No hay definición sencilla de justicia. Aunque la imagen más famosa y asociada generalmente con dicho concepto es el de una balanza, símbolo de igualdad y equilibrio, en la vida real tratar de llevar a cabo tales definiciones es algo complicado y más cuando los ritmos de vida actuales son tan vertiginosos y demandan acción pronta; acción que, por cierto, en nuestro país puede tardar en llegar o quizás nunca llegue (o sino recordemos los casos de los estudiantes en Ayotzinapa y de los niños en la guardería ABC).
Piense, por ejemplo, en esos linchamientos que se suscitan y que son transmitidos por televisión o Internet. ¿Es eso justicia? No, eso es una combinación entre enojo, hartazgo, indignación y demás sensaciones afines pero no algo que logre traer un equilibrio a la población; es, más bien, una respuesta fúrica a una problemática presente. Sí, como medio catártico debio haber sido muy efectivo pero la problemática sigue en pie: los asaltos, robos, secuestros, violaciones y demás felonías siguen presentándose. No puede uno deshacerse del fuego combatiéndolo con más fuego.
Claro, en ese sentido salen a flote otras cuestiones como por ejemplo la educación o la pobreza, factores que por lo general se asocian con actos delictivos, pero más allá de tales variables la justicia tiene por cometido brindar un bienestar a una sociedad en la cual los problemas siempre estarán presentes pero una vez que la población se percata que dicha justicia no lo está, que no está ahí cuando más se le necesita, es entonces cuando su concepto queda "libre de interpretación" siendo así degenerado por el concepto de la población que suele estar repleto de ebulliciones sentimentales y emocionales más que de cordura, sapiencia y racionalidad. El concepto de justicia se torna justiciero.
Lo que menos se quiere en una sociedad ya de por sí dañada y fragmentada son más actos bárbaros pero hacer lo justo, hacer lo debido, es algo que se presenta complicado incluso para la gente preparada y con la responsabilidad de brindar a la población mayor tranquilidad y paz. Con esto no alabo tales actos volcánicos, mucho menos los justifico, mucho menos creo que brinden algo positivo a la dinámica de la población que lo realiza pero todo esto me deja la pintura de un país en el cual la justicia se encuentra en una urna y no paga quien lo merece sino a quien le tocó pagar; al parecer hemos elegido como juez al azar.