Es el deber de un gobernante conllevar por todos lo medios posibles a un pueblo a: educarlo en sus verdaderas raíces recordándole por todos lo medios disponibles creativos y probables: la grandeza de su cultura ancestral, el proceso histórico de sus diferentes mestizajes, el propósito del presente como un solo cuerpo soberano y libre, de cara a otros pueblos y estados nacionales. Es su máxima gloría, sí: salvaguardar a su niñez, fortalecer y exhortar a sus jóvenes y proteger supremamente a sus viejos. Esta es la verdadera consigna de su poder y su sitio en la historia. Solamente cuenta con cuatro cualidades para lograr esto: su amor por su pueblo, su trabajo sobre esforzado, su sabiduría y un equipo de trabajo dispuesto a sacrificarse sin pensarlo por todos sus semejantes. Amén.
domingo, 30 de diciembre de 2018
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