¿Por qué las personas nunca están satisfechas? ¿Porqué las personas son de opiniones de extremos? ¿Porqué las personas nunca enfatizan tanto una virtud como un defecto? Estas y muchas otras preguntas son las que me formulo en pro de encontrar señas y datos que me lleven a comprender sin tanto desanimo a mis semejantes. Entre tanta pregunta no crean que olvido que igualmente soy parte de la especie, por ende, las preguntas no se deslindan de mi nombre.
Tengo una hipótesis: si una persona estuviese satisfecha consigo misma, definitivamente, no haría uso del efecto espejo; en el cual las personas ven sus necesidades o carencias en otras y las recalcan, como si fuera un ejercicio de retroalimentación en el que se recuerda por medio del cuerpo de otros dónde deben enfocarse o qué aprecia/desprecia de él. No me dejarán mentir porque el individuo siempre está buscando algún punto flaco para inmediatamente apartar virtudes; enfocándose en lo innecesariamente correcto.
¿A qué llamo innecesariamente correcto? A lo que se nos ha impuesto por medio de la televisión o la crianza a través de los años. Cuando somos niños nos desarrollamos en el desconocimiento, simplemente vivimos, por ende, es mucho más fácil moldear al infante añadiendo ideas de adultos. De repente, estamos en una edad en la que se cree en Dios sin saber por qué y en la que nos comportamos violentos sin saber por qué. Eso es posible cambiarlo hasta cierta edad y siempre y cuando encontremos la disposición de hacerlo.
Lo segundo, es igualmente algo con lo que crecemos pero que se va arraigando en nosotros a una edad en la que podemos manejar con mayor independencia nuestros pensamientos y elegir lo que nos guste (conocida como "Etapa de la Operaciones Formales" bautizada así por Piaget) pero en esa dependencia se encuentra igualmente una responsabilidad muy grande. Tomar una decisión no es algo que al humano se le de naturalmente, por lo regular, depende de las ordenes explicitas de otros o implícitas de la sociedad o círculo donde se desenvuelva.
A esa edad, igualmente se sufre del acoplamiento escolar y una búsqueda personal necesaria para en un futuro decidir girar a izquierda o derecha. Los medios de comunicación bombardean con su propaganda y hacen que la búsqueda sea aún más contradictoria. Por una parte uno quiere ser como desea ser pero al mismo tiempo se da uno cuenta que eso es cuestión de minorías y, en éstas, regularmente nadie desea estar.
Así que, ¿cómo no esperar que la gente sea de extremos si pocas veces ha sido objetiva? ¿Cuántas veces las personas se han visto al espejo y dicen: estoy gorda pero tengo una hermosa familia y amigos que siempre me acompañan? Normalmente omiten los motivos que alrededor de la persona giran y centran su felicidad en cosas realmente suprefluas que no conducen más que a extremos peligrosos como la anorexia o vigorexia. Por ende, invito a quienes leen estas líneas a que prioricen lo que realmente les genera felicidad, no lo que genera un halago o sonrisa socialmente satisfactoria; eso es basura desechable.
Tengo una hipótesis: si una persona estuviese satisfecha consigo misma, definitivamente, no haría uso del efecto espejo; en el cual las personas ven sus necesidades o carencias en otras y las recalcan, como si fuera un ejercicio de retroalimentación en el que se recuerda por medio del cuerpo de otros dónde deben enfocarse o qué aprecia/desprecia de él. No me dejarán mentir porque el individuo siempre está buscando algún punto flaco para inmediatamente apartar virtudes; enfocándose en lo innecesariamente correcto.
¿A qué llamo innecesariamente correcto? A lo que se nos ha impuesto por medio de la televisión o la crianza a través de los años. Cuando somos niños nos desarrollamos en el desconocimiento, simplemente vivimos, por ende, es mucho más fácil moldear al infante añadiendo ideas de adultos. De repente, estamos en una edad en la que se cree en Dios sin saber por qué y en la que nos comportamos violentos sin saber por qué. Eso es posible cambiarlo hasta cierta edad y siempre y cuando encontremos la disposición de hacerlo.
Lo segundo, es igualmente algo con lo que crecemos pero que se va arraigando en nosotros a una edad en la que podemos manejar con mayor independencia nuestros pensamientos y elegir lo que nos guste (conocida como "Etapa de la Operaciones Formales" bautizada así por Piaget) pero en esa dependencia se encuentra igualmente una responsabilidad muy grande. Tomar una decisión no es algo que al humano se le de naturalmente, por lo regular, depende de las ordenes explicitas de otros o implícitas de la sociedad o círculo donde se desenvuelva.
A esa edad, igualmente se sufre del acoplamiento escolar y una búsqueda personal necesaria para en un futuro decidir girar a izquierda o derecha. Los medios de comunicación bombardean con su propaganda y hacen que la búsqueda sea aún más contradictoria. Por una parte uno quiere ser como desea ser pero al mismo tiempo se da uno cuenta que eso es cuestión de minorías y, en éstas, regularmente nadie desea estar.
Así que, ¿cómo no esperar que la gente sea de extremos si pocas veces ha sido objetiva? ¿Cuántas veces las personas se han visto al espejo y dicen: estoy gorda pero tengo una hermosa familia y amigos que siempre me acompañan? Normalmente omiten los motivos que alrededor de la persona giran y centran su felicidad en cosas realmente suprefluas que no conducen más que a extremos peligrosos como la anorexia o vigorexia. Por ende, invito a quienes leen estas líneas a que prioricen lo que realmente les genera felicidad, no lo que genera un halago o sonrisa socialmente satisfactoria; eso es basura desechable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario