¿Cuántas veces puede resucitar un hombre? Las suficientes para dar fe de escatologia. La vida acontece toda tras bambalinas. En un coche en la esquina entre París y luego te hablo, detrás de las cortinas donde la Gestalt es un acto de erotismo, debajo de una lampara donde Aladino es un paroxismo. ¿En qué momento uno pierde con una mujer? En el momento en el que se le deja de ver. Cual prestidigitador en zócalo, dos ojos no son suficientes para ir más allá. "Con las mujeres sucede lo que con las películas de Tarantino: un poco de malicia es necesaria para empezar" comenta un primo mío cansado de no encontrar solución entre botellas de Tonayán.
Los ladridos se apoderan de la noche en tono de rebeldía y sedición. Como si no solo de mover la cola viviera el perro. Unos miran al cielo sin saber qué es ese espacio tan distante del suelo, otros hacen hoyos en la tierra comprobando que no hay otro lugar para descansar como el filial. "¿En qué se parece el hombre al perro? En que su cola jamás ha de alcanzar" bromea mi primo, sabedor que la comedia no cuenta como violencia animal. Estas calles se hicieron para caminar de noche. Y mientras las farolas responden a la necesidad, a lo lejos, se forjan proezas que jamás a la luz llegarán.
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