Aquella madrugada, en las manos del recurrente insomnio que azota cada madrugada, por mi cabeza cruzo un pensamiento que bien podría agregar un poco de color a mi vida. Mientras unos dormían y tenían sus pesadillas estilo Elm Street o sueños estilo Pixar, en mi cabeza flotaba ese pensamiento que no podía evadir; era tan interesante para alguien tan periférico que ponerlo en practica no causaría perdidas escandalosas. Mientras unos prefieren morir al anochecer de sus días, procurando siempre vivir por simple tramite, yo había elegido darle un vuelco a esa vida tan monótona como su muerte; que viene a ser el evento de mayor asistencia y demanda. Todos quieren estar cuando no se está más.
Últimamente los pensamientos de muerte han sido mis huéspedes. ¿Nunca han sentido ese vértigo que llega inmediatamente de hacerse a la idea de que algún día no estarán más bajo esas ropas, ese nombre ni escucharán más nuestras canciones? A mi me ocurrió en repetidas ocasiones. Es el miedo que a todo ser humano mueve: el del desconocimiento. Mientras menos se sepa de una cosa más conjeturas se forman en los meandros de nuestros cerebros que, viene a ser, lo que termina poniéndonos de rodillas o fracturando toda serenidad. Siempre me he preguntado: ¿cuál sería la mejor forma de morir: bajo la sombra de lo imprevisible que es siempre la gabardina de la muerte o bajo el puño del que día a día rescata sus palabras del fuego y que vive sin guión en un mundo escatológico? La respuesta está en mis manos.
Últimamente los pensamientos de muerte han sido mis huéspedes. ¿Nunca han sentido ese vértigo que llega inmediatamente de hacerse a la idea de que algún día no estarán más bajo esas ropas, ese nombre ni escucharán más nuestras canciones? A mi me ocurrió en repetidas ocasiones. Es el miedo que a todo ser humano mueve: el del desconocimiento. Mientras menos se sepa de una cosa más conjeturas se forman en los meandros de nuestros cerebros que, viene a ser, lo que termina poniéndonos de rodillas o fracturando toda serenidad. Siempre me he preguntado: ¿cuál sería la mejor forma de morir: bajo la sombra de lo imprevisible que es siempre la gabardina de la muerte o bajo el puño del que día a día rescata sus palabras del fuego y que vive sin guión en un mundo escatológico? La respuesta está en mis manos.
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