Estaba deshecho. Pero así es como debía estar. Era así como había elegido estar. Mucha gente vive despreocupada actuando sin considerar la bifurcación que se presenta en cada acción dispuesta a realizar, como si fuera pueril detenerse y considerar sus contrastes. Mucha gente se cree blindada, como si las desgracias solo le sucedieran a los menos provistos, a quienes están por debajo de su supremacía o rango. Mucha gente es ignorante de lo inermes que estamos ante situaciones de peligro, situaciones que realmente horrorizan siquiera imaginarlas.
El otro día me comentaban de un tipo que trepado en su automóvil, en horas de madrugada, con las calles desnudas, aceleró por todo un bulevar sintiéndose parte del reparto de "Rápido y Furioso"; desorbitado por la adrenalina que producía su cuerpo cada vez que la velocidad aumentaba o algún repentino coche evadía. En un crucero, fue donde conoció su desgracia, su vulnerabilidad, su insignificancia ante otros aspectos de la vida.
O como aquel joven, creyente de su atractivo infalible, que en una fiesta conoció a una adolescente. Ésta, al igual que toda aquella fémina que cae en las garras de estos personajes, sintió que su reputación se elevaría por estar con el Don Juan. Ella estuvo con él toda la noche. Y se confirmó semanas después cuando estaba embarazada. Al parecer, resultó más difícil soportar la vergüenza (que viene en empaques individuales) de comprar unos condones que ser padre a una edad en la que ni siquiera entiendes a los tuyos.
Recuerdo también los casos de aquellos individuos que aparecen muertos en las portadas de los periódicos amarillistas. Gente que carece de oportunidades al igual que de estimación personal o gente que no valora un presente estable por querer un futuro inalcanzable; un futuro que se disuelve conforme la muralla va creciendo. Ahí mismo pude leer la historia de un niño abusador de sus compañeros que incluso llegaba a pegarles hasta que un día alguien respondió a su ataque y recolecto ahí su cosecha. Seguramente a esa edad no saben manejar conceptos tan trillados pero sin duda alguna habrá entendido sus consecuencias.
Ni que decir de Armando. Un amigo que salió de casa de sus padres escudado en su independencia y que regreso a la semana siguiente tras descubrir que la independencia no es negligente de responsabilidades. Es cierto, muchas de las más preciadas lecciones se encuentran en los tropezones. Se los dice alguien que termino aprendiendo embarrado de fango. Lo que hace falta en las personas es apreciar los imprevistos potenciales antes de mover un solo músculo. Si bien negar nuestros impulsos es negarnos como humanos, negar nuestras inepcias nos obsequia conciencia.
El otro día me comentaban de un tipo que trepado en su automóvil, en horas de madrugada, con las calles desnudas, aceleró por todo un bulevar sintiéndose parte del reparto de "Rápido y Furioso"; desorbitado por la adrenalina que producía su cuerpo cada vez que la velocidad aumentaba o algún repentino coche evadía. En un crucero, fue donde conoció su desgracia, su vulnerabilidad, su insignificancia ante otros aspectos de la vida.
O como aquel joven, creyente de su atractivo infalible, que en una fiesta conoció a una adolescente. Ésta, al igual que toda aquella fémina que cae en las garras de estos personajes, sintió que su reputación se elevaría por estar con el Don Juan. Ella estuvo con él toda la noche. Y se confirmó semanas después cuando estaba embarazada. Al parecer, resultó más difícil soportar la vergüenza (que viene en empaques individuales) de comprar unos condones que ser padre a una edad en la que ni siquiera entiendes a los tuyos.
Recuerdo también los casos de aquellos individuos que aparecen muertos en las portadas de los periódicos amarillistas. Gente que carece de oportunidades al igual que de estimación personal o gente que no valora un presente estable por querer un futuro inalcanzable; un futuro que se disuelve conforme la muralla va creciendo. Ahí mismo pude leer la historia de un niño abusador de sus compañeros que incluso llegaba a pegarles hasta que un día alguien respondió a su ataque y recolecto ahí su cosecha. Seguramente a esa edad no saben manejar conceptos tan trillados pero sin duda alguna habrá entendido sus consecuencias.
Ni que decir de Armando. Un amigo que salió de casa de sus padres escudado en su independencia y que regreso a la semana siguiente tras descubrir que la independencia no es negligente de responsabilidades. Es cierto, muchas de las más preciadas lecciones se encuentran en los tropezones. Se los dice alguien que termino aprendiendo embarrado de fango. Lo que hace falta en las personas es apreciar los imprevistos potenciales antes de mover un solo músculo. Si bien negar nuestros impulsos es negarnos como humanos, negar nuestras inepcias nos obsequia conciencia.
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