"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

miércoles, 6 de marzo de 2013

Historias del más allá...

Me advirtieron del poder adictivo de la fantasía pero ni hice caso y seguí su espejismo fatal, no hace falta mencionar que actué por osadía aunque mi destino resultará un funeral. ¿Acaso debí esperar a que lo días me arrullaran y callarán mi llanto ecoico? Porque si la realidad es como se muestra en la actualidad más vale seguir andando y no voltear hacía atrás sin importar el desenlace final.

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Ya no te busco como te busqué. Ya no te necesito como el día de ayer. Ya no te pienso con terquedad y decibel. Más sin embargo tu nombre sigue inscrito. Más sin querer escribo y no te cito; tu nombre sigue aquí alentando mis instintos.

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¿Acaso no es el tiempo villano del cuento? ¿Acaso no es el tiempo pretexto correcto? ¿Acaso no es el tiempo amuleto al éxito? Porque aunque odiemos esperar y gocemos soñar que lo mejor está por llegar siempre habrá un lugar donde poder sentar, un sitio donde poder apreciar la perversidad de volar y permanecer en el mismo lugar.

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En el umbral de su cuarto y con libro en mano, un hombre danzó esposado de cada párrafo del que gozaban sus retinas. De repente, se percato de que entre las cortinas una luz irrumpía; no era el sol, pues detrás de las nubes se escondía, mucho menos la luna, que dormida yacía todavía.

Se notaba pensativo, rígido y con el ceño fruncido. Se sentía atraído por la curiosidad aunque también paralizado por aquella conocida sensación de incomodidad que aparece justo ante cualquier estímulo fuera del rigor habitual. Era difícil una decisión. Era difícil ser un hombre que había renunciado a toda tentativa de sentirse vivo.

La luz seguía ahí, retándole a acercarse y dejar una parte de sí. Intento sonreír, seguro de haber encontrado el mensaje, pero su rostro permaneció adusto y agreste. La luz no desapareció y él por fin decidió encontrarse con su suerte.

Lo que vio al otro lado lo dejó impávido: era una mujer. Su brazo oscilaba invitándolo a ceder, a conocer un paraíso de caricias y placer...

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Tan sencillo como embarcarme en tus ojos. Tan hermoso como tu prisión de marfil. Tan simple como el desliz cada vez que pienso en ti. Tan grato como abrir un museo de cada gesto y acto. Tan fútil como desearte y no dar ni un paso. Tan trágico como pensarte y enriquecerte. Tan cierto como que escribo para ya no temerme.

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