"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

jueves, 7 de junio de 2012

Ansiedad presenta: los ocho artilugios de la defensa

Represión.

Arturo, el nombre de la apatía. Así se llama aquel chaparrón hombre con alopecia que cometió el peor crimen que un padre puede realizar: no amar a su hijo. Arturo, como todo hombre de la nación, nunca demostró el afecto para con su hijo aunque siempre lo experimento. Cuando vio a su hijo emitir sus primeras palabras sintió un inmensa alegría que ilumino sus ojos, no lo suficiente, para externarle dicho sentimiento con un abrazo. Cuando su hijo dio sus primero pasos, la misma emoción abordó y la misma persiana bajo. Cuando su hijo se graduó de secundaria, a una edad puramente peregrina, su hijo le pregunto ¿por qué nunca le había abrazado? Esos momentos no se olvidan con facilidad. Armando, mirándolo fijamente, solo pudo responder: "Soy un cedro entre los olmos, hijo. Los vientos podrán mover mis hojas pero me mantengo firme". Esa respuesta fue, en vías de despejar dudas poco efectiva, pero, en vías de ejemplificar lo que dentro se presentaba, explicita.

Negación.

El amor: esperanza de todo cuerpo. Es lo que parecía ser para Armando, un persona entrada en años que tenia como pareja a Cecilia. Digo tenía porque los tiempos no son permanentes. Armando duro tres años al lado de su hermosa acompañante, en ese tiempo, vivieron juntos varias experiencias: viajar a Europa trasladándose de ciudad en ciudad; pusieron un establecimiento juntos, en las mediaciones de la casa de ella; y superaron las contrariedades que implicaba comenzar una relación después de haber pasado, él de la defunción de su esposa y ella de un divorcio.

Hasta que un día, así como las canas aparecen y la juventud desaparece, su amor decayó notablemente. La resistencia de aquellos lazos aflojo. Al mismo tiempo que aquella idea de formar un matrimonio con aquella mujer emprendedora. Al cabo de unos meses, ella seguía su vida con normalidad, afrontando la situación con mayor temperamento, mientras él, refugiado en su negación, insistía constantemente que ella seguía amándole; que no podía desvanecerse aquel pletórico romance. Mentiras que se dicen verdades y que terminan haciendo aún más dolorosa la embestida.

Formación Reactiva.

Conozcan a Alfredo. Un carismático obsequioso que tiene como principal finalidad demostrar lo dañino que es la mariguana en las personas que lo consumen y por qué no debiera legalizarse su uso. Su campaña ha sido feroz, pues, desde su punto de vista, no hay nada positivo en tenerla al alcance. Detrás de su movimiento, presume, se encuentran personalidades de renombre como conductores de televisión que mueven más piernas que el hambre, políticos que ven ascensor disponible y madres y padres de familia que están totalmente en contra de esa forma recreativa que la juventud contemporánea tiene. Su proyecto parece estar encaminado al triunfo. En poco días se presentará en famosa plaza donde, al parecer, habrá un masivo número de personas. Por cierto, ¿mencioné que Alfredo consume esporádicamente mariguana que para alejarse de ella se vuelca en su contra?

Proyección.

Pedro es un tipo de los que se consideran adonis cuando en realidad son más un Sherman. Pues, este amigo también anda de expedición en expedición explorando ruinas; unas con frecuencia visitadas, otras de reciente descubrimiento. Sí, el amigo es un Indiana Johns en la cama. Cuando está con ellas siempre toma la iniciativa y depara cuando alguna idea retorcida invade su cabeza; rechazado en ocasiones, en otras, seguido. Lo más gracioso de todo esto es que sus padres son religiosos cabales, la moral es su bandera, sino, no hay oración que lo purgue todo. Así que, cuando descubrieron sus movidas y alias en la alcoba, se persignaron tanto que él acabó diciendo: No es mío el placer. Es de ellas. Definitivamente, todo deseo ve su cúspide en manos de otros.

Regresión.

¿Alguna vez se han sentido tan amenazados en la vida que su única salida es regresar a aquellos momentos de seguridad de la niñez? Si se preguntan como es posible eso, diríjanse con Luis; un adolescente que cada vez que se ve en una situación peligrosa para su estabilidad emocional, recurre a esos viejos pasajes. ¿Cómo es posible? Haciendo todo lo que de niños no situaba en una conformidad: gritar, saltar, ser dependiente de mamá, etcétera. Por eso, cuando Luis quiere desengancharse de esas amenazas lo hace gritando su canción favorita, lo hace agitando su cuerpo mientras la escucha, lo hace estando con su mamá en plena disposición de su mando y apapacho. Sonara insignificante pero hay veces que esos momentos tan pequeños nos logran apartar de corrientes invocadas por nuestros pensamientos.

Racionalización.

¿Qué pasaría si en su casa sucede un pleito entre hermanos en el cual tuviste la culpa? De seguro, dirías una serie de pretextos razonables que llevarían a lavarte las manos de tus acciones cuando muy en el fondo sabes que no hay excusa para lo acontecido. Al igual que en la proyección, es más fácil achacar a alguien nuestras responsabilidades que contenerlas nosotros. Es un sistema muy humano. Como Bianca, que culpa a su amigo por haber chocado, pues, ambos venían platicando. Ella comenzó la platica y, por si lo olvidaba, traía el volante en sus manos. O como Andrés que culpa a su mamá porque se le cayó el botellón de agua cuando en realidad fue toda culpa de él y su indisposición. O como mi favorito: el de los asesinos, que culpan a sus padres o amigos por los crímenes que han cometido. Cuando tenemos que ser transparente, racionalizamos; cuando tenemos que racionalizar, embrutecemos.

Desplazamiento.

Raúl, Raúl, Raúl... ¿qué pasaría si en su trabajo hay un persona tan insoportable a sus ojos porque se la pasa entrometiéndose en sus asuntos, molestándolo, poniéndolo en ridículo frente al grupo? De seguro, la respuesta sería encararlo y hacerle saber que no es su muppet. Y en efecto eso sería lo adecuado. No para Raúl que nunca detenía sus taradeces, nunca emitía sonido alguno de desagrado. Hasta que un día, festejando con unos amigos después del trabajo, se enfrasco en una riña con uno de ellos por haberse dirigido con su apodo; el cual entre ellos era recurrente. ¿Usted diría que Raúl ahora es más determinado o que simplemente descargó el coraje reservado para el innombrable en su amigo? Efectivamente, la segunda opción es la correcta. En algún momento todo esas ganas de querer partirle la cara al otro saldrá pero no precisamente en su contra. Muchas de las veces cobran factura quien menos lo debe.

Sublimación.

Mientras Raúl tuvo que emplear los golpes para despojarse de lo que llevaba dentro, Angélica es opuestamente diferente en sus acciones. De aspecto frondoso, esta jovencita sufre de agravio departe de sus compañeros de escuela, quien, no desaprovechan cualquier detalle para hacerle ver su desagrado. Por su cabeza tímida nunca paso agredir pero era evidente que tendría que hacer algo. La respuesta a su pregunta fue contestada por la música: clases de flauta después de clases. Esta actividad que podría ser intrascendente resultó ser la mejor terapia para aquella jovencita que necesitaba un medio en el cual canalizar toda la maraña de sentimientos que en su interior habitaban. Ella aprendió a componer al mismo tiempo que cambió su actitud al enfrentar aquellas agresiones. No se necesita responder violencia con violencia para salir avantes, se necesita descartarle y hacer uso de la prudencia. Los tiempos de las cruzadas atrás han quedado.

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