Hay mensajes que llegan a nuestros oídos como aquella distinguida expresión de tan arquetípico personaje nacional: sin querer queriendo. Muestra contundente de que hay quienes escriben cartas y quienes susurran al viento el más convincente de los argumentos. Aquella era una tarde en la que el cielo estaba despejado, el sol radiante y las palabras deslizantes aterrizaban sin el mayor inconveniente en una pista que con frecuencia atiende aterrizajes forzosos y alguno que otro paracaidista kamikaze.
Me habían acusado de impío, de negligente, de autista, de pésimo matemático pero nunca de esquimal. ¿Será por el frío en nuestra comunidad o por el iglú que se ha vuelto mi departamento? Una especie de ausencia de afecto y vidrios rotos. Un lugar donde las goteras crean conexiones neuronales que dañan las molduras del techo. La naturaleza puede ser aliada y enemiga al mismo tiempo. Las bajas temperaturas es la causa número uno de divorcios, paralelamente, une más cuerpos que simposio. Ironías en tiempos de profecías.
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