"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

sábado, 4 de julio de 2015

El fenómeno Messi

Me gustaría explicar un fenómeno actual llamado Messi. Pero no el Messi ganador de títulos con el Barcelona. No el Messi glorioso. Más bien, su versión más mundana, alcanzada con la Selección de Argentina. Mientras que en la ciudad catalana, no se cansa de ganar y ganar, de levantar trofeos y anotar, de comerse la liga temporada tras temporada; con la albiceleste, al otro lado del Atlántico, apenas aparece ese jugador fantástico, deslumbrante, que constantemente cimbra La Liga.

¿Qué hace a un gran jugador? Un equipo. ¿Qué hace a un gran equipo? Un estilo. Y con ambas cuenta Messi en Barcelona. Cuenta con el respaldo de jugadores de calidad y con una identidad de juego tan necesaria para que las cosas en la cancha funcionen. En Barcelona por más que lleguen jugadores nuevos, esta inclusión no influye en su sistema de juego, al contrario, los potencia, incrementa su asombroso desempeño; y eso pasa cuando sabes a qué juegas, cuando tienes un estilo. Definitivamente las cosas resultan más fáciles.

Pero en la Selección Argentina no tiene todo eso. Sí, hay un puñado de fenomenales jugadores que sin dudarlo serían titulares en cualquier otra selección, un puñado de nombres que al voltear el técnico a la banca bien podría sacarlo de un aprieto. Pero todo esas piezas me da la impresión que no embonan entre sí, me da la impresión que la selección argentina es como un ser con superpoderes a los cuales no sabe darle el correcto uso, no sabe aplicarlos de la manera correcta. La selección argentina de medio campo en adelante es un trabuco. Pero en la reciente Copa América disputada en Chile fue una de las selecciones que más tiro al marco y con menos efectividad, una selección que a excepción del partido contra Paraguay —donde metió seis goles—, no logró hacer más daño a la ofensiva, no fue lo suficientemente contundente (con el goleador de la Premier League entre sus titulares).

En cuanto al estilo de juego, entrenadores han pasado entre sus filas —desde Maradona y ahora Martino— pero sin verse reflejado un estilo propio de juego. Al parecer el equipo juega al "dénsela a Messi" o, que en castellano sería, "que Dios nos bendiga"; algo bastante peligroso para las aspiraciones de una selección. No se ve gran cambio futbolístico de la transición Sabella-Martino pero habrá que esperar que el rosarino con el pasar del tiempo impregne de una impronta a sus pupilos, de esa esencia muy a lo Bielsa siempre dinámica y punzante (similar a la del técnico campeón Jorge Sampaoli).

Pero existe otra cosa aparte de las dos anteriores que me parece digno de subrayar: Messi, en la selección argentina, es el único artista. Mientras que en Barcelona existen otros Picassos a expensas de él como Suárez o Neymar o Iniesta o Rakitić; en la selección argentina tal parece que es Messi y diez más, sin importar nombres de la talla de Di Maria o Agüero o Pastore o Mascherano. Messi es Dios en Argentina. Y creo que desde ahí se ha empezado mal; demasiado peso para un ser humano ser comparado con una deidad. Pero de Messi se espera eso: que solucione todos los problemas, que cuando los partidos estén mal sea él, con su mano divina —o en este caso pie—, saque de apuros a su seleccionado. Porque es él y diez más. Y Dios, según el frente popular y las escrituras: "todo lo puede". Pero tal parece que Messi no.

Como pilón, considero que otro mal que rodea a Messi es la constante comparación con Maradona. Éste, el último Dios argentino que entregó a su país una Copa del Mundo, por cierto, en nuestro país allá por 1986. El hombre de "La Mano de Dios" y "El Gol del Siglo". El hombre que deslumbró en el Napoli. El hombre de lo sublime y lo ridículo. Pero Messi no es así. Messi no es de vicios, ni boca suelta, ni escandaloso, ni revoltoso, no; Messi, al contrario, en ocasiones parece mezquino, apartado, arrogante, altivo. Las comparaciones son odiosas porque los tiempos —y los personajes— son bastante opuestos. Los tiempos del Pelusa, no son los mismos que de los de la Pulga. Siempre me ha parecido que esa, es también, otra loza sobre el 10.

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