"This is not the sound of a new man or a crispy realization. It's the sound of the unlocking and the lift away. Your love will be safe with me."

domingo, 7 de abril de 2013

Entre párpados caídos


Si conocieras la bitácora de tus días, ¿valdría la pena la estadía? ¿La felicidad se asentaría de por vida? ¿Acaso conocer lo que hay a la vuelta de la esquina hace más satisfactorio el despertar? No robemos la esencia de este crucigrama por un momento de bienestar. Recuerda que si la vida vale la pena es por cada instante que nos hace reflexionar. ¿Ser dueño de tu tiempo te da poder sobre él?

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Se dice que después de dormir despertamos pero cómo es posible si ignoramos lo tangible; como sonámbulos sumergidos en un mundo sin obstáculos ni límites, sin consciencia de acto ni tacto.

Sólo mira a ese hombre con el ceño fruncido y el corazón abatido para darte cuenta de la disconformidad que un nuevo amanecer da, ¿o que un viejo conocido se empeña en hurgar? A veces es tan confuso el mensaje que lo revivimos una y otra vez más.

Y el mensaje dice comparte, deshazte, no arrastres lastres que reducirán tu andaje. Se el gladiador de tu coliseo más no te refugies en las ovaciones y vitoreos, no ignores el amor que tienes entre tus dedos.

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Silencio. Y alguno que otro ladrido, grito perdido y demás ritmos de una noche digna de hipervigilia. Detrás de la ventana del segundo piso de una habitación un hombre, de mirada rumiante y expresión delirante, examina el exterior convencido de que hay algo más que sólo el viento y su temor.

Mientras el cielo gris entorpece, un danzón comienza en su interior; un alud de preguntas que tienen inmediata contestación (o al menos, según Freud, aparenta con convicción). Víctima de un vacío inconsciente, este personaje aferrado a no morir de frío, sostiene que es más lo que debe que lo que tiene; que es más lo que espera a lo que sucederá, en pocas palabras, nunca hace de su palabra mortal.

Deambula entre su mente, igual de torva y aparatosa que su biliosa cápsula andrajosa, la comodidad de su diván y el resbaladizo azulejo de su creatividad; buscando lo que no ha encontrado al despertar, tratando de aliviar un estremecimiento tan agobiante como lo es la llegada del final.

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Soy un caminante bajo un cielo nublado que no teme a ser emboscado por el viento o estrangulado por un dilema del pasado. Soy un solitario danzante que vaga entre calles vacías siempre buscando la mejor de las regalías. A veces, mientras me adueño de mis sueños, me pregunto qué tan lejos estoy del anhelo y la ilusión; qué tan cerca me encuentro de la desesperación.

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Que tu sonrisa no la cambio por ninguna. Y es por eso que al cantar cierro los ojos para encontrarme contigo, para decirte en silencio el amor que te tengo, para perderme en tus brazos y justificar mi desvelo, para abordar esos ojos dignos del más osado de los deseos. Permíteme ser quien vele en tu sombra, quien te abra la puerta cuando la lluvia arrecia, quien te dedique punto y coma de sus versos.

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El amor es eso que se escribe a distancia. Colmarse de él no nos impregnará su fragancia. Pero nunca lo hemos entendido. Nunca lo hemos sentido. Siempre lo hemos corrompido como Midas de la perfidia. No nos importan sus leyes ni cuestas. Lo que importa es que bebas de mis manos, que seas el consuelo de mi desamparo. ¿Acaso no es mucha gloria encaramar nuestros labios?

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Te amas. Te odias. Te ignoras. Te añoras. Más no piensas en el aquí y ahora. Eres un naufrago entre las olas. Eres un subordinado de tus miedos. Andas por la vida buscando que el día acabe sin aristas, que el tiempo pase deprisa y no deje pistas. Eres un narcisista. Eres arrogante y pesimista. Aléjate de ti. Deshazte de esa mascara infeliz.

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