Desde aquel día, decidí no llorar más. Y si la elección he tomado es porque temo a morir deshidratada.- Esas fueron las primeras palabras que salieron de su boca, bajo un temple indoblable. Al parecer la mujer no temía a las consecuencias de privarse de tal experiencia. O quizá no había qué llorar. Laura había perdido a su madre hace seis meses apróximadamente y en todo ese lapso de tiempo nunca derramo una sola lágrima. Decía que el llanto la debilitaba y que lo menos necesario en aquellas circunstancias era demostrar debilidad. Nunca había conocido a su padre y su madre era para ella su centinela. En esos momentos en los que no hay vuelta atrás las lágrimas se prestaban como una negligencia.
¿Sabe por qué lloramos? Porque nos colmamos de emociones. Estas se desbordan y vienen las lágrimas. Las lágrimas también son símbolo de rendición. Jesús lloró antes de llegar a la cruz. En pocas palabras, llorar es parte de nuestra búsqueda. Por lo visto, usted a encontrado sin buscar.- Las palabras iban encaminadas a que ella hiciera más evidente su relato. ¿Tan obvio lo es? ¿Tan obvia es mi decepción?- dijo, y al decirlo, sus ojos buscaron los míos. ¿Sabía usted que la muerte es una línea recta y no un encapuchado esqueleto con una guadaña? Eso lo aprendí con la muerte de mi madre. Entre muchas otras, por ejemplo, que el tiempo no conoce de proyectos, o bien, nos da las suficientes horas para cumplir los necesarios. No creo en el destino pero sí en que nuestra instancia en este mundo es limitado. Cuando menos te lo esperas, acabas en el mar o en un horno. Estoy decepcionada porque justo cuando empezaba a creer que las historias no se repiten, mi hija se quedará sin conocer a su abuela.- concluyo y lo hizo totalmente convencida de sus palabras, no habiendo replica que le hiciera retirar lo dicho.
Todos moriremos, me pregunto si alguna vez lo habremos soñado. La muerte no nos ocupa hasta que toca nuestro hombro y nos indica que somos los siguientes. Ahí es cuando la religión gana y el familiar le acompaña. Por lo visto, usted opto por ser la alguacil de sus lágrimas procurando que estas no salieran de su sitio, no sé si por indignación o un falso sentido de blindaje muy recurrente en los hombres, no así en la mujeres. Como sea, no debe dejar de saber que en un historia no tiene en sus protagonistas sus pilares sino que todo evento sucedido es colectivo. No importan la causas importa su recepción.- mi argumento no la conmovió en ningún instante pero al menos la intención de tomar rumbos distintos era existente. Nadie acude con un extraño sin haberse de antemano reencontrado.
Por dentro, estaba satisfecho de lo que Laura había dicho. Toda esa telaraña formada desde aquel día de su partida por fin había sido quitada. Su disposición era plausible. Me confesó con el paso de los días que una noche se había desbordado en lágrimas y que aquella experiencia la había conmovido tanto que dejo de llevarle flores a su mamá. Al parecer había liberado todo cuanto quería decir, todo cuanto su enfado no le permitió. Al final, las historias no se repiten pero la silueta de la herencia permanece.
¿Sabe por qué lloramos? Porque nos colmamos de emociones. Estas se desbordan y vienen las lágrimas. Las lágrimas también son símbolo de rendición. Jesús lloró antes de llegar a la cruz. En pocas palabras, llorar es parte de nuestra búsqueda. Por lo visto, usted a encontrado sin buscar.- Las palabras iban encaminadas a que ella hiciera más evidente su relato. ¿Tan obvio lo es? ¿Tan obvia es mi decepción?- dijo, y al decirlo, sus ojos buscaron los míos. ¿Sabía usted que la muerte es una línea recta y no un encapuchado esqueleto con una guadaña? Eso lo aprendí con la muerte de mi madre. Entre muchas otras, por ejemplo, que el tiempo no conoce de proyectos, o bien, nos da las suficientes horas para cumplir los necesarios. No creo en el destino pero sí en que nuestra instancia en este mundo es limitado. Cuando menos te lo esperas, acabas en el mar o en un horno. Estoy decepcionada porque justo cuando empezaba a creer que las historias no se repiten, mi hija se quedará sin conocer a su abuela.- concluyo y lo hizo totalmente convencida de sus palabras, no habiendo replica que le hiciera retirar lo dicho.
Todos moriremos, me pregunto si alguna vez lo habremos soñado. La muerte no nos ocupa hasta que toca nuestro hombro y nos indica que somos los siguientes. Ahí es cuando la religión gana y el familiar le acompaña. Por lo visto, usted opto por ser la alguacil de sus lágrimas procurando que estas no salieran de su sitio, no sé si por indignación o un falso sentido de blindaje muy recurrente en los hombres, no así en la mujeres. Como sea, no debe dejar de saber que en un historia no tiene en sus protagonistas sus pilares sino que todo evento sucedido es colectivo. No importan la causas importa su recepción.- mi argumento no la conmovió en ningún instante pero al menos la intención de tomar rumbos distintos era existente. Nadie acude con un extraño sin haberse de antemano reencontrado.
Por dentro, estaba satisfecho de lo que Laura había dicho. Toda esa telaraña formada desde aquel día de su partida por fin había sido quitada. Su disposición era plausible. Me confesó con el paso de los días que una noche se había desbordado en lágrimas y que aquella experiencia la había conmovido tanto que dejo de llevarle flores a su mamá. Al parecer había liberado todo cuanto quería decir, todo cuanto su enfado no le permitió. Al final, las historias no se repiten pero la silueta de la herencia permanece.
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