"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

martes, 31 de julio de 2012

Lo ignoro pero lo atesoro

Y aquí es cuando la genética hace de las suyas. Sí, cuando aquello que no podemos evitar y por momentos, mucho menos afrontar, se posa ante nosotros con categórica autoridad. ¿Qué hacer? A veces, esperar simplemente que su fuerza no nos asfixie; en otras, tomarla por los hombros y apartarla de nuestros ojos. Esta última es la más difícil; no siempre se vence lo que el tiempo no envejece.

A veces por los meandros de mi cerebro ha circulado la pregunta: ¿es acaso invencible esa fuerza que nos arrastra y persigue hasta que el tiempo se extingue? En ocasiones la encaro con una increíble convicción que ni yo mismo me la creo pero en otras soy tan dócil como minino. En ambas, nace en mi la frustración de verme impotente porque propiciarle una bofetada al dictamen de la herencia es como levantarle la mano al ser que te ha creado.

No hago más que cerrar los ojos, llevarme las manos a la cabeza y reprocharme como, si en mi palabra tengo el arma más letal y en pensamiento la escena más propicia, en acto no hago sino seguir el camino que sumerge mis hombros en una terrible depresión y a mi mirada en dueña de la nada. Es un lastre tan largo que ni siquiera la muerte tiene el privilegio de cortar, que ni siquiera el coeficiente más elevado puede evitar.

Vivimos, de eso no hay duda, ¿pero acaso elegimos? A veces da la sensación que elegimos en un deseo inconsciente de no deshacernos de lo obtenido. Como si esa fuerza nos mantuviera vigentes, nos mantuviera en un tablero repleto de protestas silenciosas y sonrisas que brillan por su ausencia. Y el mayor de los pesares no es que nos tome por el cuello sino que creemos habernos librado del sol y hallarnos en su sombra.

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