"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

martes, 27 de junio de 2017

Diálogos

—¿Puedes creerlo? Hacen tanta campaña en contra del sobrepeso, de los daños a la salud causados por la obesidad, de lo letal que puede llegar a ser dicha problemática y nadie se activa para combatirla; en cambio, haces campaña para que la gente se subleve, he inmediatamente la gente se apunta, casi casi que toma las armas para tomar las calles o cualquier otro medio.

—Lo que pasa es que vivimos en un país de antecedentes revolucionarios. Aparte de que el nuestro es un país constantemente golpeado, dañado, así que cuando se trata de manifestarse, brotamos ipso facto; en el inconsciente colectivo tenemos algo de Villa o Zapata.

—¿Y dónde está el diálogo?

—Diálogo es una palabra elevada. Y no por su pronunciación o significado. Sino por lo complicada que es llevarla a cabo en un país que generalmente habla por medio de la violencia o donde otros suelen hablar por ellos o donde de plano no quieren hablar. He aquí un factor para que exista un déficit de democracia.

—Uno ve en la televisión que invitan al diálogo pero da la impresión que aún estamos muy verdes para ello, que aún somos un tanto cavernícolas, un tanto arcaicos para hacer buen uso de dicho método y llegar a un cambio. Somos como alumnos de primaria a quienes la palabra nos hace preguntarnos "¿y ahora qué hacemos con esto?", se mira como supongo miró al fuego la primera persona que lo descubrió: con asombro pero a la vez con precaución.

—Pero lo peor es hacer mal uso de dicho instrumento. Primero se dialoga, después se actúa; no a la inversa. Por medio del intercambio verbal es como llega el cambio, al saber qué es lo que piensa la otra persona, qué es lo que requiere, qué es lo que siente, antes de siquiera echar manos a la obra; después esa obra se convierte en proceso que por lo regular está más plagado de daños que beneficios. ¿Y por qué? Porque fue cosa de uno, no de dos; porque el diálogo se suprimió.

—Otra palabra altamente pronunciada en este país: proceso. Cada seis años lo encaramos y hasta hoy de esos procesos no he visto ningún beneficio. De igual forma pasa en el fútbol, liga o selección, donde proceso es la palabra en cuestión, la palabra a la que se le invierte todo, pero resulta dando nada o muy poco. Y lo peor de todo es que la mayoría de esos proyectos no llega ni siquiera a la o; apenas vas por la erre y ya acabaron.

—Si nos ponemos a enumerar las innumerables problemáticas de este país, nos llevaría innumerables hojas, innumerables horas e igual estaríamos en el mismo lugar. Por eso la temática suele ser un deja vu porque siempre da la sensación de que ya habíamos hablado de eso. Mejor dime, ¿qué dice la psicología?

—Pues nada, que el otro día estaba en sesión y un paciente me insultó.

—¿Y qué hiciste?

—Me metí a clases de box. Uno también tiene derecho a descargar sus pulsiones.

—Y a guardar silencio y a un abogado.

—Seguro. ¿Puedes creer que en este circo de nosotros depende la prudencia? Al final somos la misma persona aunque en un sentido más estricto, no.

—Lo mismo pasa con los policías, por ejemplo. De ellos se espera que se aplique la ley, que sean ejemplo, pero en ocasiones suelen resultar de la misma hechura que los criminales realizando homicidios o actos de corrupción.

—La única gran diferencia es que el psicólogo no tiene tal importancia en la sociedad. Nosotros somos más actores secundarios que protagonistas. De nosotros se espera que lo de arriba funcione de maravilla mientras lo demás alrededor es una pesadilla.

—Por lo pronto, invierte todas esas pulsiones en el saco porque mientras no tengan los psicólogos leyes que los protejan de un "derechazo en defensa propia", llevas las de perder.

sábado, 24 de junio de 2017

Interrogantes

¿Por qué me escogiste a mi, de todas las personas en este lugar? ¿Fue por mi cara? Quizás dijiste: "este parece extranjero. Quizás de Veracruz. Tiene ese color de costa, de puerto, no como la gente de aquí que tiene un aire de refinería". ¿O fue la barba? Quizás dijiste: "este parece centrado. Si algo nos dice el bello facial es que entre más cantidad haya, más asertiva es la persona. Así que en una ciudad de lampiños, el velludo es rey". ¿O fue porque estoy del lado del sol? Quizás dijiste: "este está en plena fotosíntesis. Así que si me le acerco y le pregunto, quizás sobreviva en esta ciudad asfixiante". Quizás fue que estoy a lado del puesto de migadas y el olor te atrajo; quizás fue que viste a la chava de enfrente y como te dio pena hablarle, me escogiste; quizás fue que al buscar a quién preguntar, abrí mi refresco y el ruido del gas te hizo voltear; quizás, quizás, quizás pero por algo me escogiste. Donde quiera que haya opciones para elegir, ninguna elección es tomada a la ligera.

