Basta un instante para derrocar una vida. Basta una atrocidad para detener el pulso. Basta un impulso para causar dolor. ¿En qué momento perdimos la seguridad? ¿En qué momento se descompuso nuestro bienestar? No hace falta querer, hay que actuar; somos una desprotegida comunidad dominada por gente sin piedad. Terror, miedo y dolor, son ahora parte de nuestra pulsación.
Porque no puedo devolver una vida pero si guardar el recuerdo, te recuerdo a tí ser querido, que nunca abandonarás mi pensamiento. Porque la muerte es la puerta a la inmortalidad, a tí te recibo y te invito a descansar, que ahora por siempre en mi corazón estarás. De nada sirve juzgar, todo hecho está, sólo basta desfundar mi voluntad y seguir el camino del cual honrado estarás.
Por tí, por todos, por mí.
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