La masculinidad es una postura. Es alardería. Es la imagen de un hombre que aparenta fortaleza donde la debilidad es más evidente que las estrellas relucientes inmediatamente que el cielo oscurece. Siempre creyentes de su invulnerabilidad son títeres a los que se ha impuesto el hermetismo como credo total; de mi boca no sale nada que a mi imagen contradiga aunque la verdad no necesite de directrices. La hombría es su osadía, su bufonería parte de esa charlatanería que obtiene seguidores tal y como Enrique Peña Nieto incrementa sus adeptos por estética que intelecto. La realidad es triste pero las posturas son tan convincentes que existe en mi parte de esa pantomima.
miércoles, 11 de abril de 2012
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