Minuto 1: Vayámonos entendiendo
Déjenme hacer una comparación del fútbol y la vida a manera de ejercicio personal. Pero advierto: ni Menotti ni Valdano esperen encontrar.
¿Cuándo sabe uno que ha perdido? Cuando deja de hacer cosas, no cuando el marcador está en tu contra. A veces, consecuencia una de otra.
¿Cuándo sabe uno que hay que atacar? ¿Cuándo va perdiendo? ¿Cuándo el partido está por acabar? Para atacar no hay tiempo, hay momentos.
Unos dicen que "hay que comerse la vida", que "hay que ir con todo sobre ella". Yo convoco a la paciencia. Las victorias se trabajan.
Unos dicen: "hay que dejarlo todo en la cancha". Físicamente, sí; no emocionalmente. Hay emociones que no hay que dejar, por más que cueste.
Ser ofensivo o defensivo... vaya encrucijada existencial. Mi filosofía es que cada partido exige algo distinto; su transcurso ofrece escenarios distintos.
El fútbol y la vida comparten algo darwiniano: la adaptación. Si uno no se acopla a lo que se exige, por lo general acaba pereciendo.
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