miércoles, 14 de junio de 2017

704

Vivo en una calle donde viven aproximadamente 50 personas de las cuales menos de diez de ellas conozco su nombre. Estudio en un salón de 30 personas donde solo conozco el nombre de uno. Vivo en un país que me oculta cosas y que mueve sus cordeles sin que me entere. Soy parte de un estado abandonado tomado por el crimen organizado. Tengo televisión abierta en mi televisor repleto de novelas y películas dobladas al español. No me ofrece nada pero me desconecta del mundo exterior. El tiempo se me escurre como el sudor y el sol allá afuera está cada vez peor. Las redes sociales son nuestros parques. Ahí no hay que preocuparse del calentamiento global o de cualquier otra inseguridad acechante. La vida se ha vuelto intrínseca. La gente vive para sí. Y la palabra que más he escuchado es comunidad, ¡qué calamidad! ¿Cómo llegar al cambio así? ¿Con qué esperanza encaramos el futuro? Mientras me encuentro en lo oscuro de mi habitación, no encuentro mejor descripción de la gente: un individuo en medio de un entorno que lo abruma y que recurre a él como única alternativa.

domingo, 11 de junio de 2017

Escuela Pública

Si sucede algún tipo de conflicto, ¿a quién recurrir? Claro, se podrá decir "pues son adultos, que resuelvan sus cosas como tal", pero te sorprendería la cantidad de adultos que no saben hacer frente a dichas problemáticas. A lo largo del pasillo hay carteles de qué hacer en caso de incendio, de algún desastre natural, pero no de qué hacer en caso de emociones; estamos totalmente desprevenidos para tal evento. Cuando nos sucede algo así solemos actuar con la furia de un volcán. Y tal reacción tiene sus contras. Digo, está bien manifestar lo que uno siente y no ocultarlo bajo una sonrisa o un "todo está bien" o algo extremadamente positivista, en pocas palabras, ser fiel a lo que se manifiesta, pero en ocasiones solemos rebasar todo límite.

Y refugiarse en las personas no es para mi algo conveniente. Al menos no en el sentido de esperar que ellos apaguen el fuego. Una cosa es acercarse para hablar y otra para que esa otra persona hable por ti. En uno buscas un lugar donde depositar tus palabras, alguien que te escuche, similar a lo que hace quien se acerca con un amigo o con quien va a una iglesia; en el otro, alguien que esté de tu bando, que luche también tus batallas.

A veces me da la impresión que las personas mal interpretan el papel del otro, del semejante y se cree que es ese hermano de batallas que debe pelear con nosotros cualquiera de ellas, por más insignificantes o anodinas que sean; y no es así, esa otra persona está para ser apoyo en causas que beneficien el uno al otro, no que únicamente beneficien a uno. ¿En qué cambia mi vida, por ejemplo, el inmiscuirme en una problemática, en fricciones entre dos personas? En nada. En cambio, me ayudaría y mucho, una donde se construyan puentes peatonales o se pavimentaran calles. Eso es comunidad. Eso es un bien para la comunidad. Algo que a todos afecte y que a todos involucre en sus beneficios y perjuicios; no en una disputa del tipo "ella dijo, él dijo".

lunes, 5 de junio de 2017

Qué pasaría...

¿Qué pasaría si el arbitro no existiera y la justicia quedara en manos del jugador?

El arbitro es el equivalente a la justicia. Pero incluso en la vida cotidiana, la justicia no puede estar en todas partes ni dar gusto a todos al igual que el silbante del partido. Los errores llegan, y las maldiciones también. Así que, imaginen que un partido se juegue sin el colegiado y que el futbolista, con todo lo que representa estar en la cancha, sea el cargado de emitir justicia. La figura imparcial, neutral del arbitro desaparecería y con ella, también, ¿la justicia?

Porque da la impresión que el futbolista es solo futbolista, únicamente dedicado a mover la pelota, a tirar gambetas, a meter balones al angulo, mas no en términos del buen desarrollo del partido en lo referente a la justicia, porque al fin de cuentas, es tan importante a la hora de hacerla que un arbitro; éste, solo toma la decisión, la decisión que nadie toma, tomará o tomaría.

