"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

jueves, 26 de abril de 2012

¡Útero, ovario, vagina!


La mujer siempre me ha parecido interesante. Un ser digno de atención y cortejo. Basta mirar con atención para descubrir la belleza que expone y nos dispone a ser su presa. No hay escapatoria cuando de mujeres hablamos, no hay manera de evadir tanto encanto residido en un solo cuerpo. La mujer es la alegría de nuestras vidas y justificante de nuestras pasiones, son vida y muerte de sentimientos y declaraciones, son hazaña y tragedia; son nuestra máxima aspiración porque en ellas encontramos un fin.

Se dice que la mujer es el sexo débil y lo es. Basta con ver los estragos que en ella la vida causa por ser un capullo de emociones y víctima de su cabal atractivo; su debilidad no es cuestión de fuerza sino del rezago que en los años guarda su respaldo bajo un matiz brumoso que el feminismo se encargaría de despejar. Se dice, al mismo tiempo, el hombre es un ser superior, de fuerza dominante pero que encuentra su doblez en el regazo de dicho ser que se asevera inferior pero en quien encuentra todo valor de trascendencia. La mujer, al igual que el cristal, es en altas temperaturas donde encuentra su origen; su partida a formas escrupulosas.

La mujer de la actualidad procura su belleza pero descuida su misticismo. Queda poco de aquellas mujeres que sin el empleo de palabras altisonantes lograban estremecer y dirigir sus platicas a senderos de crucial interés. ¡Qué decir de su intachable naturalidad! Hoy solo vemos rostros contaminados de maquillaje que impide su proyección. La libertad que por mucho tiempo se defendió ahora es confundida con libertinaje. Decrece la simpatía por el romance e incrementa el fervor por lo vulgar; síntoma de los tiempos que vivimos.

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