Ey, ey, ey, ¿por quién votaste tú ayer? Oh, sí, ayer fue día de elecciones. Día de estar al pendientes de los medio de comunicación que nos hacian llegar sus opiniones, cobertura y resultados del conteo preeliminar así como de movilización al módulo que nos correspondía. En mi caso, después de omitir mi voto, simplemente me aparté de ellos porque si he de tensionarme o angustiarme por algo, definitivamente no será por política. Simplemente me resulta absurda y repetitiva, hablando especialmente de la de México. Cada vez que llegan las campañas previas la cantaleta de promesas es la misma. Es como uno de esos momentos que juramos haber vivido antes. Pero al final de cuentas esa es la finalidad: promoverse por más que se caiga en la contradicción.
A lo largo de los días de campaña, nos tocó ver a candidatos y seguidores cómo se retribuían los unos a otros. Algunos con mesura, otros a toda revolución. Empezando con el PRI cuya mayoría de seguidores eran: 1) enamorados (as) de la apariencia de Peña Nieto o 2) viejos huesos priistas. México, para quien lo desconozca, ha sido gobernado gran parte de su historia por dicho partido, así que, por eso no se extraña su popularidad, su arraigo entre los mexicanos más conservadores, de derecha, pues.
Su prestigio es tildado a dos fáctores: 1) su rostro corrupto, el cual, se mueve bajo la retribución; o sea, favores de los cuales la gente no se puede desenganchar como puede ser el regalar puntos en alguna universidad o despensas en zonas marginadas. Si bien podrá decirse son insignificantes su finalidad es la misma que si fuera en sumas monetarias. 2) el modelo intachable de su estrato que engloba el buen vestir, un núcleo familiar impoluto, la apariencia física, etcétera. Los ideales de la sociedad mexicana son utilizados por el partido para un acercamiento mucho más eficaz.
El PAN, quien ha estado al frente del país por dos sexenios, se distingue por sus altos y bajos. Así como pueden lograr la toma de la presidencia de manera consecutiva, de igual manera pueden resultar tan estériles como en esta ocasión, que, para colmo de males, y no porque vaya en contra, contaba como principal nombre el de Josefina Vazquez Mota; una mujer en las fauces de un México decantadamente machista. Sumado a eso, JVM no mostró nunca la actitud ni pundonor de la mujer mexicana siempre guerrera y que no se rinde. Nunca se vio ni remotamente cerca del siempre puntero EPN para al final de carrera empezar a decaer y ceder el segundo puesto a AMLO.
La atmósfera que rodeaba al país tras años de muertes y luchas contra el narcotráfico siempre fue un punto en contra. No se quería volver a repetir el escenario de la inseguridad donde el miedo es el único ganador, no se quería saber más del partido. Quizá por eso la gente, acostumbrada a ser engañada, prefiere que al crimen organizado se le "combata" con dinero que con mano firme, que no se le alborote; preferible siempre vivir bajo una falaz sensación de seguridad que bajo una cruel pero cierta realidad donde la muerte y el terror trascienden. El PAN jugó sus cartas y acabó perdiendo más de lo que alguna vez ganó.
Llegando a la zona turbulenta, o sea, de izquierda, aparece el PRD quien tiene como postulado al tabasqueño Andres Manuel López Obrador. Él estuvo en las elecciones pasadas y quizá se le recuerde por el plantón masivo que causó, su siempre tozuda postura ante la derrota, argumentado algún tipo de fraude que solamente él reconoce, así como su capacidad para manipular a la personas. En su mayoría, sus adeptos son personas que gustan de posturas alejadas de las convencionales, que nada tienen que ver con los colores típicos. Como ejemplo está el grupo llamado Yo Soy 132 que porta los colores y voz del partido con orgullo y siempre bajo manifestaciones masivas. Algo en ellos me hizo recordar a los hippies. En fin.
Lo que hace que el partido no sea tan convincente y a veces hasta repudiado es AMLO y su eterna postura testaruda. Si ha sido el partido por excelencia en el Distrito Federal mostrando resultados evidentes y sobresalientes (basta ver el antes y después) significa que capacidad existe. Hay elementos para considerarlo una fuerza en crecimiento del país. Lamentablemente, "El Peje" no auxilia bien a su partido con una postura que tiende a ser contraproducente. Si se quiere lograr que la mentalidad de la ciudadanía sea distinta y lograr una mejor interacción, debe ser paso a paso, no de sopetón ni atropellando a otros. Quien sea elegido la próxima ocasión se espera sea más a lo Ebrad (si es posible él).
