesitan. Es ahí donde el tabú que rodea al psicólogo comienza: en la ignorancia y falsa creencia del bienestar. No se puede estar sanos en una sociedad como la que conocemos y a los ritmos frenéticos con los que llevamos nuestras vidas.
La carrera de psicología es de las más fascinantes, y, lo que la hace así, es su estudio del ser humano a favor de entender mejor cómo y por qué actúa y se desenvuelve en su entorno, en su cotidianidad. Es cierto que todo lo que en el cerebro reside nuestro cuerpo lo expresa pero mentira es que el psicólogo distinga entre lo apócrifo y lo verosímil; una falsa creencia que ha hecho creer que el psicólogo es algún tipo de lector de mentes o detector de mentiras que sabrá inmediatamente cuando algo suceda. Por lo regular, cuando el psicólogo descubre algo es gracias al paciente y sus esfuerzos inconscientes para que toda aquella maraña salga a flote.
Al ser una carrera humanista, la labor del psicólogo es siempre ayudar al prójimo, ser como un pastor que lo va guiando y aconsejando para que no acabe cayendo en picada. Desde niños hasta adultos siempre tendremos a alguien a quien apoyar. Otro mito o idea errónea es que el psicólogo se encargue de implantar ideas, de moldear la mente del quien se tiene en frente. Un psicólogo nunca ordenará hacer algo, nunca impondrá nada, simplemente pondrá las cartas sobre la mesa y en la persona quedará voltearlas o dejarlas en su lugar. Se sabe que usando la fuerza, imponiendo cosas, no se llegará a una solución sino a un embrollo.
En este mundo que se mueve bajo los engranes del dinero, es imposible no mencionar aquello que se dice, respecto a que, monetariamente, es una carrera poco remunerada. Al igual que todas las demás depende siempre de la voluntad de la persona así como de ofertas y demandas. Quizá el psicólogo no viva como magnate pero sí sobrevive a las exigencias de la vida; su mayor riqueza es el conocimiento de saberse un ser defectuoso y virtuoso, grandioso y efímero, capaz y estéril, un humano en toda la extensión de la palabra.
No olvidemos nunca que antes que ser una insignia somos personas y por ende, el psicólogo es también humano: llora, patalea, se enoja, ríe, etcétera; no es una gélida personalidad que evita toda esa clase de sentimientos o emociones que en la vida se presenta. Así que, invito tomen al psicólogo como un apoyo en busca de una solución. Como alguien que prestará atención a las problemáticas y que despejará esa niebla para que los pasos sean más firmes. Recuerden: un psicólogo es como la luz preventiva del semáforo; tú decides si seguir porque sigue de la verde o detenerte porque antecede a la roja.
La carrera de psicología es de las más fascinantes, y, lo que la hace así, es su estudio del ser humano a favor de entender mejor cómo y por qué actúa y se desenvuelve en su entorno, en su cotidianidad. Es cierto que todo lo que en el cerebro reside nuestro cuerpo lo expresa pero mentira es que el psicólogo distinga entre lo apócrifo y lo verosímil; una falsa creencia que ha hecho creer que el psicólogo es algún tipo de lector de mentes o detector de mentiras que sabrá inmediatamente cuando algo suceda. Por lo regular, cuando el psicólogo descubre algo es gracias al paciente y sus esfuerzos inconscientes para que toda aquella maraña salga a flote.
Al ser una carrera humanista, la labor del psicólogo es siempre ayudar al prójimo, ser como un pastor que lo va guiando y aconsejando para que no acabe cayendo en picada. Desde niños hasta adultos siempre tendremos a alguien a quien apoyar. Otro mito o idea errónea es que el psicólogo se encargue de implantar ideas, de moldear la mente del quien se tiene en frente. Un psicólogo nunca ordenará hacer algo, nunca impondrá nada, simplemente pondrá las cartas sobre la mesa y en la persona quedará voltearlas o dejarlas en su lugar. Se sabe que usando la fuerza, imponiendo cosas, no se llegará a una solución sino a un embrollo.
En este mundo que se mueve bajo los engranes del dinero, es imposible no mencionar aquello que se dice, respecto a que, monetariamente, es una carrera poco remunerada. Al igual que todas las demás depende siempre de la voluntad de la persona así como de ofertas y demandas. Quizá el psicólogo no viva como magnate pero sí sobrevive a las exigencias de la vida; su mayor riqueza es el conocimiento de saberse un ser defectuoso y virtuoso, grandioso y efímero, capaz y estéril, un humano en toda la extensión de la palabra.
No olvidemos nunca que antes que ser una insignia somos personas y por ende, el psicólogo es también humano: llora, patalea, se enoja, ríe, etcétera; no es una gélida personalidad que evita toda esa clase de sentimientos o emociones que en la vida se presenta. Así que, invito tomen al psicólogo como un apoyo en busca de una solución. Como alguien que prestará atención a las problemáticas y que despejará esa niebla para que los pasos sean más firmes. Recuerden: un psicólogo es como la luz preventiva del semáforo; tú decides si seguir porque sigue de la verde o detenerte porque antecede a la roja.
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