Cuando nos golpeamos, y sentimos un dolor tan agudo que pasamos de Valhalla a Gehena en cuestión de segundos, no reparamos en buscar ayuda; algo para mitigar el dolor. Cuando hablamos de sentimientos buscar soluciones prontas no llevará sino a incrementar el malestar. Mi madre, abuela y tíos suelen decir todos con con fervor, vehemencia y alivio que "el tiempo cura toda herida": grande, pequeña o despedida. Aquí actuar no va a la par de la intensidad del malestar, aquí actuar va a la par del pulso en la mano izquierda. Y, como la paradoja de Aquiles y la tortuga, aquí es conveniente viajar en caparazón y a ritmo cansino.
miércoles, 26 de febrero de 2014
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