El fútbol es un tema interminable. Es de esos tópicos de los que se pueden hablar por horas, días, años, décadas, y siempre dará tela de dónde cortar, algo de donde agarrarse para debatir y compartir. En esta ocasión, bajo el marco del próximo inicio de la liguilla así como la venidera final de Champions League, me tomo el tiempo de escribir lo siguiente. No sin antes advertir que lo que están por leer es mi opinión personal acerca de un universo, como el futbolístico, con tantísimas galaxias.
El punto de partida de este texto es el del fútbol mexicano y el interminable debate sobre si hace bien o perjudica el jugar bajo el formato de torneo corto actual. Para quien no sepa: se juegan 17 jornadas y califican los 8 primeros a una fase de liguilla, donde saldrá el ganador del título. Mi problema, no es que se jueguen torneos cortos, mucho menos liguilla; mi problema es que el formato latente no beneficia mucho a los intereses del fútbol y sí a los económicos de unos pocos.
No quiero hacer ver que la formula al éxito es tener torneos largos, no. El modelo que se maneja en Europa es justo más no garantiza que se tendrán buenos resultados, por ejemplo, en selecciones nacionales o competiciones externas. Los torneos cortos pueden mantenerse, con todo y el formato de liguilla, pero, por qué no, reducir los boletos de 8 a 4; aumentar la exigencia y disminuir la conformidad. Una alternativa que bien podría hacer que los equipos se esfuercen más a lo largo de 17 jornadas.
Un ejemplo de lo irregular que es nuestro torneo, donde importa más el cierre que todo un proceso, es el ejemplo que se dio en el Clausura 2015 con dos equipos en particular: Tijuana y Tigres. El equipo de dicha ciudad fronteriza, paso más tiempo del torneo dentro de puestos de calificación; no así el equipo regio, quien tuvo, para su beneficio, un cierre bastante bueno. Los números son contundentes: de los últimos 7 juegos de Tijuana, el saldo fue: 0-1-6. De los últimos 7 juegos de Tigres el saldo fue: 4-2-1 (G-E-P). Lo cual le dio a este último el primer lugar general así como una seria aspiración por el título. ¿Justo? ¿Injusto? No lo sé. Lo que sí sé es que una vez la irregularidad se hace presente; en ambos casos por igual. Mi pregunta a la Liga MX sigue siendo: ¿qué vale más: llegar enrachado a la fase final o tener, ahora si que, un torneo regular?
Está claro que para tener una buena liga, una liga donde reine la competencia, se necesita tanto que se produzcan jugadores nacionales, como tener jugadores extranjeros rentables. El que desaparezca la liguilla o que gane el título el primer lugar general, no dará al fútbol mexicano mayor trascendencia o poder en el orbe futbolístico. Entonces, ¿qué se necesita? Para eso, citaré el ejemplo de dos ligas, las dos más populares, me atreveré a decir: La Premier League y La Liga BBVA (de Inglaterra y España, respectivamente).
¿Por qué él fútbol español es exitoso y el fútbol británico no lo es? ¿Por qué, si los británicos cuentan con una las ligas más competitivas de Europa (se dan un tiro con la alemana) al tiempo que son una de las ligas más prosperas económicamente hablando? Por dos factores: la producción nacional y el reforzamiento foráneo. Fuerzas que van en direcciones contrarias pero que convergen en un mismo punto: el mejor un producto. El fútbol español ha cosechado lo que ha sembrado porque no únicamente cuenta con jugadores representativos en su liga como Ronaldo y Messi, sino que también han sabido producir jugadores de excelente nivel como Xavi e Iniesta. En cambio, el fútbol británico podrá tener popularidad gracias a clubes como el United, Arsenal o Chelsea pero no cuentan ni con jugadores de élite mucho menos con la producción de jugadores nacidos en Inglaterra.
Como bien leía en una nota publicada en The Daily Mail Sport, mientras que el fútbol español produce, exporta e importa, el fútbol británico se ha quedado estancado en únicamente importar; de ahí que se busque implementar una nueva regla en la cual se disminuya el número de extranjeros y se fomente no solo la producción sino inclusión de los jugadores locales (¿les suena familiar?). Esto, si se aplica de manera correcta, traerá excelentes resultados a la liga inglesa. Pero, también se busca, importar jugadores de tallas extras. Jugadores de peso que permitan de igual manera llegar a los equipos ingleses a instancias mayores en competiciones como la Champions League (donde por cierto, quedaron eliminados desde octavos).
Ahora bien, ¿qué tan bien lo estamos haciendo en México? Yo diría que de regular a mal. El fútbol mexicano, económicamente hablando, no tiene inconveniente. Hay plata. Pero, en lo que se falla es en la producción de jugadores y su debido proceso formativo así como en la compra de jugadores extranjeros. Se habrán implementado reglas de menores, se habrá sido campeón en selecciones menores, pero aún se sigue fallando en ese último paso: el de llevar al futbolista mexicano a un nivel profesional, el de consagrarlo, el de convertirlo en una realidad (Chicharito y Tecatito las únicas excepciones; Vela y Dos Santos no cuentan, ellos consolidaron y fundaron su carrera en Europa). Al mismo tiempo parece existir un déficit en la producción de jugadores mexicanos en posiciones fundamentales como el medio campo o la delantera. Algunos jugadores han llegado, es cierto, pero así como llegan se pierden y no se vuelve a saber más de ellos. De aquellos jugadores campeones en Perú, me sobran dedos de una mano para señalar a quienes han triunfado y consagrado.
En lo que respecta a la compra de jugadores, se suele invertir mucho en jugadores que vienen únicamente de paseo. Últimamente se ha invertido en traer a un jugador como Ronaldinho, tratando de imitar el modelo americano de jugador franquicia, pero son simples garbanzos de a libra. Porque, la realidad dice, que son más los extranjeros poco rentables (incluso el mismo Ronaldinho poco a ofrecido, pinceladas por ahí) que los que realmente marcan diferencia. Y es la combinación de jugadores nacionales con buenos extranjeros los que arrojan los mejores resultados (para muestra, el América de los ochentas o aquel Cruz Azul que llegó a la final de la Copa Libertadores).
A manera de epilogo, me gustaría hacer la siguiente pregunta: ¿quién será el próximo España de la zona de CONCACAF: México o Estados Unidos? Si nos basamos en lo anterior expuesto, todo parece indicar que nuestros vecinos del norte. Ellos, a diferencia de nosotros, se mueven a pasos agigantados en el fútbol; deporte que no es siquiera el número uno por elección. Pero bien sabemos que, en eso de poner "manos a la obra", como los americanos no hay dos. Veremos qué dicta el tiempo.