Y en la media cancha, hay un balón dividido, dos jugadores se barren, y como no queriendo, uno le pega al otro y viceversa. ¿Ambos jugadores se levantarán y dirán: me equivoque y se amonestaran o se armará un toma y daca entre los jugadores? Lo más probable es que se arme un cónclave de empujones. El Fair Play se olvida. Sino pregúntese, ¿cuántos penales se hubiesen tirado afuera una vez marcados?

La jugada puede ser cualquiera. Muchas se pueden presentar. Desde un penal que no era (tome por ejemplo la famosa jugada de Robben) hasta un offside. La cuestión es: ¿está el jugador preparado para ser su propio juez, está el jugador preparado para ser el juez de un partido, está el jugador preparado para influir en ese proceso llamado justicia? ¿Está el jugador listo para ser algo más que jugador? Y lo mismo va para allá afuera del rectángulo; allá donde la vida cotidiana transcurre.

viernes, 2 de junio de 2017

El amor

Era una toalla colgada de un mecate. La dejaron ahí para secarse. Pero un día la tormenta llegó y arrasó con ella. La toalla se estremecía de aquí a allá sin poder hacer nada. Los vientos eran mayores que su voluntad férrea. Al día siguiente, la toalla estaba parcialmente ennegrecida. La tierra se fundía con el agua. Días después, cuando el viento volvió, la toalla eventualmente cayó, se fundió con la tierra humedecida, prestamista de su color. En la actualidad, aún se puede ver aquella toalla, endurecida por el lodo, con la apariencia de una piedra, esperando a ser salvada pues se ha convertido en algo que no era. Esa toalla era el amor.

jueves, 1 de junio de 2017

Audiencia de la audiencia

—Ves a esa muchacha de ahí, yo le dí matemáticas.
—¿Ah, sí? ¿Estuvo buena la clase?
—Sí, fueron fracciones.
—¿No se comportó reacia? Ya ves que luego las matemáticas son tediosas.
—No, hasta eso fue bastante cooperativa y dispuesta.
—Quién iba a pensar que las matemáticas tuvieran ese efecto.
—Te sorprenderías de los saltos que ha dado el estudiante. Ya no es como antes. Ahora todo es más liberal, no hay tapujos para las matemáticas.
—¿Ya vieron el nuevo vídeo que subieron a Facebook?
—No.
—Bueno, no es un vídeo tal cual. Es el live streaming de la pelea entre dos alumnos de la escuela y al tiempo que es transmitida, estudiantes como no estudiantes, comentan de dicho evento. Algo así como el Chávez vs Canelo pero sin saber quién va a ganar de antemano.
—¿Y los maestros?
—Dando calificaciones. La educación ante todo.
—Extraño los tiempos donde lo insignificante era insignificante. Ahora lo insignificante es masivo. Vivimos bajo una lupa que todo lo sobredimensiona.
—Lo que pasa es que tú nunca jugaste Mortal Kombat. La gente está teniendo una descarga de nostalgia. La sangre llama.
—¿Ya vieron los comentarios? "¿Desde cuándo hay brasileños en esta escuela?", "Hoy el ganador es el de los chicharrones", "¿Sky transmite esto?", "¿Es este juego compatible con mi Xbox One? Los gráficos son muy reales", "Los rudos, los rudos, los rudos... y el Atlante", "¿Esto cuenta como educación física?", "#NoEraKnockOut".
—Somos la audiencia de la audiencia.
—Ese brasileño perdió porque no movió las piernas.
—Ni los brazos. Era un tronco.
—¿Cuántas personas vieron esto?
—100. En horario de clases.
—Y si tocó una clase con el tirantes, el salón entero, te lo aseguro. Ese maestro enseña química como una boa; te asfixia.
—Podemos estar en presencia de la nueva sensación online. Pero nada como aquel topless.
—Aquel topless todavía me trae regresiones de la infancia.
—Ahora cuando lleguen a casa y les pregunten qué aprendieron en la escuela, dirán: "que el box es más que trompadas". Porque arrogancia sería decir que no se aprendió nada. Siempre se aprende algo.
—Bueno, pero lo que ahora necesito es recordar. ¿Dónde deje el canuto?
—En el hormiguero.
—Y mi humanidad por los suelos. Ya me odian las hormigas.