Falsos somos todos al no ser quienes somos; el psicólogo no es un amigo, es un terapeuta; y cobramos porque es nuestra profesión aunado a que la amable señorita en recepción y los cómodos sofás no se financian solos. Quizá sean otras cosas lo que generan tu renuencia pero sola no lo descubrirás. Si lo que quieres es que todo pase, pasará. No tengas la menor duda de eso. La vida es tan fugaz y sus momentos apenas un aperitivo que cuando menos lo esperes tornarás esas lágrimas a risas. Pero si no haces nada al respecto te arrastrará.
No puedes andar por la vida fingiendo ser fuerte porque la fortaleza no es exterior sino interior, está en lo que en ti reside no en lo que demuestras ante ojos ajenos. Si buscas alguien que te afirme y consuele, ve y busca a tu novio, madre o amigo porque en mi no hallarás más que la veracidad y contundencia de palabras que no has querido escuchar, te has negado a afrontar por la conveniencia de posponer el justificante de tus desenfrenadas aventuras.
Mi cometido es hacerte consciente el hecho de que no venimos a sufrir, escogimos sufrir porque en él encontramos alegrías pasajeras y moralejas pardas. Suficientes en ese momento pero insuficientes para tremenda loza de cuestiones y grietas que debilitan toda estructura. Quiero de ti toda la disposición. Quiero que te conviertas tú en la solución y no en parte de la degradación. Toda regeneración consta de un primer paso, el más complicado: aceptar que el ritmo de vida que llevamos no nos lleva a nada, al contrario, nos pierde entre su inmensa nebulosa. Si lo has dado, imagina mi compromiso.
No puedes andar por la vida fingiendo ser fuerte porque la fortaleza no es exterior sino interior, está en lo que en ti reside no en lo que demuestras ante ojos ajenos. Si buscas alguien que te afirme y consuele, ve y busca a tu novio, madre o amigo porque en mi no hallarás más que la veracidad y contundencia de palabras que no has querido escuchar, te has negado a afrontar por la conveniencia de posponer el justificante de tus desenfrenadas aventuras.
Mi cometido es hacerte consciente el hecho de que no venimos a sufrir, escogimos sufrir porque en él encontramos alegrías pasajeras y moralejas pardas. Suficientes en ese momento pero insuficientes para tremenda loza de cuestiones y grietas que debilitan toda estructura. Quiero de ti toda la disposición. Quiero que te conviertas tú en la solución y no en parte de la degradación. Toda regeneración consta de un primer paso, el más complicado: aceptar que el ritmo de vida que llevamos no nos lleva a nada, al contrario, nos pierde entre su inmensa nebulosa. Si lo has dado, imagina mi compromiso.
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