"¡Demasiado de usted en él! Palabra de honor, Basilio, que no le creía tan vanidoso. Y en realidad, no puedo descubrir ninguna similitud entre usted, con su severa y enérgica fisonomía y su cabello negro como el carbón, y este joven Adonis, que parece hecho de mármol y pétalos de rosa. Porque él es un verdadero Narciso, mi querido Basilio, y usted..., bueno, usted tiene desde luego un rostro inteligente y todo eso. Pero belleza, la verdadera belleza, termina donde empieza una expresión intelectual. La inteligencia es en sí misma una especie de exageración y destruye la armonía de cualquier rostro. En el momento en que se sienta uno a pensar se convierte en todo nariz o todo frente o en cualquier cosa horrible. Mire usted a los hombres que han triunfado en profesiones doctas. ¡Son todos de una fealdad perfecta! Excepto, claro esta, en la iglesia. Pero es que en la iglesia no piensan. Un obispo sigue diciendo a los ochenta años lo que le enseñaron a decir cuando era un muchacho de dieciocho, y la consecuencia natural es que se conserva siempre con un aspecto delicioso. Su misterioso y joven amigo, cuyo nombre no me ha revelado usted nunca, pero cuyo retrato me fascina realmente, no piensa nunca. Estoy completamente seguro. Es una hermosa criatura sin cerebro, que debería estar aquí siempre en invierno, cuando no hay flores que contemplar, y también en verano, cuando necesitamos algo que nos refresque la inteligencia. No se alabe usted, Basilio; se parece a él en lo más mínimo."
jueves, 1 de marzo de 2012
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