La noche, oscura hermana de este anhelo medular.
Mi corazón palpita. ¿O me equivoqué de ciudad?
No sé qué hago aquí. Llegué y ni plato repetí.
Un, dos, tres por mi, por ti y por el arlequín detrás del Rest In Peace.
A veces ni yo entiendo la evolución. Toma chango tu banana.
Camino. Sigo. Miro. ¿Es eso un ovni o sólo un botín compungido?
Maldición, qué naco soy. Hasta parezco pero no soy.
Tú, sí, tú, la de los ojos que mira díscola, bizca y anodina.
Hay más estrellas en cielo nublado que en cualquier verano.
Alguien prenda una veladora y pida que la luz vuelva; ora reza ora se queja.
Ya váyanse a dormir y déjense ahí, pinches edipos.
El periplo comienza con ese olor entre cantina y sueños robados.
¡Já! Mira, alguien terminó dormido y miado.
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