Como es sabido nacionalmente, Enrique Peña Nieto es el nombre de nuestro nuevo presidente. Por ende, me gustaría finalizar diciendo que se tome con calma el resultado. No se logrará nada mostrando indignación con protestas violentas o insultos inanes. La decisión está tomada y nos toca ahora a todos cooperar. No en el sentido de ser sumisos y serviles sino de no ser un obstáculo. Aceptar que si no es del partido de mi prefencia, sí es mi país. Al presidente los escogemos nosotros pero lo que define a un país es su sociedad y la nuestra se encuentra agrietada.
A lo largo de los días de campaña, nos tocó ver a candidatos y seguidores cómo se retribuían los unos a otros. Algunos con mesura, otros a toda revolución. Empezando con el PRI cuya mayoría de seguidores eran: 1) enamorados (as) de la apariencia de Peña Nieto o 2) viejos huesos priistas. México, para quien lo desconozca, ha sido gobernado gran parte de su historia por dicho partido, así que, por eso no se extraña su popularidad, su arraigo entre los mexicanos más conservadores, de derecha, pues.
Su prestigio es tildado a dos fáctores: 1) su rostro corrupto, el cual, se mueve bajo la retribución; o sea, favores de los cuales la gente no se puede desenganchar como puede ser el regalar puntos en alguna universidad o despensas en zonas marginadas. Si bien podrá decirse son insignificantes su finalidad es la misma que si fuera en sumas monetarias. 2) el modelo intachable de su estrato que engloba el buen vestir, un núcleo familiar impoluto, la apariencia física, etcétera. Los ideales de la sociedad mexicana son utilizados por el partido para un acercamiento mucho más eficaz.
El PAN, quien ha estado al frente del país por dos sexenios, se distingue por sus altos y bajos. Así como pueden lograr la toma de la presidencia de manera consecutiva, de igual manera pueden resultar tan estériles como en esta ocasión, que, para colmo de males, y no porque vaya en contra, contaba como principal nombre el de Josefina Vazquez Mota; una mujer en las fauces de un México decantadamente machista. Sumado a eso, JVM no mostró nunca la actitud ni pundonor de la mujer mexicana siempre guerrera y que no se rinde. Nunca se vio ni remotamente cerca del siempre puntero EPN para al final de carrera empezar a decaer y ceder el segundo puesto a AMLO.
La atmósfera que rodeaba al país tras años de muertes y luchas contra el narcotráfico siempre fue un punto en contra. No se quería volver a repetir el escenario de la inseguridad donde el miedo es el único ganador, no se quería saber más del partido. Quizá por eso la gente, acostumbrada a ser engañada, prefiere que al crimen organizado se le "combata" con dinero que con mano firme, que no se le alborote; preferible siempre vivir bajo una falaz sensación de seguridad que bajo una cruel pero cierta realidad donde la muerte y el terror trascienden. El PAN jugó sus cartas y acabó perdiendo más de lo que alguna vez ganó.
Llegando a la zona turbulenta, o sea, de izquierda, aparece el PRD quien tiene como postulado al tabasqueño Andres Manuel López Obrador. Él estuvo en las elecciones pasadas y quizá se le recuerde por el plantón masivo que causó, su siempre tozuda postura ante la derrota, argumentado algún tipo de fraude que solamente él reconoce, así como su capacidad para manipular a la personas. En su mayoría, sus adeptos son personas que gustan de posturas alejadas de las convencionales, que nada tienen que ver con los colores típicos. Como ejemplo está el grupo llamado Yo Soy 132 que porta los colores y voz del partido con orgullo y siempre bajo manifestaciones masivas. Algo en ellos me hizo recordar a los hippies. En fin.
Lo que hace que el partido no sea tan convincente y a veces hasta repudiado es AMLO y su eterna postura testaruda. Si ha sido el partido por excelencia en el Distrito Federal mostrando resultados evidentes y sobresalientes (basta ver el antes y después) significa que capacidad existe. Hay elementos para considerarlo una fuerza en crecimiento del país. Lamentablemente, "El Peje" no auxilia bien a su partido con una postura que tiende a ser contraproducente. Si se quiere lograr que la mentalidad de la ciudadanía sea distinta y lograr una mejor interacción, debe ser paso a paso, no de sopetón ni atropellando a otros. Quien sea elegido la próxima ocasión se espera sea más a lo Ebrad (si es posible él).
Como es sabido nacionalmente, Enrique Peña Nieto es el nombre de nuestro nuevo presidente. Por ende, me gustaría finalizar diciendo que se tome con calma el resultado. No se logrará nada mostrando indignación con protestas violentas o insultos inanes. La decisión está tomada y nos toca ahora a todos cooperar. No en el sentido de ser sumisos y serviles sino de no ser un obstáculo. Aceptar que si no es del partido de mi prefencia, sí es mi país. Al presidente los escogemos nosotros pero lo que define a un país es su sociedad y la nuestra se encuentra agrietada.
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